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Rajoy, a la caza del voto rural en Ourense

Xosé Luis Baltar, último barón fraguista, hizo de guía al líder del PP

MARÍA JESÚS GÚEMES

El líder del PP, Mariano Rajoy, se fue el miércoles de 'tournée' por Ourense: cinco pueblos en un día. Junto a él, en todo momento, el presidente de la Diputación provincial, Xosé Luis Baltar, el 'talismán' de los conservadores para captar el voto rural que tanto necesitan para inclinar las elecciones gallegas a su favor.

Baltar, el último de los barones del fraguismo, se mostraba convencido de que el PP no iba a perder dos diputados en su tierra, tal y como había vaticinado Emilio Pérez Touriño. '¡Ni de coña!, gruñó. Por si acaso, Rajoy defendía que en la zona se iba a obtener 'un resultado holgado' porque había sido la provincia 'más maltratada' por la Xunta en estos cuatro años.

Desde que empezó la campaña, el PP emprende, siempre y a diario, tres caminos paralelos. Y todos pasan por Ourense. Una es la ruta que lleva el candidato, Alberto Núñez Feijóo. Otra, la de Rajoy, que va a acudir diez veces a Galicia. La última es la que realizan varios dirigentes de la cúpula del partido como María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Esteban González Pons y Alberto Ruiz Gallardón. Hay que arañar apoyos.

Rajoy puso todo su empeño en ello. Desde O Barco de Valdeorras, primera parada, no dejó de sacar pecho. Una señora le pidió que se preocupara por la familia de la asesinada, Marta del Castillo. Otra le acercó a su hija diciéndole: 'Se llama Victoria, sin Esperanza ¡eh!'. Dio un paseo a orillas del Sil y le regalaron una escultura que representaba un boomerang y bromeó al asegurar que su 'efecto' iba a catapultarlo hacia el éxito.

A partir de ese momento, el ritmo fue frenético. A su paso, Rajoy era recibido como un auténtico rey. Ante los parroquianos de Rubiá, el líder del PP pidió el apoyo de los suyos apelando al hecho de que les unían las mismas raíces. 'Pido el voto como gallego', proclamó.

Tras sus intervenciones se oían unas voces y dos palmadas. '¡Nos vamos!', era el grito de guerra de Baltar. En A Rúa clamaban que era 'un lujo' contar con Rajoy. Le regalaron empanada, una bica (un bizcocho) y siguió hasta O Pinto de Esgos, donde Baltar tiene buena parte de su familia. Allí les esperaban al más puro estilo ¡Bienvenido Mister Marshall! A última hora, cerró en Carballiño, en un encuentro con mujeres donde denunció el incumplimiento de la Ley de Dependencia por parte del Gobierno bipartito.

 

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