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Sánchez exhibe liderazgo internacional en Granada en contraste con un Feijóo atado a la ultraderecha

Sánchez es visto en parte del extranjero como el que consiguió frenar a la ultraderecha contra pronóstico. La imagen de anfitrión de la cumbre rodeado de mandatarios lanza un mensaje a la interna: hay condiciones para repetir Gobierno que evite que los ultras lleguen al Consejo de Ministros.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la presidenta de la Comisión Europea,  Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en la rueda de prensa conjunta de cierre de la cumbre extraordinaria de la UE en Granada. REUT
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en la rueda de prensa conjunta de cierre de la cumbre extraordinaria de la UE en Granada. Jon Nazca / REUTERS

Hay imágenes que valen más que mil palabras. Y Pedro Sánchez rodeado de jefes de Estado o de gobiernos europeos en Granada lanza una potente imagen hacia fuera, pero también en clave interna. El liderazgo internacional exhibido estos días por el presidente español en funciones es también leído como un importante mensaje político en el momento en el que se desarrollan las negociaciones de cara a su investidura.

En Moncloa son perfectamente conscientes de ello. Han calculado el evento de Granada a la perfección. Lo han organizado con todo lujo de detalles. El primer día, el jueves, la ciudad andaluza fue sede de la reunión de la Comunidad Política Europea, en la que se dieron cita cerca de medio centenar de jefes de Estado o de gobiernos del continente. El viernes ha sido el turno del informal Consejo Europeo que ha juntado a los líderes de los Estados miembros de la UE. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a otros líderes europeos (el primer ministro belga, Alexander De Croo; la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas; el presidente chipriota, Nikos Christodoulides; el primer ministro eslovaco, Ludovit Odor;
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a otros líderes europeos (el primer ministro belga, Alexander De Croo; la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas; el presidente chipriota, Nikos Christodoulides; el primer ministro eslovaco, Ludovit Odor; el primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel; la primera ministra letona, Evika Silina; el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte; el presidente rumano, Klaus Iohannis; el primer ministro maltés, Robert Abela; el presidente lituano, Gitanas Nauseda; y el primer ministro búlgaro, Nikolai Denkov), preparándose para posar en la foto de familia de la cumbre extraordinaria de la UE, en Granada. Juan Medina / REUTERS

El culmen de la cumbre en clave de comunicación política, el momento más espectacular, fue la noche del jueves, con la visita privada de los dirigentes a la Alhambra y al palacio de Carlos V, la cena de gala y el concierto de flamenco a cargo de la cantaora María Heredia. Tal y como ocurrió con la visita y cena al Museo del Prado en junio del año pasado, con motivo de la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid, en esta ocasión la alcazaba granadina se convirtió en el plató perfecto para fotografías y vídeos.

Todos los eventos relacionados con el semestre de presidencia rotatoria española del Consejo Europeo se han preparado durante meses, con mucha antelación, bastante antes del anuncio de repetición electoral por parte del propio Sánchez el 29 de mayo, tras las municipales y autonómicas. No se pudo preparar ni la cumbre ni la presidencia pensando en clave de política estatal; nadie podía predecir hace cinco meses que durante este mes de octubre se estuvieran desarrollando conversaciones y negociaciones con el objetivo de una nueva investidura del líder socialista. 

Si bien es cierto que no se preparó la cumbre pensando en reforzar el liderazgo de Sánchez en clave interna para la coyuntura actual, también lo es que el evento acompaña. Y no se le escapa a nadie que contrasta la imagen del Sánchez anfitrión rodeado de dirigentes de las potencias europeas de distintas ideologías con la del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, la semana pasada, aislado en su investidura fallida junto a los ultras de Vox.  

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa brevemente con el presidente francés, Emmanuel Macron, a su llegada a la cumbre extraordinaria de la UE, en Granada. REUTERS/Jon Nazca
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa brevemente con el presidente francés, Emmanuel Macron, a su llegada a la cumbre extraordinaria de la UE, en Granada. REUTERS/Jon Nazca / REUTERS/Jon Nazca

Sánchez es visto por parte de la comunidad internacional como el que, contra todo pronóstico, consiguió frenar la entrada de la ultraderecha en el Gobierno de España. Los resultados del 23J fueron una sorpresa agradable en algunas embajadas, cancillerías e, incluso, en las instituciones comunitarias de Bruselas, donde se daba por hecho un cambio de signo político en la Moncloa, del PSOE al PP influenciado por Vox. 

Ese perfil del dirigente que frenó a los ultras se exhibe esta semana en Granada ante la prensa de todo el mundo, el anfitrión departiendo con mandatarios de toda Europa. Un perfil que, en clave estatal, envía un mensaje muy preciso a sus posibles socios de gobierno y aliados parlamentarios: hay condiciones para construir un Gobierno que evite que la ultraderecha llegue al Consejo de Ministros tal y como viene sucediendo en otros muchos países de Europa y el mundo.

Relevancia del plano internacional

Fuentes gubernamentales destacan, además, la forma con la que Sánchez ha ejercido su política al frente del Ejecutivo desde junio de 2018, subrayando que el actual presidente en funciones diferencia más bien poco entre el plano internacional y el estatal.

Cierto es que la política europea, en concreto, e internacional, en general, han estado muy presentes durante el ejercicio del presidente. Por la propia coyuntura histórica, en la que el foco se ha movido afuera de las fronteras por necesidad, con la pandemia o la guerra de Ucrania como ejemplos, pero también porque Sánchez se siente en este ámbito como pez en el agua, en contraste con lo que le sucedía a su predecesor, Mariano Rajoy, más afín con la política de proximidad.

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