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Barroso inicia la carrera para lograr su reelección

El actual presidente de la Comisión Europea necesita, además de los votos del Partido Popular Europeo, los de un tercer grupo. Ni liberales ni socialistas ni Los Verdes respaldan su gestión

DANIEL BASTEIRO

El avance electoral de la derecha europea destapó el secreto a voces de que José Manuel Durao Barroso quiere seguir cinco años más al frente de la Comisión Europea, la institución donde 23.000 técnicos y funcionarios redactan y ejecutan las leyes comunitarias. Y tiene prisa. Aunque su mandato acaba el 30 de octubre, el presidente del brazo ejecutivo de la UE quiere el aval de los 27 jefes de Estado y de Gobierno que se reunirán la próxima semana.

Criticado por sus recetas neoliberales y sus cesiones a los grandes países en los asuntos más sensibles, Barroso ya ha recabado el apoyo de España, Alemania, Italia, Reino Unido y Francia, este último con timidez, y es el máximo favorito para ocupar el cargo. Sin embargo, necesita contar con el apoyo de todos los Gobiernos y una mayoría clara del Parlamento Europeo recién elegido, la única institución que se conforma democráticamente tras las elecciones europeas.

La crisis institucional de la UE, cuyas reglas de juego cambiarán si Irlanda aprueba el Tratado de Lisboa, amenaza con posponer su nombramiento hasta otoño, cuando se prevé que voten por segunda vez los irlandeses. Esto podría permitir a sus adversarios políticos ganar tiempo para rearmarse contra él.

En Bruselas, ni siquiera su equipo niega en privado que Barroso ambicionaba el puesto no desde hace meses, sino desde hace años. Sin embargo, el antiguo primer ministro portugués anunció ayer 'aceptar la proposición' del primer ministro checo y presidente del Consejo de los 27 gobiernos, Jan Fischer, que llegó al cargo hace apenas un mes. Fischer le brindó un nuevo apoyo, el de la República Checa.

Es el último de un grupo de países, incluidos varios socialistas, que han mostrado su predilección por el político conservador. En abril, José Luis Rodríguez Zapatero reafirmó su respaldo 'firme' y 'permanente' delante de Barroso, que le correspondió asegurando que 'el G-20 no tiene sentido si España no está'.

También Gordon Brown y el socialista José Sócrates, primer ministro portugués, han manifestado en varias ocasiones su apoyo, removiendo los cimientos de una izquierda europea en crisis, dividida y sin candidato alternativo.

Barroso, de 53 años, es rechazado por el Partido Socialista Europeo y odiado por Los Verdes, la fuerza emergente. 'No es sólo que es muy liberal [económicamente], sino que es incapaz de mantener una posición', asegura Daniel Cohn-Bendit, líder de los ecologistas franceses.

Cohn-Bendit que ha basado buena parte de su exitosa campaña en la derrota de Barroso, anuncia que comenzará la batalla para destronarlo. 'No sé si lo conseguiremos, pero debemos intentarlo', prometió ayer en París. 'Barroso respalda una política a la que nos hemos opuesto', dijo Martin Schulz, líder de los socialistas europeos. Sin embargo, sus votos y los de otros parlamentarios de izquierda no llegan para frenar al ambicioso anfitrión de la cumbre de las Azores, donde Aznar, Bush y Blair decidieron ir a la guerra en Irak. Barroso necesitará algo más que todos los votos del Partido Popular Europeo, su familia política. Los liberales, tercer grupo de la cámara, apoyan por el momento a su propio candidato.

Distintas fuentes apuntan a que Nicolas Sarkozy y Angela Merkel prefieren no bendecir todavía la candidatura del todavía presidente de la Comisión. De entrar en vigor el Tratado de Lisboa, la UE tendría un presidente estable y el colegio de comisarios, que ahora tiene 27 miembros (uno por país), podría reducirse. Por si acaso, Barroso intensifica su presencia en las capitales clave. Ayer se reunió con Merkel. La canciller, sin embargo, enfrió sus aspiraciones. 'Tendremos que mantener conversaciones complicadas con la Eurocámara', advirtió.

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