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China consigue silenciar a su voz más crítica

El artista Ai Weiwei no podrá hablar con la prensa ni salir de Pekín en un año

DAVID BRUNAT

El caso de Ai Weiwei daría para escribir una tesis sobre el significado de la palabra libertad. En China, libertad puede ser el simple hecho de no vivir detenido por la Policía en una residencia secreta. Ai Weiwei, por ejemplo, es desde hace más de un día teóricamente libre, pero en su renovada libertad no podrá salir de Pekín durante todo un año, deberá presentarse regularmente en el juzgado, y a la vista de los hechos, tendrá estrictamente prohibido hablar con periodistas o criticaral régimen.

Así lo adelantó ayer el portavoz del ministerio de Exteriores chino: 'El caso de Ai Weiwei sigue bajo investigación, por lo que sin el permiso de las instituciones encargadas del cumplimiento de la ley no está autorizado a salir del lugar donde vive, una situación que puede durar, según la ley, hasta 12 meses, y deberá responder a las citaciones judiciales a tiempo'. Pekín ha conseguido silenciar a su mayor acicate, al artista más controvertido e irritante para la dictadura, y para ello ni siquiera ha tenido que presentar una acusación formal contra él. Tal vez nunca llegue a presentarla.

Todavía no se ha presentado una acusación formal contra el artista

El nuevo Ai Weiwei tiene la misma apariencia que el anterior, pero ha perdido su voz y con ella su esencia. Ayer, igual que hiciera el día anterior, apenas ofreció unas incómodas palabras a los periodistas que acudieron a verle y a preguntarle si es verdad que ha confesado haber evadido impuestos, tal como indicaba el martes la agencia de noticias Xinhua. 'Me he cortado el pelo yo mismo, ahora parece más enérgico', dijo el artista, enfundado en una camiseta blanca en la que podía leerse su nombre en grandes letras negras. Sobre el caso, ninguna referencia. 'Estoy muy bien, pero no es conveniente hablar ahora, no me permiten hablar con los medios porque voy a estar en libertad bajo fianza pendiente de juicio durante un año', reconoció Ai a la agencia Efe.

Su Twitter es el mejor reflejo de que el régimen parece haber ganado el pulso. No hay ni un nuevo post desde el 3 de abril, día en que fue detenido, cuando antes su cuenta bullía a todas horas de mensajes cáusticos y era leído con avidez por sus casi 90.000 seguidores.

La situación legal de Ai Weiwei no es exactamente una libertad condicional, sino un régimen especial chino aplicado a los casos más polémicos, como pueden ser los de los disidentes políticos. Según su abogado, Liu Xiaoyuan, la ley no obliga a Ai Weiwei a guardar silencio. 'Desconozco si ha llegado a un acuerdo con el Buró de Seguridad Pública [Policía]', afirmó Liu. Su silencio ha disparado la preocupación internacional sobre el trato que ha recibido durante sus 80 días de cautiverio y qué tipo de condiciones le ha impuesto el Gobierno para llegar a este extremo.

'Todo este asunto es sólo legal en apariencia, pero en realidad no tiene nada que ver con la ley', criticó ayer Pu Zhiqiang, abogado y activista por los derechos humanos. Tanto organizaciones como Human Rights Watch como los propios activistas, entre los que se cuentan decenas artistas, temen que el caso de Ai Weiwei anime a Pekín a usar con mayor frecuencia métodos extralegales para acallar a la disidencia.

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