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Una izquierda que está condenada a entenderse

Las fuerzas progresistas han de superan sus diferencias si quieren volver al Gobierno

D. DEL PINO

Las victorias en las municipales de Milán y Nápoles son un gran éxito para el centroizquierda italiano, pero sería un error clamoroso por su parte dar por sentado que tiene todo el trabajo hecho para derrotar a la derecha en unas elecciones generales. Una de las razones por las que Silvio Berlusconi ha conseguido gobernar durante ocho de los últimos diez años es, precisamente, la debilidad de las diferentes facciones de la izquierda, que hasta ayer cargaban a sus espaldas con la bochornosa disolución del Gobierno de Romano Prodi en 2008, apenas veinte meses después de haber reconquistado el poder.

Todo dependerá de que se pongan de acuerdo y superen sus diferencias. El primero que debería captar el mensaje es el Partido Democrático (PD) de Pierluigi Bersani, que se da por vencedor de las elecciones en un ejercicio de autoengaño. La izquierda italiana celebra primarias para seleccionar a sus candidatos electorales, a diferencia de los conservadores. Pero de las principales ciudades en juego en estas municipales, sólo uno de ellos, Piero Fassino, nuevo alcalde de Turín, proviene del PD.

Vendola, un joven comunista, católico y gay, es visto como el Obama italiano

En Milán, por ejemplo, Giuliano Pisapia es militante de Izquierda Ecología y Libertad (SeL) y aunque las formaciones presentaron una lista conjunta, esto no le convierte en miembro del PD.

En Nápoles, la situación es aún más llamativa, ya que Luigi De Magistris, de Italia de los Valores (IdV), se negó a concurrir con el PD. Las primarias por la capital de Campania estuvieron marcadas por un escándalo que relacionaba al candidato del PD, Mario Morcone, con una supuesta compra de votos a cambio de entradas de fútbol. De Magistris supo ver que aliarse con el PD era un error. Y esto se comprobó en la primera vuelta, en la que De Magistris ganó a Morcone por ocho puntos de diferencia, metiéndose en la segunda vuelta.

De los tres partidos, sólo PD e IdV tienen representación hoy en el Parlamento, pero el líder de SeL, Nichi Vendola, presidente de la región de Puglia, encarna la nueva esperanza de la izquierda italiana. Es joven, gay, comunista y católico al mismo tiempo. Muchos le ven como el Barack Obama italiano y el único que sería capaz de vencer a Berlusconi en unas elecciones.

El PD no quiere ceder poder pactando con la joven promesa de la izquierda

Pero para ello tendría que entrar a formar parte de una coalición a la que no ha sido invitado aún. Bersani, una persona moderada y válida pero con poco carisma, fue elegido secretario general del PD en 2009 tras imponerse a Walter Veltroni, exalcalde de Roma y gran derrotado de las elecciones de 2008 que ganó Il Cavaliere. La figura de Vendola amenaza su posición cara a unas hipotéticas elecciones generales.

Por eso se encuentra más cómodo con la IdV del juez Antonio Di Pietro e incluso parece propenso a tender puentes con la Unión de Centro de Pierferdinando Casini. ¿Sería un error? El Gobierno de Prodi cayó por la traición de un grupo de democristianos, que decidieron votar contra el primer ministro en el Senado. Aquello hundió a la izquierda en el abismo y ahora que parece haberse recuperado, quizá debería seguir siendo eso, sólo izquierda.

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