El miércoles, el FBI mató a un hombre en el estado de Utah, cuando una patrulla intentaba detenerlo y registrar su casa, tras ser acusado de amenazar al presidente Joe Biden. El individuo, que ha sido identificado como Craig D. Robertson, había amenazado también con disparar al fiscal del distrito de Manhattan Alvin Bragg, el hombre que imputó a Donald Trump en abril por el caso de Stormy Daniels.

El incidente no es un caso aislado, sino el último de muchos sucesos violentos que demuestran la normalización de la violencia como arma política en el país.

En noviembre de 2022, Anthony Lee King, un señor de 43 años, trabajaba en el jardín de su casa cuando su vecino lo mató a tiros. El asesinato ocurrió en el Condado de Butler, ubicado en el estado de Ohio, una región con una marcada mayoría política republicana y una fuerte inclinación hacia la derecha representada por el Gobierno de Donald Trump.

El informe presentado por la Policía que llegó al lugar del crimen detalla la motivación detrás del asesinato de King. Su viuda relató que el vecino "había visitado en varias ocasiones nuestra casa para confrontar a mi esposo debido a su creencia de que él era demócrata".

Los asesinatos de King y del hombre que amenazó a Biden son tan solo dos de los 213 casos de violencia política que ha sufrido el país desde el asalto al Capitolio en enero de 2021, según un reporte especial de Reuters, un síntoma preocupante de la creciente polarización en Estados Unidos.

Varios expertos concluyen tras analizar estos casos que "EEUU está viviendo el aumento más grande y sostenido de violencia política desde la década de los setenta". La violencia ha cobrado la vida de 39 personas.

Algunas muertes fueron resultado de disputas individuales, como una pelea fatal el año pasado entre dos hombres de Florida que discutían sobre la capacidad empresarial de Trump. Otras ocurrieron en entornos públicos, como el tiroteo de cinco manifestantes por la Justicia social en Portland el año pasado, a manos de un hombre inmerso en la retórica política de extrema derecha.

Los asesinatos en masa motivados políticamente han cobrado la vida de 24 personas, incluido el tiroteo de mayo de 2022 en el que un supremacista blanco disparó contra 10 compradores afroamericanos en Buffalo, después de haber instigado públicamente a iniciar una guerra racial.

En una encuesta de Ipsos para Reuters con casi 4,500 votantes registrados, alrededor del 20% de los encuestados, incluyendo tanto demócratas como republicanos, indicaron que consideraban "aceptable" la violencia si se empleaba "para alcanzar su visión de una sociedad mejor".

En otro sondeo realizado entre marzo y abril, el 65% de los participantes manifestaron su preocupación "por los actos de violencia perpetrados en nombre de creencias políticas".

Las amenazas de violencia y la retórica intimidante se dispararon después de que Trump perdiera las elecciones de 2020 y afirmara falsamente que el voto había sido robado. Gran parte de esa actividad estaba dirigida a los trabajadores electorales, quienes sufrieron amenazas de muerte a lo largo de la campaña electoral, como documentó Reuters en una serie de informes en 2021.

Factores como la crisis causada por la pandemia de la covid-19, la retórica empleada por Trump y las discusiones intensas sobre temas como derechos LGTBI y el aborto legal han avivado la animadversión entre la derecha y la izquierda, incitando la violencia en muchos casos.

Asimismo, las persecuciones legales contra Trump por cargos de manejo inadecuado de registros clasificados y conspiración para revertir las elecciones de 2020 están intensificando el rencor partidista en torno a su campaña para recuperar la Casa Blanca. Algunas oficinas electorales locales han instalado cristales antibalas y puertas de seguridad ante las amenazas de violencia.

La ola de violencia de hoy contra la de los 1970

A principios de la década de 1970, la violencia política en Estados Unidos fue perpetrada con mayor frecuencia por radicales de izquierda y se centró en gran medida en la destrucción de propiedades, como edificios gubernamentales. Los bombardeos ocurrían por la noche, cuando no había mucha gente presente, ya que el objetivo era influenciar las decisiones del Gobierno, no matar a sus adversarios políticos.

Hoy en día, la mayoría de la violencia proviene de la extrema derecha y su objetivo es directamente acabar con la vida de las personas que no comparten su ideología política. Las divisiones entre la izquierda y la derecha se han intensificado, y han creado una "percepción de que los miembros del partido opuesto son una fuerza malévola decidida a destruir el tejido social y cultural de Estados Unidos", según demuestra un sondeo de Reuters. 

El Departamento de Seguridad Nacional ha emitido un comunicado advirtiendo sobre "extremistas políticos", que presentan una "amenaza letal" a la seguridad del país. El director de la FBI, Christopher Wray, advirtió que disputas electorales fomentan los encuentros violentos entre ambos partidos políticos.

La violencia y la polarización han destruido comunidades, enemistando a vecinos que comparten una misma calle, como fue en el caso del asesinato de King.

Los expertos han llamado al nuevo fenómeno de polarización "sectarianismo político", un problema que sobrepasa la simple polarización, y resulta en una situación en donde cada partido "demoniza al enemigo" y lo califica como un enemigo que "traiciona al Estado", explica el académico Eli J. Finker.

El sentimiento de aversión hacia el partido contrario ha cobrado mayor fuerza e importancia que la disposición a la cooperación interna dentro del propio partido como factor determinante a la hora de votar.