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Fidel Castro alcanza los 90 años habiendo sobrevivido a 700 planes de la CIA para asesinarlo

Fidel, que en sus múltiples memorias alardea de haber "preparado" al pueblo para el momento de su "desaparición",  observa desde la distancia las transformaciones en Cuba

Foto de archivo del líder de la revolución cubana, Fidel Castro, de spetiembre de 2010, durante un discurso en la Universidad de la Habana. AFP/Adalberto Roque

EUROPA PRESS

MADRID.- Fidel Castro cumple este sábado 90 años. Muchos más de los que nadie habría imaginado con más de 700 planes para asesinarlo, contando solo los reconocidos por la todopoderosa CIA. Y lo hace con una Cuba en plena metamorfosis, mientras observa con escepticismo el desembarco de su histórico enemigo.

Castro, criado en el seno de una familia acaudalada de origen español, entró en contacto con su espíritu revolucionario del que ya jamás se desprendería en los foros estudiantiles de La Habana y Santiago, epicentro de la lucha anticapitalista que cambiaría para siempre los designios de Cuba.

El golpe de Estado contra el Gobierno de Carlos Prío Socarrás para poner a Fulgencio Batista en el poder, apoyado por Estados Unidos, fue el punto de inflexión que le hizo pasar de la lucha política que había emprendido de la mano del Partido Ortodoxo de Eduardo Chibás a las trincheras.

El 26 de julio de 1953, convertido ya en el líder de la oposición clandestina, Castro encabezó a un grupo de 130 rebeldes en Santiago para derrocar con un golpe maestro a "la tiranía batistiana". Divididos en tres comandos, Fidel se encargaría de tomar el Cuartel Moncada; su hermano Raúl, el Palacio de Justicia; y Abel Santamaría, el Hospital Civil. "Compañeros, podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos, pero de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba para tomar la bandera y seguir adelante", arengó a las tropas insurgentes.

La acción rebelde no resultó como esperaba y, aunque su hermano y Santamaría hicieron su trabajo, Castro no pudo rendir el Moncada. El plan había fracasado y los supervivientes fueron detenidos, procesados y sentenciados. "Condenadme, no importa, la historia me absolverá", espetó Fidel al tribunal que le juzgó en un alegato final ya mundialmente célebre.

Fidel Castro con sus compañeros de guerrilla en una imagen de abril de 1959. AFP

Fidel Castro con sus compañeros de guerrilla en una imagen de abril de 1959. AFP

Tal y como había augurado, el 26 de julio quedó marcado en el calendario revolucionario como la primera batalla de una larga guerra. Con esta derrota estratégica había nacido un Movimiento de jóvenes hombres y mujeres que aún hoy pinta de rojo y negro las calles de todo Cuba.

Fidel fue encarcelado, pero de los 15 años que recibió apenas cumplió dos, gracias a una amnistía con la que, sin saberlo, Batista había iniciado la cuenta atrás de su mandato. Consciente de que quedarse en Cuba significaría la muerte, partió a Estados Unidos y México, desde donde, ya junto a Ernesto 'Che' Guevara, perfiló el asalto final.

Fotografía de enero de 1960 del líder de la revolución cubana, Fidel Castro, con Ernesto 'Che' Guevara en La habana. AFP

El 25 de noviembre de 1956, junto a 81 rebeldes, incluidos el Che y Raúl, Fidel se embarcó en un pequeño yate de recreo bautizado con el apelativo cariñoso de abuela en inglés (Granma), decidido a morir o ganar en el intento. "Si salgo llego, si llego entro, si entro triunfo", dijo. No se equivocó.


Siete días después y con la tripulación diezmada ("constituíamos un ejército de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de un oscuro mecanismo psíquico", escribió el Che) llegaron a Cabo Cruz, a "la peor ciénaga de la que jamás haya visto u oído hablar", según Raúl, y, sorteando a los soldados de Batista, alcanzaron Sierra Maestra.

Escondido en una cabaña con cinco posibles vías de escape y vistas al Pico Turquino, el más alto de la nación caribeña, dirigió una guerra de guerrillas de tres años que le convirtió para siempre en líder político, y hasta espiritual, del pueblo cubano.

La revolución

Estas y otras hazañas, como la victoria en la bahía de Cochinos o la gestión de la crisis de los misiles ya en la década de los 60, alimentaron la épica que envuelve sin remedio la figura de Fidel Castro y que le permitió gobernar con mano de hierro un país incandescente por su importancia en la geopolítica de la Guerra Fría.

Castro hizo realidad su sueño comunista gracias al apoyo político y económico de la URSS. Nacionalizó hasta el último metro cuadrado (excepto el cementerio de Colón, en La Habana, plagado de tumbas de españoles y estadounidenses cuyos descendientes aún hoy se reparten la propiedad), creó un extenso sector público y lo sometió al férreo control del partido único.

Foto de agosto de 2005 del líder de la revolución cubana Fidel Castro con el presidente de Venezuela, Hugo Chavez, en la Escuela Latinoamericana de Medicina, en La Habana. AFP/ Enrique de la Osa

Foto de agosto de 2005 del líder de la revolución cubana Fidel Castro con el presidente de Venezuela, Hugo Chavez, en la Escuela Latinoamericana de Medicina, en La Habana. AFP/ Enrique de la Osa

La utopía quebró, y a punto estuvo de desaparecer, durante el Periodo Especial que siguió a la extinción de la URSS. Fue la Venezuela de Hugo Chávez en los 90 la que rescató a Cuba a base de la renta petrolera y consignas bolivarianas. Años después se sumarían los distantes camaradas chinos y el poderío de la Rusia emergida de las cenizas soviéticas.

El amigo 'yanqui'

En 2008 Fidel tuvo que dejar el Gobierno en manos de su hermano Raúl, a causa de una enfermedad intestinal que estuvo cerca de llevárselo, confiando en que su legado se mantendría gracias a "la vieja guardia" que todavía domina el Partido Comunista de Cuba (PCC).

Pero la coyuntura global obligó a Raúl a esbozar una apertura económica que, irremediablemente, traería "cardinales transformaciones a escala social bajo las premisas inviolables de no aplicar las socorridas terapias de 'shock' de los países capitalistas".

Foto de abril de 2011 de Fidel Castro con su hermano Raúl durante una sesión del VI Congreso del Partido Comunista cubano. AFP/ Adalberto Roque

Foto de abril de 2011 de Fidel Castro con su hermano Raúl durante una sesión del VI Congreso del Partido Comunista cubano. AFP/ Adalberto Roque

Quizá lo que nunca imaginó es que el 17 de diciembre de 2014 Cuba volvería su mirada hacia  el "imperialismo yanqui" que tanto había maldecido para sobrevivir con una nueva catarsis a la crisis de la Venezuela chavista.

"Es hora de dejar el pasado atrás y mirar hacia el futuro", dijo el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en una más que histórica visita a Cuba que hizo el pasado mes de marzo para simbolizar la reconciliación de dos polos enfrentados durante más de medio siglo.

Fotografía de enero de 1998 de Fidel Castro con el Papap Juan Pablo II a su llegada al aeropuerto Jose Martí de La Habana, cuando llegó para su visita de cinco días a Cuba. AFP/ Michel Gagne

Los millones de turistas que inundan Cuba, las casas particulares donde duermen (dotadas por mandato legal de aire acondicionado y baño propio) y los negocios por cuenta propia de los que gozan, que hace tan solo cinco años no existían, muestran la transformación cubana.

Sin embargo, el verdadero indicativo de que ya no es la Cuba "irrevocablemente socialista" pensada por Fidel es la despedida que él mismo anunció durante el congreso general del PCC celebrado el pasado abril ("tal vez sea una de las últimas veces que hable") y los planes de Raúl de ceder en 2018 la Presidencia a alguien sin el apellido Castro.

Los cubanos han recibido alto y claro el mensaje. La nación entera se ha engalanado este 13 de agosto para darle las "gracias" al Comandante con múltiples festejos conciertos, desfiles, libros mientras aguarda a que se acabe el bloqueo, último bastión de la vieja Cuba.

Varios operarios instalan un retrato del líder de la revolución cubana, Fidel Castro, que cumple 90 años. REUTERS/Stringer

Varios operarios instalan un retrato del líder de la revolución cubana, Fidel Castro, que cumple 90 años. REUTERS/Stringer

Fidel, que en sus múltiples memorias alardea de haber "preparado" al pueblo para el momento de su "desaparición", observa ahora desde la distancia una transición, al menos económica que no había anticipado, con la esperanza de que sobrevivan "las ideas de los comunistas cubanos".

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