Sumar cierra la noche electoral con el 12,31% de los votos y se posiciona como cuarta fuerza política por detrás de Vox. La formación encabezada por Yolanda Díaz, actual ministra de Trabajo y Economía Social, contará con cinco diputados y cargos de Podemos entre los 31 escaños logrados este 23J.

Bajo el paraguas de Sumar entrarán los cabezas de lista de Murcia, Las Palmas (Islas Canarias) y Granada: Javier Sánchez Serna, Noemí Santana Perera y María Martina Velarde Gómez. Los tres revalidarán el escaño que lograron en las últimas elecciones de 2019.

Además, los favorables resultados de Sumar en Barcelona también han dado el escaño a Lilith Verstrynge, hasta el momento secretaria de Estado para la Agenda 2030 y cuarta por la provincia catalana.

Por último, el medio millón de votos logrados por la formación en Madrid permitirá a la actual ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, ocupar de nuevo un asiento en el Congreso. En 2019, Belarra se presentó como candidata de Podemos por Navarra. Cuatro años después, Sumar ni siquiera ha conseguido un escaño en la Comunidad Foral.

Cinco diputados de Izquierda Unida, cinco de los Comunes, dos de Más País, dos de Compromís, uno Chunta Aragonesista y otro de Mes per Mallorca cierran la composición de la confluencia, de la que han quedado fuera lo que otrora fuera el núcleo duro de Podemos. Entre otros, Irene Montero, ministra de Igualdad, o Pablo Echenique, portavoz del grupo de Unidas Podemos en el Congreso.

Según los morados, la desaparición de Montero de las listas fue condición sine qua non para que Podemos pudiera formar parte de Sumar.

Apoyo de Junts o repetición electoral

En contra del augurio de la mayoría de los sondeos, las fuerzas progresistas superan en escaños a las fuerzas del PP y de Vox. Estas últimas han obtenido respectivamente 136 y 33 diputados.

Pedro Sánchez podría revalidar la presidencia si consigue contar con el apoyo de Sumar, Esquerra Republicana, PNV, EH Bildu, BNG y, lo que parece más complicado, el de Junts per Catalunya. Sin el beneplácito de los de Puigdemont, el escenario más factible llevaría al país a una nueva convocatoria electoral.