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“Queremos hablar por nosotros mismos”

Los candidatos originarios de otros países siguen siendo una rareza en las listas del 26-J, pese a que unos siete millones de españoles pueden considerarse inmigrantes. 'Público' habla con tres de ellos, que reivindican la necesidad de poder sentirse representados como un paso importante para su integración

La uruguaya Ana Surra junto a Gabriel Rufián.

BARCELONA.- Alrededor del 15% de la población estatal proviene de otro país. En total, los inmigrantes suman actualmente unos siete millones, de los cuáles unos dos tienen la nacionalidad española. Pero su presencia y participación en la política institucional sigue siendo minoritaria y muy inferior a su peso en la sociedad. Según un estudio del CIS, apenas el 1% de los candidatos en las últimas elecciones municipales era originario de otro país, cifra que baja al 0,5% en el caso de los concejales. Cuestiones como la modificación -o derogación- de la Ley de Extranjería o cambiar los trámites para la obtención de la nacionalidad pasan prácticamente desapercibidas en la campaña de las elecciones del 26 de junio. Obviamente, hay excepciones y casi todos los partidos cuentan en sus listas con candidatos con orígenes no españoles, que en algún caso pasarán a ocupar un escaño en el Congreso tras el 26-J. Pero, ¿qué les ha llevado a presentarse? ¿Cuáles son sus prioridades?

Para responder a las preguntas, Público ha hablado con Ana Surra, uruguaya, número cuatro de la lista de ERC en Barcelona y que ya fue elegida diputada el pasado 20 de diciembre; Mohammed Chaib, nacido en Marruecos y número seis de la candidatura del PSC en la misma provincia; y Raja Babar Nasir, pakistaní que ocupa el número 24 de la lista de En Comú Podem (ECP) también en Barcelona. Sus orígenes y trayectorias biográficas tienen más divergencias que similitudes, pero, con matices, los tres coinciden en defender la necesidad de que los inmigrantes puedan representarse a sí mismos, y Surra y Nasir ponen mucho énfasis en criticar la Ley de Extranjería.

Un 'veterano' del Parlament

Chaib no es ni mucho menos un debutante en una campaña electoral. Militante del PSC desde 1995, fue diputado en el Parlament de Catalunya durante dos legislaturas, de 2003 a 2010. Dio el salto a la política institucional a raíz que se lo pidiera Pasqual Maragall, antes de las elecciones que le permitieron acceder a la presidencia de la Generalitat tras la formación del primer gobierno tripartito con ERC e ICV.

Nacido en Tánger en 1962, llegó a Catalunya de niño, pasó la adolescencia en Marruecos y en 1982 volvió a Barcelona. Implicado en el mundo asociativo -impulsó y preside la Fundación Ibn Battuta-, cuenta que aceptó ser diputado autonómico porque pensó que "era importante, en un momento en que llegaban muchas personas de otros países, que los catalanes vieran que alguien llamado Mohammed también los representaba a todos. Además, quería que los magrebíes vieran Catalunya como una tierra de acogida”.

Chaib asegura que se identificó con los valores de “justicia social” que defendía el Partido Socialista en Marruecos durante su adolescencia y esto le llevó a identificarse posteriormente con los socialistas catalanes. Si se repiten los resultados del 20-D y el pronóstico del CIS, Chaib no se convertiría en el primer diputado magrebí del Congreso.

La tupamara independentista

Surra (Montevideo, 1952) siempre ha estado politizada e implicada en asociaciones y movimientos sociales, aunque el escaño que consiguió el pasado 20-D como diputada de ERC fue su primer cargo institucional. Según todas las encuestas, tras el 26-J volverá a la Carrera de San Jerónimo. Su activismo político explica su vida nómada. Participó en el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros en Uruguay, se exilió en Chile, se fue a Panamá tras el golpe de estado contra Allende y luego se trasladó a Europa, primero a Bélgica y luego a París, donde pasaría diez años. En 1985, “tras el derrocamiento de la dictadura” -destaca-, volvió a su país y sólo hizo de nuevo las maletas en 2004, para instalarse en Barcelona, ciudad en la que vivía su hijo, y ver crecer a su nieto.

El marroquí Mohammed Chaib.

Tras sufrir la Ley de Extranjería, decidió formar parte de la Asociación de Uruguayos en Catalunya y ayudar a los que llegaban a obtener los papeles. Reconoce que cuando se instaló en Barcelona pensaba que venía a España, "pero rápidamente me di cuenta de que estaba en un país distinto, no sólo porque se hablaba otra lengua”. En este sentido, su evolución al independentismo ha sido progresiva, pero recuerda como un momento decisivo la manifestación del 10 de julio de 2010, cuando cientos de miles de personas salieron a la calle en defensa del Estatuto, recortado por el Tribunal Constitucional. Posteriormente pasó a formar parte de Sí, amb nosaltres (Sí, con nosotros), una asociación de personas llegadas de fuera del Estado español y que son favorables al derecho a decidir de Catalunya. “De lo que se trata es de decir que nosotros también queremos tener derecho a decidir y reivindicar que todas las personas, con independencia de que tengan papeles o no, puedan votar en un futuro en el referéndum de la Constitución catalana”, afirma.

Raja Babar Nasir, por su parte, proviene de Gujrat, una ciudad del Punjab, al noreste del Pakistán. Lleva 15 años en L'Hospitalet de Llobregat, donde trabaja de comercial y chófer, y en 2015 se afilió a ICV, una de las formaciones integradas en En Comú Podem. “Lo hice porque siempre ha defendido nuestros derechos”, dice. Recuerda las dificultades que ha tenido para conseguir la nacionalidad española, y una vez lograda su implicación política ha ido a más y también participa en la sectorial de migración y ciudadanía de ICV. “Con otros amigos pakistaníes pensamos que ya somos españoles, trabajamos aquí, ya es también nuestro país y tenemos que pensar qué necesitamos. Por todo esto, decidí implicarme en política”, explica.

Inmigrantes pese a llevar 30 años aquí

Surra justifica la poca presencia de personas de origen foráneo en las instituciones -y en las listas electorales- por las dificultades “para obtener la nacionalidad”, aunque reconoce que cuando la obtienen “muchos no utilizan su derecho cívico y no votan”. De hecho, la politóloga Laura Morales -coautora del estudio del CIS La representación política de los inmigrantes en elecciones municipales- cifra la participación de este colectivo veinte puntos debajo de la media. Ahora bien, Surra también critica el “paternalismo" que ha habido hacia ellos, "incluso por parte de los partidos de izquierda", diciendo que les representan. "De lo que se trata es que sean los migrantes los que digan que quieren hacer y sean representados por sí mismos”.

La candidata de ERC se ilusiona cuando habla de la “construcción de un nuevo país”, en referencia al proceso independentista catalán. "Ahora nos sentimos parte de ello, para pasar a ser ciudadanos plenos”, apunta. Surra se muestra convencida de que una hipotética República catalana “será más abierta y menos restrictiva hacia los inmigrantes que el Estado español, garantizando que todas las personas que nazcan aquí reciban automáticamente la nacionalidad”. “Es importante que escuchen nuestra voz y que hablemos por nosotros mismos”, reivindica.

Nasir, por su parte, sitúa la lucha por el “derecho a voto” y por el “derecho a la nacionalidad” como sus principales objetivos y defiende que se siente cómodo en ECP porque precisamente estos asuntos aparecen en el programa de la confluencia. La candidatura encabezada por Xavier Domènech propone, entre otras cuestiones, la derogación de la Ley de extranjería, acortar los plazos para adquirir la nacionalidad española por la vía de la residencia y promover la modificación de la Constitución para incorporar el derecho a voto “en todas las elecciones” para las personas extranjeras a partir de un año de residencia en el estado.

Mohammed Chaib, que participa como asesor en el Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero -un cargo no remunerado-, apunta que “parece que los partidos se han dado cuenta que la gente tiene que participar en la vida política con indiferencia de su origen, como un símbolo de normalidad e integración”. Reconoce que es algo que “costaba” a todos los partidos, y que la aparición de nuevas formaciones ha ayudado. “No es normal que después de 20 o 30 años aquí a una persona se la siga llamando inmigrante. ¿Qué tipo de integración es esta? Tenemos que acabar con este término y hablar de ciudadanos y que participen en cualquier área, no sólo en las de inmigración”.

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