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Obama y Cameron respaldan los cambios en el mundo árabe

El presidente de EEUU viaja a Londres y desmiente la idea de que es indiferente a las revueltas populares

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Primero, fue la visita a sus parientes, lejanísimos, de Irlanda, con paso incluido por un pub para brindar con una Guinness. Desde hoy, la misión cobra un carácter más serio. Barack Obama llegó a Londres para desmentir la idea comúnmente extendida de que es el presidente de EEUU de la última década con menos interés en los asuntos europeos.

Obama y su esposa Michelle dormirán estos días en la Suite Belga del Palacio de Buckingham. Su delegación se ha traído sus propias ventanas blindadas para instalarlas en la suite. Hasta ahí y sólo hasta ahí llegan los gestos de desconfianza, justificados por razones de seguridad. Para todo lo demás, empezando por la guerra de Libia, Obama tiene la intención de presentarse como el aliado imprescindible de Europa.

La mejor forma de iniciar el viaje fue un artículo en The Times firmado junto al primer ministro, David Cameron, con el que desmentir cualquier idea de que EEUU es un observador reticente en la primavera árabe.

Ninguno de los dos países, escriben, quiere imponer el ritmo de los cambios que se están produciendo en Oriente Próximo y el norte de África. 'Pero apoyaremos a aquellos que quieren traer luz en medio de la oscuridad, a los que quieren libertad en vez de represión, a los que están poniendo los cimientos de la democracia'.

Ambos prometen que no tolerarán la represión de las libertades

Obama y Cameron dicen que son 'reticentes' a la idea del uso de la fuerza. El resto del artículo desmiente esa idea. Se comprometen a no permanecer impasibles 'mientras las aspiraciones (de los que luchan por su libertad) son aplastadas por una lluvia de bombas, balas y fuego de mortero'.

Esta fogosa defensa de la libertad tiene sus puntos débiles. Hace sólo unos días, Cameron recibió en Downing Street al príncipe heredero de Bahrein con el que se fotografió encantado. Las bases militares que Washington y Londres tienen allí pesan más que la rebelión popular de la oposición de Bahrein.

Ambos se refieren en el artículo a Libia y de forma genérica al deseo de libertad en el mundo árabe. En el primer caso, en los próximos días pueden producirse cambios en la movilización militar de la OTAN, y algunos de ellos han comenzado a crear problemas al Gobierno británico en el Parlamento.

Dos diarios publicaron que Gran Bretaña enviará en los próximos días helicópteros de ataque a Libia. Al menos cuatro Apache viajan en el buque HMS Ocean que llegará a la costa libia a finales de esta semana. Los franceses ya han confirmado que doce de sus helicópteros estarán pronto en condiciones de intervenir en ataques contra las fuerzas de Gadafi.

Gran Bretaña y Francia enviarán a Libia helicópteros de ataque

La escalada permitirá precisar los ataques contra las tropas gubernamentales incluso cuando estén escondidas en zonas urbanas. Dado que Misurata ya cayó en manos de los rebeldes, cabe pensar que el Reino Unido y Francia quieren estar preparados para el caso de que el levantamiento se extienda a Trípoli.

A pesar de que París no ha ocultado esta escalada, Londres mantiene una cierta ambigüedad que ha alarmado a los diputados laboristas. El viceministro de Defensa, Nick Harvey, fue convocado ante el Parlamento para que confirmara estas informaciones. 'Es una opción que estamos considerando. Aún no se ha tomado ninguna decisión', dijo.

Los laboristas no le creyeron. Algunos se quejaron de que la OTAN está excediendo los límites con los que se inició el despliegue. 'A pesar de los desmentidos, la resolución 1973 de la ONU se está empleando de hecho para conseguir el cambio de régimen, y eso está completamente fuera del derecho internacional', dijo el diputado laborista David Winnick.

Como es habitual en las visitas de los presidentes norteamericanos a Londres, las referencias a la mítica 'relación especial' entre ambos países fueron constantes. En el artículo, Obama y Cameron introducen un nuevo concepto que viene a significar prácticamente lo mismo, 'la relación esencial'.

En Londres, aún no olvidan el regalo barato que Obama le hizo a Gordon Brown en una visita del británico a Washington: una caja con 25 DVD de películas norteamericanas clásicas. Tampoco sentó muy bien que Obama retirara del Despacho Oval el busto de Churchill que Bush había colocado allí. Para hacer más sangrante el desaire, Obama devolvió el busto a la embajada  porque a fin de cuentas formaba parte de la colección artística del Gobierno británico.

El miércoles Obama y Cameron se verán en una reunión de trabajo. Lo que más desea el conservador es un apoyo directo de Obama a su política de recorte del gasto público. Eso vale mucho más que un DVD de Ciudadano Kane.

Las visitas de Estado a Londres exigen una buena dosis de protocolo real que por otro lado nunca disgusta a los norteamericanos. Pero para dar otra imagen Cameron y Obama visitaron un colegio en Southwark, en el sur de Londres.

Los dos, ambos zurdos, hicieron pareja para jugar una partidilla de ping pong con dos jóvenes estudiantes. Cameron no se dio mucha maña y en alguna ocasión devolvía la bola con la otra mano en el bolsillo. No llevaron un marcador, pero se comenta que perdieron.

La reina Isabel II ha conocido ya a doce presidentes norteamericanos. Es decir, todos desde que inició su reinado, excepto Lyndon Johnson. Para la ocasión, el Palacio de Buckingham preparó una selección de documentos históricos de su archivo relacionados con la época de la independencia de EEUU.

La reina enseñó a Obama una carta manuscrita de Jorge III en 1783 en la que el rey anunciaba que 'se había perdido América'. 'Eso sólo fue un pequeño paréntesis en nuestra relación', comentó Obama. También le mostraron recuerdos del viaje que hizo el príncipe de Gales en 1860. El futuro Eduardo VII viajó de incógnito. 'En teoría', dijo la reina. 'Supongo que no engañó a nadie', respondió Obama.

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