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La factura histórica a
la que Obama deberá hacer frente en la Cumbre de las Américas

La cita en Panamá, en la que estará presente Cuba, girará en torno a la declaración de Washington contra Caracas. El presidente de EEUU deberá responder a la condena unánime de América Latina, cansada de las injerencias de la Casa Blanca

Un hombre pasa junto a un cartel de la Cumbre de las Américas que se celebrará en Ciudad de Panamás el 10 y 11 de abril. - AFP

FERNANDO RAVSBERG

LA HABANA.- La Cumbre de las Américas que arranca este viernes en Panamá es la primera en la que estará presente Cuba. Sin embargo, y contra todo pronóstico, no serán las relaciones de la isla con EEUU lo que centre la polémica, sino la declaración de Washington contra Venezuela, país al que califica de amenaza a su seguridad nacional. La reacción de América Latina ha sido unánime porque nadie cree que Caracas tenga capacidad real para amenazar a EEUU y, por otra parte, semejante calificativo puede servir de base para justificar una nueva intervención militar en la región.

La Subsecretaria de Estado de EEUU, Roberta Jacobson, parece sentirse incomprendida por los gobiernos latinoamericanos: "Me decepcionó que no hubiera más países que defendieran que (las sanciones) no eran para dañar a los venezolanos o al gobierno venezolano en su conjunto". La diplomática se muestra dolida porque "las palabras son importantes, y el tono con que se dicen esas palabras. El tono que están usando ahora los líderes (latinoamericanos) demoniza a Estados Unidos como si fuera la fuente de los problemas de Venezuela, cuando no lo somos".

 

Lo realmente sorprendente es que a la Administración Obama le sorprenda la reacción latinoamericana, continente que ha sido invadido militarmente por EEUU decenas de veces durante toda su historia y muchos golpes de Estado contra la democracia contaron también con el apoyo de la Casa Blanca.

Las facturas de la historia

Hoy, las cosas han cambiado. La familia de la presidenta chilena fue reprimida por la dictadura que promovió EEUU. Dilma Rousseff fue torturada por la dictadura que apoyó EEUU en Brasil. En El Salvador gobierna el FMLN, movimiento que luchó en una guerra financiada por EEUU. En Nicaragua han vuelto al poder los sandinistas, guerrilla que derrocó al dictador Somoza, al cual la Casa Blanca defendía diciendo que

En Uruguay lidera el Frente Amplio, de los que muchos de sus militantes fueron asesinados o desaparecieron por el Plan Cóndor, asesorado por EEUU. Washington cuestiona al presidente indígena de Bolivia por su vinculación con los trabajadores cocaleros. En Ecuador apoyan a las fuerzas contrarias al gobierno, democráticamente electo, de Rafael Correa. En Argentina, la Casa Blanca defiende los "fondos buitre" y la soberanía inglesa de las Malvinas.

Mientras los organismos de integración regional buscan crear una zona de paz (CELAC) y reclaman la retirada de las bases militares extranjeras (UNASUR), EEUU responde aumentando el número de efectivos y equipos en su base militar de Palmerola, en Honduras. Además, EEUU mantiene bases militares en Cuba, El Salvador, Curazao, Aruba, Colombia, Costa Rica, Islas Turcas y Caicos, Bermudas, Bahamas y Paraguay. Finalizada la Guerra Fría, resulta poco creíble que el objetivo de estas bases sea proteger la región de un ataque foráneo. Exceptuando la base de Guantánamo, en Cuba, el resto de sus instalaciones militares cuentan con el beneplácito de los gobiernos de esos países, los mismos que en bloque votan unánimemente por convertir a la región en una zona de paz, sin bases extranjeras.

Más allá de los discursos

Cuba sigue bloqueada, sigue estando en la lista elaborada por la Casa Blanca de países terroristas y ahora, además, se ha filtrado un plan por parte de EEUU para "amplificar" la disidencia cubana en Panamá. Existe incluso una grabación en la que se dice que se pedirán fondos extras al Departamento de Estado "porque ellos (los disidentes) quieren armar algo grande". Las autoridades panameñas retuvieron a los disidentes cubanos en el aeropuerto, donde fueron interrogados por la seguridad. Asegura la hija de Oswaldo Payá que le advirtieron de que iba a "ser deportada a Cuba" si causaba cualquier disturbio. "Vayan a su país causar disturbios”, defiende que le dijeron.

Obama se reunirá con los opositores de Cuba y Venezuela. The New York Times, periódico que se ha convertido en portavoz oficial de la Casa Blanca, pidió el apoyo de toda Latinoamérica pero sólo logró que lo acompañen los presidentes de Uruguay y Costa Rica. El Gobierno de La Habana respondió llenando un avión de representantes de la sociedad civil y enviándolo a la Cumbre. Así, se proyectará la imagen de una sociedad dividida en bloques irreconciliables, cuando el grueso de los cubanos no creen que su país sea el infierno que cuentan ni tampoco el paraíso que pintan.

Cuba a segundo plano

A pesar de la algarabía de los cubanos, el debate central será sobre Venezuela. Aunque Obama quiera evitar el tema, lo más probable es que no pueda evadirlo porque es una preocupación general y difícilmente logrará silenciar a todos. El mandatario estadounidense acaba de asegurar que Cuba "es un país minúsculo" con el cual tener "mayores relaciones (…) no supone muchos riesgos para nosotros". Ahora tendrá la oportunidad de explicar por qué Venezuela sí puede poner en peligro la seguridad nacional de EEUU.

Si algún asesor le dijo a Obama que esta Cumbre iba a ser un bálsamo debería despedirlo porque va camino de repetir la experiencia de la Cumbre de Colombia en 2012, la cual terminó sin declaración final y con todos los presidentes de la región reclamando la participación de Cuba.

Asegura el catedrático Luis Suarez que esta Cumbre de las Américas y los eventos paralelos serán campos de batalla y no parece estar muy alejado de la verdad. Sin embargo, aclara que la región no pretende darle un portazo en la cara a Obama sino iniciar una negociación colectiva. Su política de negociación con Cuba fue aplaudida por todo el continente. La región reclama un trato diferente, de vecinos más que de "patio trasero". Este será el último encuentro del presidente Obama con Latinoamérica y en sus manos está decidir qué tipo de despedida quiere.

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