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"Yo no quería invadir Irak"

El ex presidente de EEUU asegura en sus memorias que fue una voz 'disidente' en su Gobierno al oponerse a la guerra contra el país árabe

ISABEL PIQUER

El ex presidente de Estados Unidos George W. Bush, que durante sus ocho años en la Casa Blanca se presentó como “The decider”, el hombre que tomaba todas las decisiones, aseguró ayer que fue una voz “disidente” en el seno de su Gobierno al oponerse a la guerra de Irak. En la serie de entrevistas para promocionar sus memorias, el ex mandatario también afirmó que sintió náuseas al comprobar que no había armas de destrucción masiva, pero siguió justificando el conflicto.

Bush, que ha mantenido una absoluta discreción en estos dos últimos años, ha salido de su silencio, al que piensa luego volver, para promocionar su autobiografía, Decision Points (Momentos decisivos), de la que se han impreso millón y medio de ejemplares.

“Yo era una voz disidente. No quería usar la fuerza” contra Irak, afirmó el ex presidente en una entrevista a la cadena NBC, la víspera de la publicación de sus memorias. “Quería dar una oportunidad a la diplomacia”, añadió. Interrogado sobre la influencia de su vicepresidente, Dick Cheney, quien le preguntó literalmente si iba “a ocuparse de ese tipo”, al referirse a Sadam Husein, Bush respondió que esa cuestión no tenía importancia. “Soy yo el que decide cuándo atacamos”.

Según The New York Times, que tuvo acceso previo a la biografía, Bush dijo haber sentido “náuseas” al enterarse de que no había ningún arma de destrucción masiva en Irak tras la invasión. Aun así, insistió en su entrevista con NBC, el mundo “está definitivamente mejor” sin Sadam Husein. En el libro afirma que “pese a todas las dificultades que siguieron [a la decisión de invadir Irak] Estados Unidos es un lugar más seguro sin un dictador homicida que perseguía armas de destrucción masiva y respaldaba el terrorismo en el corazón de Oriente Medio”.

Durante la entrevista, Bush abordó los temas más delicados de sus dos mandatos e incluso se adelantó a la pregunta del presentador Matt Lauer: “Hablemos del ahogamiento simulado” (waterboarding), dijo el ex mandatario. “Pregunté a mi equipo si las técnicas eran legales y los expertos dijeron que sí, que lo eran. Y les dije, pues usémoslas. Yo no soy abogado, debo confiar en el criterio de la gente que me rodea y eso hago”.

Lauer le recordó las conclusiones de uno de los responsables de la comisión de investigación del 11-S que básicamente acusó al Departamento de Justicia de haber amoldado su valoración a las intenciones de la Casa Blanca. “Obviamente, no sabe de lo que habla”, contestó Bush, “por eso he escrito el libro”. “La gente puede sacar las conclusiones que quiera. Pero yo le digo que usar esas técnicas salvó vidas. Mi trabajo era proteger Estados Unidos, y es lo que hice”.

En sus memorias, Bush recuerda el respaldo de un “líder visionario” en su decisión de invadir Irak. El ex inquilino de la Casa Blanca se refiere a José María Aznar. El ex presidente del Gobierno español es mencionado en varias páginas de la extensa parte del libro dedicada a justificar su estrategia en el país árabe, sobre todo en los meses previos a la entrada de tropas, durante los que Bush pugnó por el apoyo en Naciones Unidas de otros aliados internacionales. “Tony [Blair] y yo acordamos una estrategia: presentaríamos la segunda resolución a la ONU, con el apoyo del líder visionario de España, José María Aznar”, escribe Bush en su libro.

El ex presidente también reconoce errores, como la mala gestión de la catástrofe que siguió al huracán Katrina, que asoló la ciudad de Nueva Orleans en 2005. En el caso de Irak dice lamentar el “no haber respondido de forma más rápida y enérgica” cuando la seguridad en el país comenzó a deteriorarse tras la caída del régimen de Sadam Husein, y añade que “recortar el nivel de tropas demasiado rápido” fue el mayor fallo en la ejecución de la guerra. La frase “misión cumplida” que pronunció a bordo del portaaviones USS Abraham Lincoln al término de la primera fase de la invasión de Irak también figura en su lista de errores.

Bush asegura que “le puso enfermo” conocer los abusos de Abu Ghraib pero que rechazó la dimisión que le presentó el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, porque “estábamos en guerra” y “hubiera creado un vacío en el Pentágono”.

Con la publicación de sus memorias, el ex mandatario no espera ganarse la simpatía de la opinión pública. “No me importa qué opinión puedan tener de mí los ingleses. Ya no me importa. Había veces que tampoco me importaba entonces”, señaló en una entrevista a The Times.

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