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La Invisible de Málaga: quince años de creatividad, reflexión y amenazas municipales de cierre

El potente centro cultural y social de gestión ciudadana celebra aniversario con un nuevo ataque por parte de las fuerzas liberales del Ayuntamiento de Málaga.

Dibujo en un muro de Málaga, en el barrio de Las Lagunillas, en defensa de La Invisible.
Dibujo en un muro de Málaga, en el barrio de Las Lagunillas, en defensa de La Invisible. Raúl Bocanegra

La Invisible de Málaga, un potente centro social y cultural independiente de gestión ciudadana, ha cumplido el pasado diez de marzo quince años. Son tres lustros ya años ensanchando los límites de la expresión, desafiando las convenciones que adormecen las conciencias, y buscando nuevas formas de creatividad y convivencia, sobre todo, en los entornos urbanos.

Al mismo tiempo, La Invisible, a causa de su modelo, que implicó, en 2007, la okupación de un inmueble, en la calle Nosquera, del Ayuntamiento de Málaga, ha sufrido varios ataques e intentos, hasta ahora no consumados, de cierre por parte del consistorio, gobernado desde que nació La Invisible por Francisco de la Torre (PP), hoy en alianza con Ciudadanos.

"Son ciclos. Viene un intento de desalojo. Ante la presión ciudadana, se sientan. Luego, silencio total. Al cabo de los años, intento de desalojo. Luego, silencio. Ahora, otra moción de Ciudadanos y comienza el hostigamiento. Ante la presión ciudadana se sientan y llegamos a acuerdos que sistemáticamente incumplen", resume Kike España, investigador en Teoría Urbana, mientras se toma un café con Público en la librería Suburbia, en el barrio de Las Lagunillas.

El pasado mes de octubre, el Ayuntamiento volvió –una vez más– a la carga con La Invisible y aprobó, con el voto de calidad del alcalde –quien hasta ahora, podría decirse, ha tolerado vía hechos a La Invisible, con amplias piruetas políticas y bandazos– una moción de Ciudadanos, rechazada por la izquierda, en la que se argumentaba que había que acometer el desalojo para poder rehabilitación del inmueble y "abrirlo a otros usos meramente culturales, ya sea por concurso o por otra fórmula legal".

"Esta es una ciudad formada por museos franquicia con desconexión total con la cultura local. No tienen ningún argumento, lo que sí tienen la fuerza de la policía", afirma España sobre la decisión municipal. "Lo que pedimos es una cesión de uso por un tiempo limitado. Eso es lo que le dan a ciertas cofradías, pero por mucho más tiempo, lo que da lugar a una privatización encubierta. Para dar ejemplo, nosotros pedimos la cesión por diez años", agrega.

Sobre el argumento de la rehabilitación, España, que ha participado en el análisis de su estado, considera que "el edificio es perfectamente seguro". "Necesita una rehabilitación para adecuarse a la normativa. Lo que hace falta es la cesión que tiene que sufragar el Ayuntamiento de Málaga. No hace falta desalojar para rehabilitar. Se puede hacer perfectamente por fases".

Al fondo, asoman la ideología liberal y los intereses económicos hegemónicos. "Ciudadanos está en contra de la okupación, no podemos permitir que un edificio que ha costado casi cuatro millones adquirirlo esté utilizado por un colectivo que entró con una patada en la puerta hace una década", dijo la edil Noelia Losada.

Fue en marzo del año 2007, hace quince años y algunos días, cuando se okupó el edificio, un antiguo palacio, construido en 1876. Así lo describe el colectivo: "Una amplia red de ciudadanxs, vecinxs y creadorxs decidimos llenar de vida un hermoso edificio de propiedad municipal que se encontraba en estado de abandono".

Los objetivos de aquella ocupación fueron cuatro, fundamentalmente. Por un lado, "estimular procesos de autoorganización social que fortalezcan las redes y movimientos sociales que trabajan por la justicia social". Por otro, "crear un laboratorio de experimentación cultural protagonizado por creadores locales y basado en criterios de cooperación, producción colaborativa y cultura libre".

Además, "propiciar trayectos de formación en distintos ámbitos (ciencias sociales, política, tecnología, arte y creación, etc.) que fomenten el pensamiento crítico, el empoderamiento ciudadano, la creatividad social y la acción colectiva". Y, por último, "experimentar modelos de gestión ciudadana de equipamientos y bienes comunes que promuevan una radicalización democrática basada en la equidad y la participación directa de vecinos y ciudades en el diseño, elaboración y gestión de las políticas públicas".

Incumplimientos

Cuatro años después de la okupación, en enero de 2011, el Ayuntamiento y La Invisible firmaron un protocolo de intenciones, avalado por la Diputación de Málaga, la Junta de Andalucía, ambas instituciones gestionadas por el PSOE entonces, y el Museo Reina Sofía, por el que se comprometían a "promover la iniciativa cultural ciudadana denominada La Casa Invisible". En el punto tercero, se especificaba que el Ayuntamiento "colaborará mediante la autorización temporal para la ocupación" del edificio que hoy les quiere desalojar.

La Invisible asumía la obligación de crear una fundación para la gestión del espacio, cosa que hicieron pocos meses después, en noviembre de 2011, con la creación de la Fundación de Los Comunes –una red de grupos de investigación, edición, formación, espacios sociales y librerías que ponen recursos en común para impulsar la revolución democrática y la igualdad social– y se comprometían a desarrollar un programa de actividades culturales y a contratar y a correr con los gastos de los servicios básicos del inmueble, agua, electricidad, licencias… Ambas partes, se comprometían a firmar, después de un año, una vez cumplidas las cláusulas de ese protocolo de intenciones, un convenio de colaboración para el desarrollo del proyecto cultural de La Invisible en el medio plazo.

El convenio de colaboración nunca se llegó a firmar a pesar de que La Invisible cumplió con su parte. Y el Ayuntamiento nunca aprobó la adjudicación del inmueble a La Invisible. De la Torre no se atrevió a legitimar una okupación y fue retrasando una solución definitiva. El PP se escudó durante años para no consumar el protocolo de intenciones en un informe jurídico. Las dudas del alcalde dejaron así la gestión de La Invisible en un cierto limbo jurídico –La Invisible considera que la situación del inmueble es una cesión en precario y que eso impide el desalojo– que, cíclicamente, las fuerzas conservadoras de la ciudad reabren –2015, 2018 y ahora–.

Apoyo de grandes instituciones culturales

"La invisible va a hacer una resistencia pacífica y se va a mostrar el apoyo que tiene la invisible de nuevo en el uso intensivo del espacio. La Invisible va a ser siempre creativa y cultural", afirma España.

Entre el 25 y el 27 de febrero pasados, para gran cabreo de Ciudadanos, que llegó a meter una pregunta en el Congreso al Gobierno contra la implicación de Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, en su defensa de La Invisible, la fundación reunió en el foro Multiplicity a popes de la cultura en Europa, como el propio Borja-Villel, Bernard Blisténe, director honorario del Museo Pompidou de París, y Gabriele Gerbasits, Directora del IG Kultur Österreich de Viena.

"La pregunta no es qué hago yo aquí, sino cómo puede haber gente interesada en la cultura que no pase por aquí", dijo Borja-Villel. "Una ciudad culturalmente viva necesita experiencias múltiples y diversas en toda su amplitud y si la administración es inteligente, lo apoya sin cortapisas", afirmó Gerbasits.

"¿Qué hacer cuando artistas se mueven en lugares fronterizos? ¿Debe la artista aniquilar la dirección del museo? ¿Debe la dirección del museo aniquilar la institución? ¿O debemos inventar nuevas maneras de relación, algo parecido a lo común?", reflexionó Blisténe.

"Al parecer para las instituciones públicas es intolerable una forma de institucionalidad que venga desde abajo, que cuestione el uso meramente publicitario de la cultura como hace La Invisible", reflexionó Rogelio López Cuenca, artista y poeta.

"En una ciudad donde sus representantes relacionan su escasa vinculación con la cultura –en este caso, los museos– a los viajes, es decir, a la industria del turismo, espacios de creación autónomos como La Casa Invisible deben ser defendidos, manifestó la artista visual Elo Vega.

"La cultura es un ecosistema donde dependemos unos de otros y hay que cuidarla. Cuando la cultura solo se piensa meramente en términos de franquicias, en términos economicistas ese ecosistema peligra. Por tanto, una fisura, una grieta como La Casa Invisible es fundamental", remachó Borja-Villel.

Este sábado 19 de marzo La invisible prosigue con sus actividades e inaugura la exposición Como una bola de nieve, una muestra colectiva, que estará abierta, hasta el 31 de Mayo en horario de 19:00 a 22:00 horas los viernes, sábados y domingos. La Invisible se queda.

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