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El extraño caso del candidato Sánchez

El líder del PSOE se enfrenta a su semana decisiva.

El candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez.- EFE

MANUEL SÁNCHEZ

MADRID.- Sobre las normas establecidas y las doctrinas de las facultades de Ciencias Políticas, no se puede ser más perfecto que Pedro Sánchez para ser candidato. Como dicen las abuelas “tiene estudios”, “es muy bien parecido” y “no ha roto un plato en su vida”.

A esto cabría añadir que es amable en el trato personal, que siempre sonríe, que ha tratado bien a todos los medios de comunicación aunque no ha sido correspondido, que ha hecho todo lo políticamente correcto y ha seguido la guía de campaña del PSOE de toda vida. Tirando de manual.

Algunos errores ha cometido, pero como todos los líderes, sin que ninguno de ellos pueda ser considerado de gravedad. Podría haber hecho “a” o “b”, pero siempre en parámetros muy razonables en cuanto a la coyuntura política o la situación del partido.

Sánchez, que se conoce bien el PSOE, ha hecho la campaña que aprendió de José Blanco, aunque el exsecretario de Organización socialista se las dé ahora de politólogo en la reserva y cree que se tendrían que haber arriesgado mucho más.

Pero Sánchez ha hecho un programa ambicioso y bien elaborado, heredado en buena parte del trabajo de Ramón Jáuregui y de Alfredo Pérez Rubalcaba. Ha querido dar sus golpes de efecto con Meritxell Batet e Irene Lozano, aunque no le ha funcionado ninguno, lo que también le pasó a Zapatero con sus “fichajes” de otras épocas. Y ha buscado renovación, luchar contra la corrupción y nuevas propuestas.

Siguiendo con los dichos de las abuelas, Sánchez sería el "yerno perfecto", pero el problema está en que no le gusta “a la moza”. Bueno, por precisar más, tal vez no gusta en “el pueblo”, donde la “envidia” es una afición, y no se puede tener de todo.

En un pueblo se te consiente hasta cierto punto, pero si te pasas “un poquito” estás muerto. Y Sánchez no se sabe bien cuándo se pasó, pero en su mismo pueblo fueron a lapidarlo muy poco tiempo después de auparlo y deshacerse en elogios hacia él.

Con toda esta mochila a cuesta, Sánchez sigue en pie. Es difícil tumbarlo. Y a diez días de las elecciones sabe que, al menos, un día les podrá decir a sus hijas que fue candidato a la Presidencia del Gobierno. Para quien fue un “falso autónomo” y se quiso ir de la política no es poco.

Sin embargo, en los pueblos suele pasar que luego se echa de menos a la gente. Al final, se les añora, se cambian los recuerdos y se preguntan: “¿Y por qué se fue? Con lo buen chico que era. Nos hubiera venido muy bien que se quedara, ¡Hasta sabía de cuentas!”.

Ésta sería una crónica para escribirla si Sánchez perdiera el 20-D. Lo que aún está por conocerse. Pero, en el ecuador de campaña, como están los ánimos en el PSOE y lo que apuntan las encuestas, a día de hoy sólo cabe preguntarse por el extraño caso del candidato Sánchez.

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