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Farsa electoral afgana en un clima de terror

Corrupción, fraude, amenazas e injusticias deslegitiman las presidenciales de este jueves

MAR CENTENERA

'La vida que tenía en Afganistán desapareció, los talibanes la destrozaron. Mi marido, mis hijos, mis hermanos y yo huimos a Pakistán sin nada, sabiendo que lo habíamos perdido todo', dice Shahla Lalee, una abogada afgana exiliada en Sydney que ha llegado a Kabul esta semana por primera vez en nueve años. Como ella, muchos habitantes de la capital recuerdan con terror el régimen talibán, pero la democracia que imaginaban cuando el mulá Omar fue derrocado en 2001 tiene poco que ver con la violencia, la corrupción generalizada y la discriminación que siguen sufriendo las mujeres en el país convocado hoy a las urnas.

'Me avergüenzo del Gobierno corrupto que hay en mi país. Si no fuese por mi madre, que sigue viviendo en Kabul, no volvería nunca más a Afganistán', continúa Shahla. Las cifras le dan la razón. En sólo cuatro años, Afganistán ha pasado de ser el vigésimo cuarto país más corrupto del mundo a entrar en el top 5 del índice de la organiación Transparency International.

La corrupción planea también sobre la cita electoral de hoy. La inexistencia de un censo impide comprobar la edad y el domicilio de las personas que se registran y la organización afgana Fundación para unas elecciones limpias y justas (FEFA) ha encontrado pruebas de compra-venta de carnés electorales falsos en el 20% de los colegios visitados. Algunos estudiantes tendrán el privilegio de votar sin haber cumplido los 18 años. Otros electores pueden en teoría hacerlo dos o más veces.

La mayoría de votantes duplicados son mujeres, ya que los familiares varones han podido inscribirlas y obtener sus carnés electorales sin que ellas estuviesen presentes, simplemente facilitando su nombre. Como resultado, en provincias como Logar, el 72% del electorado es femenino, una cifra más alta de la real.

Los habitantes de Kabul están muy agradecidos a Karzai por haber devuelto la calma y la libertad a las calles tras décadas de guerra y opresión. Pero la paz parecía ayer un espejismo. Calles desiertas. Tiendas cerradas. Policías nerviosos y armados hasta los dientes en cada esquina del centro de Kabul. Los talibanes ocuparon un banco de Kabul y el tiroteo se alargó durante horas, aumentando la tensión.

El Ministerio del Interior informó primero de la muerte de tres talibanes y tres policías, pero después negó las bajas policiales. Por su parte, el portavoz de los talibanes advirtió de que otros 15 insurgentes están en la capital, preparados para atacar.

Si llevan a cabo su amenaza hoy, muchos afganos no se enterarán hasta las ocho de la tarde. El Gobierno ha ordenado por decreto un apagón informativo sobre cualquier incidente violento 'para no asustar a quienes quieren votar'.

Naciones Unidas ha intentado sin éxito levantar la censura. 'La gente necesita acceso a la información, no sólo el día de las elecciones pero también los días posteriores. La credibilidad de estas elecciones está directamente relacionada con la información a la que tengan acceso', declaró a Reuters el portavoz de la ONU en el país, Aleem Siddique. 'No está claro qué base legal tiene el decreto, cuando la Constitución afgana garantiza la libertad de expresión y libertad de prensa', añadió Siddique.

La ONU también ha criticado los pactos ofrecidos por Karzai a algunos de los señores de la guerra más poderosos del país. A cambio de puestos ministeriales, el comandante de etnia uzbeka Abdul Rashim Dostum, el tayiko Mohamed Qasim Fahim y el hazara Muhamad Mohaqiq han aceptado dar su apoyo y el de las comunidades que lideran a Karzai, de la mayoritaria etnia pastún.

Sin embargo, varios diplomáticos occidentales reconocen en privado que los señores de la guerra pueden ser más peligrosos para lograr la pacificación de Afganistán fuera del poder que dentro del él.

'Karzai está sacrificando la Justicia para obtener estabilidad y mantenerse en el poder', advierte Mir Ahmad Joyenda, del Comité de Relaciones Internacionales del Parlamento. Joyenda reconoce que Karzai no controla gran parte del país y que tarde o temprano se tendrá que ceder más poder a las provincias, 'pero no a criminales. Y tampoco prematuramente, porque la corrupción se dispararía'.

Shahla está de acuerdo: 'Es muy difícil imaginar en el poder a personas a las que considero asesinos. No me creo que puedan reconvertirse en demócratas. Por eso prefiero vivir fuera. Prefiero no verlo'.

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