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La revuelta siria deja 62 muertos en otra jornada de protestas

Las manifestaciones se suceden en todo el país mientras el régimen apuesta por la represión. Estados Unidos aprueba nuevas sanciones

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Decenas de miles de sirios participaron ayer en las protestas contra el régimen de Bashar Asad que tuvieron lugar en varias ciudades del país y que dejaron al menos 62 muertos entre los manifestantes, según los grupos opositores. Coincidiendo con la sexta semana consecutiva de protestas, Estados Unidos aprobó ayer sanciones contra el régimen sirio mientras la Unión Europea prepara un paquete de medidas para la próxima semana.

Después de la plegaria del mediodía en las mezquitas, las principales protestas se llevaron a cabo en Derá, donde comenzaron las revueltas el 18 de marzo, en Damasco, se concentraron 2.000 personas, en Qamishli, 15.000, y en Baniyas, 10.000.

También hubo concentraciones en Homs, Hama, Raqqa,

Deir al-Zor, Latakia y otras localidades, en las que participaron miles de personas. El número de muertos se elevó a 62, según Sawasiya, una organización de derechos humanos siria, aunque las restricciones que ha puesto el Gobierno a la información no permiten ser precisos con los datos. Las ONG que trabajan en la zona elevan la cifra total de muertos a 500 personas desde que comenzaron las protestas.

El mayor número de muertes, una veintena, ocurrió cerca de Derá, cuando grupos de manifestantes de pueblos vecinos se dirigían a esa localidad para expresar su apoyo a la población, que permanece aislada desde el lunes pasado y está bajo el toque de queda sin electricidad, agua ni teléfono. Las Fuerzas de Seguridad abrieron fuego contra los manifestantes.

Las autoridades de Damasco anunciaron por televisión que el Ministerio de Interior no había autorizado ninguna concentración y pidieron a la gente que permaneciera en sus casas. Los Hermanos Musulmanes sirios, que constituyen una organización ilegal pero con mucho respaldo popular, expresaron por primera vez su apoyo a las protestas y calificaron de “genocidio” lo que está ocurriendo.

Las organizaciones y partidos políticos que hay en el exilio confían en que Occidente se ponga de su lado y anuncie sanciones contra Siria.

Washington comenzó ayer a aplicar esas sanciones con la firma de Barack Obama en un documento que ordenaba medidas contra las agencia de inteligencia siria y dos familiares del presidente Asad. Las sanciones perseguirán los bienes de Mahir Asad, hermano del presidente y responsable de la represión militar en Derá, y Atif Najib, uno de sus primos y jefe de la seguridad en la misma localidad. Las medidas amplían las sanciones económicas que ya aplica Washington a Siria desde 2004.

La UE comenzó ayer a estudiar las posibles sanciones contra Siria, que espera concretar la próxima semana.

A día de hoy la situación en Siria revela que ni la oposición ni el régimen se muestran dispuestos a ceder. El régimen ha cerrado filas porque considera que si realiza más concesiones a los manifestantes llegará su fin, mientras que la oposición desea con todas sus fuerzas acabar con cinco décadas de régimen de los Asad.

Informaciones que no han podido confirmarse indican la existencia de fricciones entre distintas unidades del Ejército. La Cuarta División Armada, que está desplegada en Derá y que manda Maher Asad, hermano del presidente Bashar, habría abierto fuego contra civiles y, a raíz de este hecho, mantuvo un enfrentamiento con miembros de la Quinta División Armada, que trataron de proteger a los civiles.

Esto habría ocurrido el jueves en Derá, aunque desde hace ya varios días circulan noticias que señalan que hay soldados que se niegan a disparar contra los manifestantes, y que en algunos casos son ejecutados o heridos por militares leales al régimen o se les deja malheridos en las calles.

Las concesiones que hasta la semana pasada había hecho Asad, especialmente la supresión de las leyes de emergencia, se habían interpretado como un signo de debilidad, de ahí que en los últimos días el régimen haya intensificado su determinación con respecto a las localidades rebeldes, enviando incluso el Ejército en algunos casos.

Esta situación indica que las protestas, al menos por el momento, no están haciendo mella en el régimen de una manera significativa, a pesar de las numerosas críticas de la comunidad occidental, tanto en Estados Unidos como en Europa.

Aún así, el riesgo de una intervención militar occidental en Siria parece muy lejano debido a las reservas de Rusia y China, dos países que parecen escarmentados con la intervención de la OTAN en Libia. Un envío de tropas extranjeras a Siria tendría, sin duda, un efecto todavía más devastador e incrementaría el riesgo de una guerra civil.

Los sucesos de las últimas seis semanas están poniendo a prueba la cohesión de un régimen sirio que en buena medida es alauí, pero que cuenta con el apoyo de las minorías cristiana y drusa, así como con el apoyo de una élite de la mayoría suní de orientación más laica.

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