En su segundo mes como presidente de Chile, el progresista Gabriel Boric tiene un escenario complejo en la forma, pero no tan inesperado en el fondo. En primer lugar, los economistas advirtieron que 2022 sería un año de poco crecimiento marcado por unos altos niveles de inflación, superiores a los que el país está acostumbrado, como producto de la pandemia de la covid-19. Por otro lado, la Convención Constituyente está redactando la Constitución que reemplazaría a la de Pinochet, por la amplia mayoría recibida tras el plebiscito nacional de 2020. No obstante, esta ha experimentado un complejo proceso de creación, además de recibir una férrea crítica de la oposición derechista y de los medios afines, quienes han planteado que, en el próximo referendo del 4 de septiembre por la instauración de la nueva Constitución, haya la opción de "rechazo".

Finalmente y debido a la crisis humanitaria del norte de la región que el expresidente Sebastián Piñera dejó como herencia, cientos de migrantes venezolanos están llegando de forma masiva por pasos no habilitados. A su vez, la escalada de tensión y violencia en la llamada "Macro zona Sur" (la Araucanía, los Lagos y los Ríos) no cesa, debido al conflicto a tres bandas entre la Policía, la industria extractivista forestal y las comunidades mapuche.

Lo que nadie previó es la decadencia del Gobierno de Boric, que comenzó con el recibimiento de la nueva ministra del interior, Izkia Siches con disparos al aire en la zona roja del territorio mapuche, quien hacía cuatro días que había asumido el cargo. Por su parte, la coalición de los partidos de derechas contra el presidente ha sido tal que ha influido en la creación de un relato que busca derrocar al Gobierno. Lo que implica poner orden también entre los principales apoyos al Ejecutivo, haciendo especial hincapié en una coalición cuyo núcleo es el Frente Amplio, conglomerado de partidos surgido tras las protestas estudiantiles de 2011 junto al Partido Comunista; pero al que se han sumado el Partido Socialista, el Partido Radical y Partido por la Democracia asociados a la antigua Concertación que gobernó a Chile durante las varios años desde la restitución de la democracia en 2010.

La pesadilla de las AFP

Este martes se celebró a las 15 horas el debate en el Congreso para quitar el "Quinto Retiro"; es decir, se trata de permitir que los afiliados a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) puedan retirar parte del dinero para su jubilación, lo que se ha impuesto de forma obligatoria. El modelo impuesto durante la dictadura de Augusto Pinochet permite que entidades privadas puedan invertir este capital en el exterior, sin que los trabajadores puedan acceder a las ganancias de estas inversiones, pero teniendo que hacer frente a las pérdidas.

Las Fuerzas Armadas fueron los únicos que mantuvieron el antiguo sistema de pensiones chileno. Desde 2020 el Congreso ha aprobado sucesivos retiros de fondos ante la emergencia de la pandemia y un Gobierno de derechas que apenas ofrecía 100 dólares y un par de cajas de alimentos, al mismo tiempo que permitía a las empresas despedir a sus trabajadores sin pagarles el finiquito que les correspondiese.

Sin embargo, este plan de pensiones -que en rigor sería el cuarto, pero que se llama así porque el proyecto de "cuarto retiro" fue rechazado en diciembre de 2021- es una medida que el Gobierno de Boric no quiere apoyar, debido a las advertencias de economistas como el ministro de Hacienda, Mario Marcel. El argumento, en que la mayoría de los expertos ha insistido ya desde el primer plan de pensiones, es que esta medida incrementará la inflación y empeorará las jubilaciones. Los ciudadanos, sin embargo, desconfían puesto que las pensiones siempre han sido bajas, mientras que las AFP no paran de ganar dinero, obteniendo un 15% de ganancias en plena pandemia, a pesar de las advertencias apocalípticas sobre los fondos de pensiones.

La semana pasada, el Gobierno presentó un proyecto alternativo (que también será votado este lunes) y que acotaría los fondos de pensión a personas que desean pagar créditos y deudas. El gran problema es que Boric y prácticamente todo el oficialismo había apoyado los retiros, por lo que sea cual sea la decisión que tome el Congreso esta semana, habrá una pérdida de credibilidad asegurada por parte de los ciudadanos.

El fantasma del "rechazo"

Mientras Boric se encontraba en su primera visita oficial a Buenos Aires, se dieron a conocer tres encuestas que señalaban algo que ya se está empezando a tomar en serio; y es que existe la posibilidad de que se rechace la nueva Constitución que se votará el 4 de septiembre. "Los sondeos de opinión, por supuesto que son preocupantes, y son una llamada de atención para todos aquellos que confiamos en este proceso, para los que creemos que este proceso es necesario", señaló el presidente, y agregó que hay que "buscar la mayor transversalidad y amplitud posible, para construir una Constitución que sea un punto de encuentro entre los chilenos y chilenas".

Estas palabras fueron entendidas como una advertencia a los constituyentes de su sector, pero también un cambio de actitud frente a un proceso que sin duda está ligado a su Gobierno, aunque él mismo sea quien no quería invertir en ello. Aunque los constituyentes de izquierda son mayoría y usan todos los canales para informar del trabajo de la Convención, el caos informativo producto del inmenso volumen de votaciones y la falta de una línea informativa unificada, ha permitido que la derecha difunda noticias falsas y subraye este desorden por la redacción de la nueva Constitución.

El fin de la instauración

Estas semanas de acuerdo con la planificación del Gobierno, se termina el periodo de creación e implantación de la Constitución, la cual vendrá marcada por viajes a lo largo de todo el país. El hecho de que el presidente viajó primero a Argentina antes que por el interior del país, se entiende como una decisión estratégica para dar una señal al exterior. Por su parte, los ministros se desplegaban por el territorio chileno para hacer notar su presencia, a pesar de que no dio los frutos que se esperaban. El ataque sufrido por la comitiva de la ministra Siches, quien ha protagonizado varios desaciertos informativos y que han sido siempre aprovechados por la derecha y sus medios.

Este incidente, sumado a la ansiedad de muchos ministros tan millennials como el presidente ya que se comunican a través de las redes sociales (algo que ha escalado incluso a las reuniones de gabinete) y un descenso en el nivel de popularidad en las encuestas, debiera impulsar a Boric por imponer su mensaje reformador, ordenar a su coalición y convencer a los chilenos que las reformas son necesarias, aunque, como señaló en Argentina, esto se parezca a un avión emprendiendo vuelo "con turbulencia".