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Documentos oficiales revelan el interés británico por liberar al ex agente libio

El Gobierno británico cambió de opinión sobre la liberación de Al Megrahi para mejorar sus relaciones con Libia

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Los documentos oficiales conocidos hoy confirman los numerosos contactos entre los Gobiernos británico, escocés y libio sobre la suerte de Ali Al Megrahi, condenado como autor del atentado de Lockerbie y liberado por razones humanitarias el 20 de agosto. No dejan en muy buen lugar al ministro británico de Justicia, Jack Straw, por haber protagonizado en cuestión de pocos meses un extraño giro en su opinión sobre el caso.

Londres siempre mantuvo en estos contactos, y los textos lo confirman, que la competencia correspondía por entero a las autoridades escocesas. Pero al mismo tiempo se reunía con los libios para defender los intereses de las empresas petrolíferas británicas y escuchaba del régimen de Gadafi que el destino de Al Megrahi era el gran escollo de cara a cualquier acuerdo.

El Gobierno británico también comunicó al escocés que el acuerdo que firmó con Libia para que los presos cumplieran sus condenas en sus respectivos países podía aplicarse a Al Megrahi. Y ahí es donde la actitud de Straw hace pensar que los británicos terminaron cediendo a las presiones libias.

Inicialmente, Straw comunicó en septiembre de 2007 a su homólogo escocés que compartía su opinión de que el acuerdo sobre los presos no podía aplicarse al ex agente libio.

Pocos meses después, cambió de opinión. El 19 de diciembre, informó a Escocia que no se haría ninguna excepción con Al Megrahi, porque “las negociaciones con Libia habían llegado a un punto crítico” y había que tener en cuenta  “los intereses evidentes del Reino Unido”. El ministro escocés no necesitaba que le concretaran más.

Por si quedaba alguna duda sobre la voluntad de Londres, Straw informó a Edimburgo el 11 de febrero de 2008 que “Libia se había convertido en un aliado clave en la lucha contra el terrorismo”. 

¿Era necesario detallar más beneficios? Sí, porque Straw también le recordaba que Libia podía ser muy útil para “ayudar a reducir el flujo de inmigrantes ilegales a la UE y el Reino Unido”.

Los políticos escoceses no quieren ser los únicos que salgan con la reputación malparada de todo este embrollo. Por eso, ayer publicaron otros documentos no menos reveladores. Uno de ellos es el acta de una reunión con un ministro libio. Éste les informa que Trípoli sabía que el primer ministro, Gordon Brown, no quería que Al Megrahi muriera en prisión. No era extraño. Los libios habían advertido a Londres que ese desenlace tendría “efectos catastróficos” en las relaciones entre los dos países.

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