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La guerra civil en Sri Lanka mata la libertad de expresión

En sólo dos años han sido asesinados 14 periodistas críticos con el Gobierno

ELISA RECHE

El director del diario ceilandés Sunday Leader, Lasantha Wickramatunge, sabía que iba a morir. Después de haber recibido una paliza en dos ocasiones, de que su casa recibiera una ráfaga de disparos de ametralladora y de que a su redacción llegaran coronas de flores, a Lasantha le quedaban escasas dudas.

Tal y como escribió en el obituario en el que previó su muerte, publicado por su periódico tres días después de su asesinato, la única cuestión que quedaba sin resolver era 'cuándo'. Porque el periodista más temerario de Sri Lanka conocía de sobra al autor de su muerte: 'Cuando finalmente sea asesinado, será el Gobierno quien me asesine'.

Un periodista estaba tan seguro de su muerte que escribió su propio obituario

Desde las páginas del Sunday Leader, Lasantha denunció sin descanso la corrupción y las violaciones constantes de los derechos humanos infligidas por el Gobierno de Sri Lanka y su presidente, Mahinda Rajapaksa a quien llama 'amigo' en el obituario escrito de su puño y letra, en el transcurso de la guerra civil contra los Tigres Tamiles en el norte y este del país.

Desde 1976, esta guerrilla reinvindica la creación de un estado independiente al noroeste de Sri Lanka, lugar donde la etnia tamil es mayoritaria (a diferencia del resto del país, donde lo es la etnia cingalesa)

Con esta mayoría cingalesa borracha de triunfalismo militar, Lasantha consideraba esencial no perder de vista a las víctimas civiles ni la discriminación a la que se enfrentan los tamiles. Tampoco la cantidad de soldados que derraman su sangre y el dinero que el Gobierno se está metiendo en el bolsillo mientras las calles de la capital celebran las victorias militares con fuegos artificiales.

En el cementerio de Borella, en el centro de Colombo, miles de personas, entre las que se encontraban compañeros de profesión, políticos, amigos y sencillos ciudadanos impactados por su asesinato, acompañaron a mediados de enero el cadáver de Lasantha con furia contenida.

'Era el mejor periodista del país y no sentía miedo ante nada. Al matar a Lasantha, los asesinos nos mandan además un mensaje muy claro a todos los demás', afirma un colega mientras lleva el féretro del periodista a hombros.

El fundador del Sunday Leader dejó escrito en su último editorial: 'Porque no luché solo, espero que mi asesinato no sea visto como una derrota de la libertad de expresión, sino como inspiración para aquellos que sobrevivan para que intensifiquen sus esfuerzos'.

Sólo dos días después de la muerte de Lasantha, unos motoristas atacaron e hirieron al editor del semanario independiente Rivira, Upali Tennakoon, mientras se dirigía a la redacción, a las afueras de Colombo. En el último número publicaron un artículo que cuestionaba al Gobierno.

Es difícil saber si los periodistas de Sri Lanka seguirán dispuestos a ser críticos después de la muerte de Lasantha y, con ello, seguir sumando cadáveres a los 14 informadores asesinados en los últimos dos años en el país, según datos de Amnistía Internacional.

 

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