Crece el número de países, la mayor parte occidentales con Estados Unidos al frente, que cierran filas con las denuncias israelíes a miembros de la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) por su presunta involucración en la matanza cometida por Hamás en Israel el 7 de octubre.

La ayuda humanitaria a los palestinos, cancelada ya por casi una veintena de países, está en juego en el momento más difícil. Israel aprovecha este escándalo para desviar la atención internacional de su destrucción indiscriminada en Gaza y de las demandas de sus dirigentes para expulsar a todos los palestinos de la Franja. O acabar con ellos con su guerra de venganza.

La campaña internacional de demonización de la UNRWA, orquestada por Tel Aviv para castigar a una organización con miles de empleados por los crímenes cometidos supuestamente por apenas una docena de ellos, apunta a la eliminación del más incómodo testigo de las crímenes de guerra cometidos por Israel en esta crisis y en su sometimiento durante décadas de los territorios palestinos.

También se trata del último protector internacional que tiene, in situ, la población palestina. Sin la UNRWA en Gaza, Israel podría llevar a cabo los planes que ya mencionan sus ministros para limpiar este territorio palestino de sus legítimos habitantes.

Israel acusa a la ONU de enseñar terrorismo en sus escuelas

En una entrevista televisiva, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acusó a trece operarios de la UNRWA de participar "directa o indirectamente en la masacre del 7 de octubre". Después apuntó directamente contra la UNRWA, en cuyas escuelas, dijo, se "han estado enseñando doctrinas del terrorismo, alabando y glorificando el terrorismo".

Dentro de la campaña de confusión lanzada por Israel, un supuesto dosier israelí de inteligencia presentado a la agencia Reuters acusaba a 190 empleados de la UNRWA, entre ellos profesores, de ser militantes de Hamás o de la Yihad Islámica. Solo se daban los datos de once de ellos.

Si la UNRWA sufre más suspensiones internacionales a su financiación en Gaza, la catastrófica situación humanitaria que vive la Franja, sin apenas alimentos, medicinas y asistencia básica en medio de una guerra de aniquilación, obligará a abrir vías de evacuación de los casi dos millones de desplazados internos en ese territorio palestino. Ese es el plan de Netanyahu y sus halcones.

La UNRWA, además de prestar asistencia humanitaria, ofrece educación en sus propias escuelas y asistencia en centros médicos. También ayudan con créditos familiares e infraestructuras básicas. Cuando en 2005, Israel y Egipto bloquearon Gaza y la asfixiaron económicamente, la UNRWA se hizo indispensable para la supervivencia de la población.

El último escudo para los gazatíes y un enemigo a abatir

Desde que empezó la crisis actual, el 7 de octubre, un millón de gazatíes se han refugiado en escuelas de la ONU para evitar ser bombardeados por Israel. Si la UNRWA es puesta fuera de la ley en Gaza, como pretende Israel, ese escudo se habrá acabado para ese 45% ciento de los habitantes de la Franja.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, insiste en que la ONU "está tomando medidas rápidas" para atajar esas acusaciones "extremadamente graves" y castigar tales "actos abominables" si son probados. Sin embargo, subraya, "es necesario satisfacer las necesidades humanitarias de las poblaciones desesperadas a las que sirve la UNRWA", de ahí la necesidad de que el flujo de aportaciones no se reduzca.

Los principales donantes para los proyectos y servicios de la UNRWA son la Unión Europea, Estados Unidos, Suecia y Japón.

Dosieres misteriosos y desinformación aparte, las acusaciones vertidas por Israel pesan oficialmente sobre doce trabajadores que están siendo investigados por la UNRWA y cuyos contratos ya han sido cancelados. Una docena de empleados de 30.000 que tiene la UNRWA y de los que 13.000 trabajan en Gaza. Operarios que están compartiendo la suerte de los gazatíes desde que comenzó la ofensiva masiva israelí. La muerte de 152 de ellos muestra el grado de su compromiso.

Pese a que su culpabilidad no ha sido probada, no ha faltado tiempo para que los aliados occidentales de Israel, que estos días miraban a otro lado mientras la Corte Internacional de Justicia consideraba como "plausible" el genocidio israelí en Gaza, hayan puesto el grito en el cielo y retirado su financiación de la UNRWA.

Estados Unidos, aliado de Israel a sangre y fuego, fue el primero en suspender su ayuda a la UNRWA y de poner en entredicho la labor de esta agencia humanitaria.

A Estados Unidos le han seguido de momento Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Holanda, Austria, Finlandia, Islandia, Rumanía, Estonia, Lituania, Letonia, Suiza, Canadá, Australia y Japón. El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, ha indicado que España "no modificará su relación" con la UNRWA, aunque seguirá atentamente la investigación en curso.

De momento, la UE ha indicado que no cortará su financiación y esperará a conocer los resultados de la investigación. También ha instado a la UNRWA a que acepte una comisión auditora formada por expertos designados por la propia UE para revisar sus mecanismos de control interno, en aras de impedir "una posible implicación de su personal en actividades terroristas".

En el peor de los momentos

La obsesión de Israel con la UNRWA viene desde hace tiempo. Es la organización más importante en Gaza después de Hamás. Y no solo opera en Gaza y Cisjordania. También actúa en aquellos países que acogen a los seis millones de refugiados palestinos dispersos por Oriente Medio, en Líbano, Jordania y Siria, principalmente. Por eso, golpear a la UNRWA supone debilitar a la diáspora palestina en la región y torcerles el brazo a esos países árabes.

Esta retirada de los fondos con los que se nutre en su principales partidas el presupuesto de la UNRWA en Gaza ocurre, pues, en el peor de los momentos. En casi cuatro meses de guerra, son ya más de 26.000 los muertos por las bombas israelíes y hay 65.000 heridos. Además podría haber otros 8.000 muertos bajo los escombros.

Las condiciones climatológicas del invierno en la zona, con lluvias y caída de las temperaturas, están dificultando la supervivencia de los desplazados, obligados a huir de las grandes ciudades, como Gaza City en el norte y ahora Jan Yunis, en el sur de la Franja, empujados por las operaciones militares israelíes.

Veinte de las ONG humanitarias más importantes del mundo han demandado que no se suspenda la financiación de UNRWA, so pena de "un completo colapso de la respuesta humanitaria en Gaza".

En palabras a Radio Nacional de España, la presidenta de la delegación de la UNRWA en España, Raquel Martí, indicó este lunes que quedan recursos para menos de un mes. Actualmente, dijo, 1,7 millones de personas acogidas en las instalaciones de la ONU en Gaza dependen de esa asistencia para sobrevivir.

Martí manifestó su preocupación por el hecho de que Israel, cuyas fuerzas de seguridad e inteligencia fueron incapaces de detectar la incursión de miles de guerrilleros de Hamás el 7 de octubre e impedir el asesinato de 1.200 personas, ahora en cambio centre su ira sobre la UNRWA, con apenas una docena de trabajadores presuntamente colaboradores de esas milicias ese día.

Solo un alto el fuego detendrá el desastre

Ante la posibilidad de que, sin asistencia, en pocos días la catástrofe humanitaria actual devenga en una mortandad a gran escala entre la población desasistida, la única alternativa es un alto el fuego entre Israel y Hamás. Y para eso se reunieron este domingo en París la cúpula de los servicios de inteligencia israelí y estadounidense con los mediadores de Egipto y Catar, cuyo primer ministro presentó las condiciones de Hamás ante una tregua.

Se quieren retomar los términos de la negociación que empezó a fines de diciembre y que buscaba liberar a los rehenes israelíes y de otros países que aún están en manos de las milicias de Hamás. Cuando los guerrilleros de Hamás asaltaron el territorio israelí, también tomaron como rehenes a unas 240 personas.

Algunas murieron en los propios bombardeos israelíes, un centenar fue liberado en la anterior tregua de noviembre y quedan aún unas 130 secuestradas.

A cambio de la liberación total de los rehenes, Israel detendría sus operaciones militares durante dos meses, para facilitar la atención de los gazatíes por las organizaciones humanitarias y la entrada de más convoyes con ayuda.

Ahora, la suspensión de la financiación de la UNRWA pone sobre el filo de la navaja esta asistencia.

Ministros israelíes exigen una Gaza judía

Y en medio de esta situación de incertidumbre, el ministro de Seguridad Nacional de Israel, Ben Gvir, un extremista de ultraderecha con peso en el Gabinete del primer ministro Netanyahu, ha reclamado de nuevo el reasentamiento en el extranjero de los 2,3 millones de palestinos de Gaza.

El Ejecutivo, ha señalado Gvir, "debería fomentar la emigración voluntaria" de los palestinos, lo que permitiría, ha agregado, restablecer asentamientos israelíes en Gaza, de donde, al contrario que Cisjordania, que está minada de colonias judías ilegales, Israel ordenó la salida de todos sus colonos en 2005.

Esta es ya la enésima llamada a la supresión de Gaza como una entidad independiente desde el Gabinete de Netanyahu. El propio primer ministro subrayó días atrás su rechazo a la formación de un Estado palestino, al que Israel siempre vería como un foco de amenazas.

La alternativa a la fórmula de los dos estados solo puede pasar por el control militar israelí de la Franja de Gaza y su conversión en una auténtica cárcel para sus habitantes, o bien por su asimilación total al estado judío.

Y esto solo se puede acometer con la previa desaparición de los actuales habitantes palestinos de Gaza, bien con su expulsión a otros países (como está ya negociando el Gobierno israelí) o con su obliteración física, como apuntan las masacres imparables desde el 7 de octubre.