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Las cinco claves de la campaña del morbo por el 'sorpasso'

Especialistas en procesos electorales rechazan la idea de que sea una segunda vuelta del 20-D, pero destacan que se trata de una campaña que determinará las hegemonías en los dos bloques, sobre todo en la izquierda

Mariano Rajoy, Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesas, en la tribuna del Congreso de los Diputados. EFE


JUAN ANTONIO BLAY

MADRID.- En las 48 horas previas al indicio de la campaña electoral del 26-J el desfile de personajes de las cuatro formaciones principales por los medios de comunicación, principalmente en radios y televisiones, ha sido constante: a primera hora de la mañana, a mediodía, a la hora del café, a media tarde y en horario de prime time. Una saturación que busca “marcar territorio” antes de la recta final que es la propia campaña oficial en la que se está permitido pedir expresamente el voto a la ciudadanía.

Pero, ¿en qué se va a diferenciar esta campaña de la de hace apenas seis meses? Los expertos en sociología y comunicación política o en encuestas electorales consultados por Público no plantean opiniones sustancialmente diferentes.

Hay una obsesión por colocar los mensajes propios con ventaja sobre al adversario, como en otras ocasiones; sucede que ahora existe una saturación por la proximidad de la anterior campaña electoral del 20-D, apenas seis meses.

¿Campaña nueva o segunda vuelta del 20-D?

En este punto hay coincidencia. Se trata, dicen, de una campaña nueva porque participan los mismos actores, no hay una reducción o simplificación de contendientes, como en las segundas vueltas electorales.

Ahora bien, esta campaña tiene peculiaridades porque “es algo inaudito, sobre todo en España, repetir elecciones medio año después”, explica Narciso Michavila, sociólogo político y experto en encuestas.

En parecidos términos se expresan Luis Arroyo, experto en comunicación política, y José Luis Sanchis Armelles, consultor político. Eso sí, los tres señalan que tanto desde Podemos como Ciudadanos, las formaciones emergentes en la anterior campaña, insisten en la tesis de segunda vuelta con la intención de convertirse en los “ganadores” en términos relativos el 20-D. “Y quieren afianzar esa imagen”, apunta Arroyo.

Nuevos escenarios y estilos

La polémica abierta sobre la reducción de gastos electorales ante la repetición electoral ha hecho que se elimine la publicidad exterior y los carteles en las calles. “Es una campaña más discreta en ese sentido, pero esa escenografía no influía para nada en el voto de los ciudadanos”, apunta Sanchis. También se ha ahorrado en los mítines.

En este sentido Arroyo considera que hay “pereza en los partidos a la hora de invertir recursos para organizar grandes concentraciones; y también hay miedo a no llenar, claro. Así es que se apuesta, sobre todo, por la televisión. Pero se hace de forma desorganizada, sin pauta alguna”. Según Sanchis, a los mítines “solo van los ya convencidos, así es que salvo para la movilización de las propias filas no hacen falta”.

Michavila cree que cada vez más se tiende a “campañas mediáticas porque logran mayores impactos entre los electores: consolida a los ya convencidos y es posible atraer a los indecisos, incluso en el último momento”. En cualquier caso, coinciden, el proceso de cambiar los modos de hacer campañas “es todavía lento en España”.

Menos debates, más mensajes propios

No deja de ser paradójico que en esta campaña apenas vaya a realizarse un debate entre los líderes de las cuatro formaciones más importantes después de la proliferación que hubo hace seis meses. “No es bueno en términos democráticos, pero es lógico, Hay un cansancio lógico y también cierta prevención por parte de los cuatro; no quieren arriesgar. En eso se han hecho conservadores”, concluye Arroyo.

Para Michavila “no hay tanta demanda como hace seis meses porque, si lo observamos con perspectiva, llevamos prácticamente dos años, desde los comicios europeos, en campañas electorales continuadas. Los ciudadanos lo tienen descontado porque, además, son los mismos contendientes”. Sanchis estima que se están produciendo debates en las televisiones, “pero son muy sectoriales y hasta casi clandestinos, como los de TVE. Si no los hay es porque no hay ganas, pero es un déficit democrático respecto a otros países”, exclama desde su experiencia como consultor internacional.

Frente a esa realidad todos los especialistas consultados coinciden en apuntar que la apuesta de cada formación política y de sus líderes se concentra en trasladar a la sociedad mensajes propios con estilos diferenciados.

Ausencia de confrontación de programas

La sostenibilidad en el futuro del sistema público de pensiones, los programas concretos de creación de empleo, el modelo educativo, la lucha contra el fraudes y la corrupción, la estructura del estado y el proceso soberanista en Catalunya, el cambio climático y el medioambiente o el futuro de la Unión Europea son asuntos que, a priori, van a estar ausentes en la primera línea de confrontación política en la campaña que arranca hoy. Los analistas lo consideran “lógico”. “Hay cansancio en la ciudadanía; también en los actores políticos”, explica Michavila.

Incluso asuntos superficiales que han saltado a la palestra en la pre campaña como Venezuela, el comunismo, la nueva y vieja socialdemocracia, aseguran todos, “solo interesan a una poarte pequeña del electorado”.

“En ese aspecto los principales partidos no aciertan porque la ciudadanía no tiene esos asuntos menores en la cabeza, peso se enzarzan con Venezuela y no hay quien los pare”, apunta Sanchis, quien considera que cada vez se buscan mensajes simplistas que entren bien en televisión. “Pero lo hacen mal”, sentencia. “Cada vez es más una democracia mediática, lo cual no tiene por qué ser malo, ahora bien esa tendencia hay que practicarla de forma correcta, no hay que limitarse a temas accidentales. Pero en estos momentos pasa que ya hay muchos asuntos debatidos en la pasada campaña”, agrega Michavila.

Pactos y sorpasso, las claves

Para estos analistas el asunto capital de esta campaña se centra en dos puntos concretos, bastante relacionados entre ellos: los posibles pactos para una investidura y la formación de un Gobierno tras el 26-J junto con el posible sorpasso de Unidos Podemos al PSOE. “La gente quiere saber qué pactos serán capaces de establecer los protagonistas políticos tras el 26-J para que haya Gobierno, Y en términos políticos quien tendrá el liderazgo en la izquierda, o Pedro Sánchez o Pablo Iglesias”, explica Luis Arroyo, que añade: “Quien pierda esa batalla va a sufrir, sobre todo si es el bando socialista. Ese es el morbo de esta campaña”.

Michavila también expresa una opinión parecida. “La confrontación en esta campaña se va a resumir en quienes lideran los dos bloques”, afirma, Y agrega a continuación: “No creo que haya una gran variación entre los dos bloques, aunque sí dentro de la izquierda; yo veo que habrá sorpasso de Iglesias al PSOE. Pienso que solo habrá dos alternativas: o Rajoy o Iglesias”, sentencia.

¿Eso supone una gran movilización de votantes? En este punto hay discrepancias. Michavila cree que es posible repetir un porcentaje de participación elevado – “el voto por correo se ha doblado, más de un millón de peticiones”, dice -; por el contrario, Sanchis no lo tiene tan claro. Arroyo es escéptico pero explica que “como en ocasiones anteriores, es posible que el electorado sospeche que estas elecciones son importantes y decida acudir de forma mayoritaria a votar”.

Hay coincidencia en un aspecto: el trasvase de votos entre bloques va a ser insignificante. “Los que no tienen el voto decidido no se plantean meter en la urna una papeleta del PP o del PSOE, por simplificar; la pugnaz esta en los binomios PP-Ciudadanos y PSOE-Podemos, Esa es la cuestión”, sentencia Arroyo. Miochavila y Sanchis se pronuncian en similares términos. Eso sí, un pequeño porcentaje de electores – en torno al 15% - pueden dar un vuelco significativo al resultado, al menos en escaños que, en un sistema parlamentario, es lo que, a la postre, cuenta.

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