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El partido finlandés de extrema derecha puede hacer estallar el euro

La formación Auténticos Finlandeses, que sustenta al Gobierno, amenaza con hacerlo caer si da el visto bueno a la concesión del nuevo rescate a Grecia

El líder de la formación de ultraderecha Auténticos Finlandeses, en una imagen de archivo. EFE

MADRID/BRUSELAS.- En la reunión del Eurogrupo que tuvo lugar ayer en Bruselas, y que pasada la medianoche fue interrumpida para continuar en la tarde del domingo, hubo un país que sobresalió por su dureza con Grecia por encima del resto. Y esta vez no era Alemania, habitual "poli malo" de la película, sino Finlandia, país que según diversas fuentes se negó ayer en redondo a conceder un tercer rescate al país heleno por la amenaza del partido ultra que sustenta su Gobierno.

El ministro de Finanzas finlandés, Alexander Stubb, ha desmentido que ayer protagonizase un bloqueo del acuerdo, aunque sí ha reconocido que "aún están muy lejos" de él ya que debería ir ligado a condiciones "muy duras". "Si esto fuera una negociación del 1 al 10, seguimos en el 3 ó 4", apuntaba Stubb, para quien las medidas griegas son todavía insuficientes.

Esta postura tan rígida con respecto al rescate griego tiene mucho que ver con la situación del Gobierno de Finlandia: está apoyado por los Auténticos Finlandeses (AF), un partido de extrema derecha que preferiría tumbar al ejecutivo antes que aceptar el tercer paquete de ayuda a Grecia.

Ahora, y según afirman los medios locales, el líder de los AF, Timo Soini, estaría ejerciendo una presión muy fuerte sobre el Gobierno al que sustenta para impedir que se concediese el tercer rescate a Grecia, amenazando con una moción de censura que significaría su caída segura si se concediesen las ayudas. A las 10.00 horas de la mañana del domingo, se ha celebrado un Gabinete de urgencia del Gobierno en Helsinki.

Finlandia por sí sola no tendría la fuerza suficiente para bloquear esta medida, ya que si el Consejo Europeo la tramita por el procedimiento de urgencia un 85% de los votos la sacaría adelante. Sin embargo, hay otros países, como los bálticos, Eslovaquia o la propia Alemania, que podrían sumarse a este rechazo. En el lado contrario, los mayores aliados de Grecia en la mesa de negociaciones son Francia, Italia, Chipre y la Comisión Europea que preside Jean-Claude Juncker; unos apoyos también insuficientes para los helenos.

Las elecciones en Finlandia se celebraron hace poco más de dos meses, resultando vencedor con un 21,7% de los votos el Partido del Centro al que pertenece el ministro Stubb. Pero la formación xenófoba, ultranacionalista, y eurófoba AF quedó en segundo lugar obteniendo el 17,6% de los apoyos, pasando a formar parte del nuevo Gobierno, que sustituyó a una fcoalición de conservadores y socialdemócratas.

La ultraderecha, un fenómeno reciente en los países escandinavos

Auténticos Finlandeses fue fundado en 1995, aunque durante los diez años siguientes apenas consiguió superar en un par de ocasiones el umbral del 1% de votos. Aun dando un pequeño salto a mediados de la década, el partido fue una opción minoritaria hasta las elecciones parlamentarias de 2011, en las que recibió el 19,05% de los sufragios, siendo incluso considerado por la prensa finlandesa como el verdadero ganador de las elecciones.

La formación ha ganado muchos apoyos con un discurso populista que defiende el Estado del bienestar nórdico y critica, desde la extrema derecha, los excesos del capitalismo. centra sus ataques en la Unión Europea y el multiculturalismo, principalmente en la extensión de la cultura musulmana, características que comparte con el resto de formaciones de xenófobas que suben como la espuma en los países escandinavos y el Norte de Europa.

En Noruega y Dinamarca, estos partidos llevan contando con una importante presencia política desde principios de siglo. Probablemente la formación más fuerte sea el Partido Popular Danés, que alcanzó su cima en las elecciones europeas del año pasado logrando el 26,6% de los apoyos. En Suecia, sin embargo, el partido Demócratas Suecos ha tenido muchos más obstáculos en su ascenso, ya que el electorado no olvida sus vínculos directos con grupos neonazis.

Algo parecido le ocurría al Frente Nacional francés, que se mantuvo en un segundo plano mientras era dirigido por Jean Marie Le Pen, un hombre que consideraba "una anécdota" en la Historia las cámaras de gas del III Reich. Ahora, con el partido en manos de su hija Marine, menos dada a la polémica, ya nadie duda en Francia que ver a la ultraderecha en el Elíseo es un escenario posible.

En el Reino Unido, las elecciones europeas tuvieron como ganador al UKIP, el Partido por la Independencia del Reino Unido. Distanciándose del resto de formaciones similares en Europa por sus posiciones neoliberales en lo económico (reivindican a Margaret Thatcher), sí comparten con ellas el desprecio por la inmigración, la defensa de los "valores tradicionales" y su convicción de acabar con la Unión Europea.

El caso más sonado es el de los neonazis griegos de Amanecer Dorado, que pese a tener a media cúpula de la organización en la cárcel por delitos de odio o violencia, quedó en tercer lugar en las elecciones parlamentarias de 2015, con un 6,3% de los sufragios.

El FPO austriaco, Partido de la Libertad por sus siglas en alemán, también es la tercera fuerza política en su país. Y la cosa no acaba ahí, ya que hay muchos partidos de derechas que, pese a no partir de posiciones xenófobas, están comenzando a asumir algunos de sus postulados, especialmente en lo referente a la inmigración.  Buenos ejemplos de ello son Los Republicanos (la antigua UMP) de Sarkozy en Francia o la Liga Norte en Italia.

La extrema derecha no hace más que aumentar sus apoyos en Europa, en una escalada a la que todavía nadie se atreve a poner techo.

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