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Blasco dispara hacia abajo

El ex conseller del PP valenciano descarga toda responsabilidad del saqueo de dinero público perpetrado en su Consejería en sus subordinados, aunque evita señalar directamente a ninguno de los otros acusados.

JUAN E. TUR

'No lo sé'. 'Eso no era responsabilidad mía'. Esas han sido las dos frases más repetidas por Rafael Blasco esta mañana a preguntas de las acusaciones ante el tribunal que le juzga en Valencia en la primera de las dos causas que investigan el saqueo de dinero público realizado a través de la conselleria de Solidaritat i Ciutadania de la que fue el principal y único -pues se creó para él y tras su salida se cerró- responsable entre 2007 y 2011.

Acusado de haber cometido los delitos tráfico de influencias, falsedad documental, malversación y fraude, por los que se le pide una pena máxima de 14 años de prisión, Blasco evidenció así cuál es su estrategia de defensa para salir indemne del juicio: alegar que cualquier irregularidad que pudiera haberse producido en su consejería tuvo lugar fuera de su radio de acción. No obstante, y quizás invitando a sus subordinados también acusados en el litigio a mostrar hacia él la misma solidaridad, en sus respuestas a las acusaciones se cuidó de no señalar a sus compañeros de banquillo, extendiendo la responsabilidad hacia abajo: a los 'funcionarios de carrera' de una administración que calificó de 'desastre'.

Pero la irregularidad que se juzga no es menor. Según la instrucción, de cerca de 1,8 millones de euros destinados por su consejería al proyecto en Nicaragua de una presunta ONG sin experiencia (la Fundación CYES) solo 43.000 euros acabaron en su destino, mientras el resto se utilizó para la compra de inmuebles en Valencia. Y tras la pantalla de la oenegé operaba un empresario, Cesar Augusto Tauroni, con una estrecha y dilatada relación con Rafael Blasco.

'En la instrucción dije que le conocía de toda la vida, pero solo lo conozco desde hace 13 o 14 años' dijo Blasco cuando el fiscal anticorrupción empezó a interrogarle sobre esta relación, que el acusado negó en reiteradas ocasiones que fuera de amistad, para acabar -después de varias horas de interrogatorio- señalando que era 'amistosa'. La variación era inevitable, pues entre la primera respuesta y la última el tribunal ya había podido escuchar a Blasco decirle al empresario -cuando el escándalo del saqueo ya había saltado a la prensa- que 'lo importante es resistir y aguantar el tipo' y que deseaba acabar con él 'de alcalde de Nueva York'; leer correos entre Tauroni y la secretaria de Blasco en los que el primero se refería al ex conseller como 'el jefe'; o escuchar la lectura de un SMS en el que Tauroni le decía que 'de peores situaciones que ésta hemos salido'.

Blasco justificó estas y otras comunicaciones en el uso por parte de su interlocutor de un 'tono distendido' y en un contexto -el de su cesión en el cargo- en el que aseguró haber recibido numerosas muestras de solidaridad. Sin embargo no dio justificación alguna al respecto de por qué el empresario César Augusto Tauroni le facilitó por correo electrónico las respuestas que el conseller debía dar a las preguntas que las diputadas Mireia Mollà y Mónica Oltra le habían realizado en sede parlamentaria -después de que la secretaria de Blasco le hubiera enviado en su nombre las grabaciones de las mismas-. '¿Por qué si su relación no es estrecha? ¿Por qué si usted no sabe que el empresario tenga nada que ver con CYES?', le preguntó el fiscal, a lo que Blasco, confuso, se limitó a responder que mantenía comunicación 'con muchas oenegés'. Aunque Tauroni, a priori, no tenía relación con ninguna.

Protesta frente al TSJCV, por el 'caso Cooperación' donde está imputado el ex conseller de Solidaridad, Rafael Blasco. EFE

Al margen de su relación con el principal acusado (el empresario Tauroni lleva dos años en prisión provisional y la presidenta del tribunal ha anunciado esta mañana que su privación de libertad puede prorrogar hasta el máximo legal de cuatro años), el núcleo de los dos interrogatorios de la acusación a Blasco se ha centrado en determinar el grado de influencia de éste en la decisión de conceder la ayuda al proyecto y su grado de supervisión al respecto de su ejecución.

Y si bien sobre el primero (aunque como han reiterado ambas acusaciones pudieron producirse presiones que acabaron con cambios en el organigrama de la consejería) el ex conseller ha negado la mayor y se ha aferrado al argumento de que se limitó a firmar los informes aprobados por unanimidad por sus técnicos, sobre el segundo insistió en mostrar un absoluta dejación respecto a la supervisión de todos los proyectos y del que es objeto de la causa en particular.

Aunque la acusación popular recordó que una becaria de su conselleria enviada a Nicaragua redactó un informe señalando que allí no se veía por ningún lado la millonaria inversión de la Generalitat y que ese informe llegó hasta su jefe de área (el también acusado Marc Llinares), Blasco aseguró no haber tenido ninguna constancia del mismo. Y tampoco de que hubiera ningún tipo de irregularidad en su consejería hasta que salió en la prensa. Su reacción fue entonces -según su testimonio- reunir a la 'plana mayor' de su consejería, pero no para investigar lo sucedido, sino para hacer un informe que 'demostrara que la actuación de la consejería fue procedimentalmente correcta'.

Entre las preguntas de la fiscalía anticorrupción y las de la acusación popular, la abogacía de la Generalitat solicitó al tribunal poder realizar su interrogatorio a Blasco aunque éste se negara a responderle, algo que la presidenta, Pilar de la Oliva, negó. Del mismo modo, también le impidió justificar una petición que habría permitido a los valencianos conocer lo que la Generalitat habría preguntado al acusado. Ahora mismo el interrogatorio continua con el turno de las defensas.

Ya por la tarde llegó el turno de pregunta de las defensas, que, antes de que interviniera finalmente la del propio Blasco, se interesaron por la opinión del conseller al respecto del  grado de responsabilidad de sus clientes en los hechos juzgados. Además, dos letrados aprovecharon su turno para intentar desviar a la que fuera directora general de Cooperación, Carmen Dolz, la responsabilidad de la fallida supervisión del proyecto investigado. Paradójicamente, Dolz, que no está acusada y comparecerá como testigo en las próximas semanas, fue una de los altos cargos de la consejería que mostró su discrepancia cuando fue aprobada la ayuda al proyecto que finalmente desvió el dinero. En cualquier caso, Blasco siguió sin señalar directamente a nadie como responsable de nada.

Finalmente, el abogado defensor de Blasco abrió su turno sirviendo en bandeja a su cliente la posibilidad de negar haber obtenido beneficio alguno por las ayudas concedidas a Cyes o tener algún negocio o cuenta en común con César Augusto Tauroni. Del mismo modo insistió en preguntas con las que el acusado recalcó que las salidas de su conselleria nada tuvieron que ver con discrepancias con la concesión del proyecto y que su relación con Tauroni era la misma que con los responsables de oenegés. 'Me habría gustado tener el teléfono del despacho pinchado para que se supiera que a diario tenía decenas de conversaciones similares' declaró sin sonrojarse el diputado que al saltar el escándalo a la prensa empezó a llamar desde cabinas.

Con unas disculpas por si alguna de sus declaraciones había 'podido herir a alguien' pero ninguna muestra de arrepentimiento porque bajo su mando se produjera el desvío de dinero que investiga la causa, Blasco terminaba sus seis horas de declaración.

No será exclusiva de los clientes de Javier Boix https://www.publico.es/politica/475805/el-abogado-que-pone-en-cola-a-la-presunta-corrupcion-valenciana, pero el testimonio de Rafael Blasco ha reincidido en la técnica de intentar desviar la atención de los medios hacia la anécdota con el fin de que la esencia pase desapercibida. Francisco Camps lo hizo en el caso de los trajes con frases como 'nunca pido ticket' o 'nunca pago con tarjeta'; Carlos Fabra, asegurando que 'nunca vio entregar maletines en Madrid'; y Rafael Blasco hoy, cuando aseguró no saber 'escribir un e-mail' y no haber mandado uno 'en la vida'. El juicio se gana en la sala, pero tampoco hay que perder el de la opinión pública, y espacio dedicado a la anécdota es espacio perdido para explicar los hechos. En este caso, por ejemplo, que Blasco no ha podido justificar por qué Tauroni le daba instrucciones sobre qué responder en sede parlamentaria al respecto del desvío de dinero público.  

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