Goza de la admiración del pueblo iraquí, pero su futuro depende de una justicia que le considera responsable de 'un acto bárbaro'. Muntazer Al Zaidi, el periodista que lanzó sus zapatos a la cara del ex presidente de Estados Unidos, George Bush, cumple condena en su país y espera salir de prisión el próximo lunes, según publica The Guardian.

Su vida fuera de la cárcel se debatirá entre los que le consideran un ídolo y los que le condenan por su acto de rebeldía. Desde que ingresó en prisión, hace nueve meses, Muntazer pensó 'que moriría como un mártir', y asegura haber sufrido torturas desde el momento de su detención. De hecho, ha perdido al menos un diente y tiene varias costillas rotas. La Federación Internacional de Periodistas ya advirtió de los peligros a los que se enfrentan los reporteros en Irak. Ahora, los familiares del reportero temen que su nueva vida fuera de la cárcel suponga una tortura más.

Frente a los que le castigan por su conducta, la población civil parece haber encontrado en Muntazer a su nuevo héroe. Según publica The Guardian, al periodista iraquí le llueven regalos y ofertas de matrimonio,y los famosos zapatos que volaron hacia la cara de Bush son uno de los objetos más deseados. Un hombre de Arabia Saudí le ha llegado a ofrecer hasta diez millones de dólares por el calzado.

El hermano de Muntazer ha asegurado que, cada vez que sale a la calle, le hacen fotografías. 'Si hacen esto conmigo, ¿cómo se comportarán con el propio Muntazer?'. Además, ha explicado que cuando éste salga de prisión pretende quedarse en Irak, aunque antes viajará al extranjero para mejorar su estado de salud. Asimismo, ha asegurado que Muntazer dejará su profesión porque no quiere que su trabajo se convierta en 'un circo'. 'Cada vez que formulaba una pregunta difícil, le contestaban preguntándole si iba a tirar sus zapatos', asegura su hermano.

Muntazer Al Zaidi lanzó sus zapatos contra George Bush el 14 de diciembre de 2008. Antes de su 'ofensiva', le gritó: 'Este es el beso de despedida del pueblo iraquí, perro'. Su acto fue visto por muchos como un símbolo contra el imperialismo, pero el Gobierno iraquí decidió condenarle por 'ataque'.