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Las elecciones en Colombia podrían poner fin a la hegemonía del uribismo y su cuestionada forma de gobernar

El expresidente Álvaro Uribe ya no tiene la influencia de antaño y la posibilidad de un Gobierno de izquierda en los comicios marcaría el fin de ciclo de una corriente política que perdió el rumbo cuando desaparecieron las FARC.

El presidente de Colombia Álvaro Uribe - EFE
El presidente de Colombia Álvaro Uribe - EFE/Archivo.

Álvaro Uribe está considerado una de las figuras más influyentes y con más popularidad de la historia política de Colombia. A su alrededor se forjó el uribismo como corriente política hegemónica que trató de llevar siempre las riendas del país durante estos últimos 20 años. Uribe llegó al poder en 2002 con una victoria en primera vuelta aplastante. El conflicto armado estaba en uno de sus momentos más álgidos y dedicó toda la legislatura a combatir con puño de hierro a las FARC hasta llevar a la guerrilla a la retaguardia. Uribe y el uribismo se construyeron así sobre la promesa de la seguridad en un momento en el que las FARC tenían mucho poder y la opinión pública pedía mano dura. "Había cierto consenso nacional de frenar militarmente a las FARC frente a otras posiciones minoritarias que pedían una salida negociada del conflicto armado", dice Gonzalo Sánchez, exdirector del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Con sus grandes logros operacionales militares, Uribe ganó unas nuevas elecciones presidenciales en 2006 gracias a su polémica reforma de la Constitución para poder reelegirse. En este segundo mandato quiso mantener los resultados militares ayudándose de grupos paramilitares, acudiendo a la guerra sucia con escuchas ilegales a sus opositores y hoy se sabe que el Ejército asesinó a 6.402 civiles para hacerlos pasar por guerrilleros muertos en combate. Uribe ha negado que hubiera ordenado estos asesinatos conocidos como falsos positivos y tampoco ha sido vinculado formalmente a las investigaciones.

Terminada la presidencia con su prestigio cuestionado pero casi intacto, Colombia acabó votando por quien él dijera. Primero lo hizo por el que fuera su ministro de defensa Juan Manuel Santos que enarboló la bandera de la seguridad democrática de Uribe hasta que llegó al poder y se desmarcó para tomar su propio camino y negociar la paz con las FARC. Uribe lo consideró una traición. Lo derrotó en la primera vuelta de las siguientes elecciones con Oscar Iván Zuluaga como candidato, que finalmente perdería ante Santos en segunda vuelta... En 2018, Uribe se convirtió en senador con el respaldo de más de 800.000 votos y apostó por Iván Duque para la presidencia y le salió bien.

Sin protagonismo y en declive

Cuatro años después, estas serán las primeras elecciones en las que Uribe no está en el centro del debate desde que abandonó la Presidencia. El expresidente apenas se ha dejado ver. Su partido, el Centro Democrático, tampoco pasa por su mejor momento y veía como su candidato a la presidencia Iván Zuloaga se hacía a un lado al verse sin posibilidades. La impopularidad y la mala gestión de estos cuatro años de Duque como presidente también ha podido pasarle factura. Todo, unido a los procesos judiciales que enfrenta desde hace dos años por los presuntos delitos de soborno y fraude procesal por manipulación de testigos.

 "El uribismo ha necesitado mantener vivo el mito de las FARC para perpetuarse"

Para Sánchez, sin embargo, la razón principal de su declive es el contexto más favorable a la paz que existe ahora en Colombia. "El uribismo ha necesitado mantener vivo el mito de las FARC para perpetuarse. El acuerdo de paz y la desmovilización de la guerrilla lo dejó sin plataforma política positiva frente al país y a su discurso. A partir de ahí se dedicó a hacer oposición a lo negociado por el Gobierno Santos con un discurso destructivo de los Acuerdos de Paz".

Uribe está en sus horas más bajas. Su partido no fue ni siquiera invitado a la formación de Equipo Colombia, una coalición de derechas de la que salió elegido el exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez "Fico" como candidato presidencial y que recibió después el apoyo de los partidos tradicionales, incluido el Centro Democrático de Uribe tras la renuncia de Zuluaga.

"'Fico' sabe que no puede identificarse abiertamente con Uribe porque es un lastre que podría restar más que sumar"

Con todo, el exalcalde de Medellín ha tratado de desvincularse de Uribe. "Federico Gutiérrez representa la derecha más clásica y sabe que no puede identificarse abiertamente con Uribe porque es un pasivo desde el punto de vista político y un lastre que podría restar más que sumar. Antes convertía en oro todo lo que tocaba pero ahora se convirtió en una especie de apestado", argumenta Yezid Arteta, escritor y analista político vinculado a la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona que dirige el portal El Comejen y fue guerrillero de las FARC.

Para Sánchez, Uribe no tiene herederos con su misma capacidad retórica y de convocatoria. Tampoco su destreza para manejar el global de la escena política. "Fico ha dicho permanentemente que él no es uribista ni el candidato de Uribe. En cualquier caso es una figura menor con poca estructura ideológica y un discurso vacío. No tiene la fuerza para ser el heredero del proyecto político uribista, aun en el caso de que sea presidente".

En esta campaña electoral han aparecido grandes carteles en los que se veía una enorme cara con la mitad del rostro de Uribe y la otra mitad con el de Fico. Son obra del colectivo Puro Veneno, abiertamente antiuribista. "Fico puede ser o no uribista. Es una cuestión de interpretación. Pero todo el uribismo si está con Fico y ahí no hay cabida a la interpretación", dice uno de los miembros de este colectivo de agitación gráfica que prefiere no decir su nombre.

Y es que los colectivos más alternativos y las organizaciones sociales esperan que estas elecciones sirvan para enterrar definitivamente un proyecto político como el uribismo que los identificó a menudo como guerrilleros sin ninguna prueba. "El uribismo ha usado todas las formas de represión contra quienes incomodábamos. Es una tendencia política fuerte institucionalmente, con un brazo armado paramilitar y con una red de corrupción en su interior que afecta a jueces y militares. No es una derecha conservadora de ideales, es una partido que se fundamenta en la mentira. Hoy está herido y debilitado. Quizá estemos en el inicio de su final", afirma el integrante del colectivo Puro Veneno.

Gonzalo Sánchez apunta también en la misma dirección y considera que hay un hastío general en la sociedad con el acumulado del uribismo que se vio claramente en la forma de dar respuesta a la protesta social del llamado Paro Nacional. "El uribismo no ha encontrado su lugar en la Colombia post acuerdos de paz", sentencia.

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