Público
Público

El águila que no quiere marcharse a África y se queda en la Castellana

Varios ejemplares águila calzada retrasan su ruta migratoria, en parte debido a las temperaturas elevadas en pleno octubre, y se dejan ver en el centro de la capital mientras devoran palomas.

Un ejemplar de águila calzada.
Un ejemplar de águila calzada. Aabeele-Shutterstock

Frente al Ministerio de Sanidad y junto al Prado, un ejemplar de águila calzada devora lentamente el cadáver de una paloma recién cazada. Picotea con rapidez, mientras sujeta el cuerpo de su presa con las garras de sus patas. La imagen, que se ha viralizado en las redes sociales, deja una estampa curiosa; una escena propia de los documentales de naturaleza en la que interfieren los ruidos de los coches y los pasos de los transeúntes que, alucinados, observan en pleno centro de Madrid cómo un rapaz se alimenta. Lo que parece anecdótico, sin embargo, es un acto cada vez más frecuente en Madrid, según explican los expertos. De hecho, no es el primer ejemplar que se deja ver en esta zona, ni el único rapaz que se ha asentado en plena zona urbana.

Lo curioso no es tanto que cace en una zona tan poblada y ajetreada de la ciudad, como la época del año. "Es un poco tarde para verlas, son especies estivales que normalmente inician su migración en el mes de septiembre", explica a Público Pepe Lara, jefe del área de Conservación Fauna y Flora de la Comunidad de Madrid

"Seguramente, los ejemplares que se han visto estos días en Madrid estén cogiendo fuerzas y alimentándose para viajar en pocos días. Tal y como está el tiempo, con el calor y la luminosidad, es entendible que algunas [águilas calzadas] hayan retrasado el viaje", agrega.

La crisis climática, que en los últimos años ha estirado los veranos, es un factor determinante para entender cómo este tipo de especies modifican sus rutas. "Las águilas calzadas son especies que suelen llegar a España, aunque también al centro de Europa, en primavera, cuando llega el buen tiempo. Se quedan aquí para la cría y cuando llega el frío se marchan hacia el sur, más allá del Sáhara, hasta Senegal, Mauritania o Malí", detalla Blas Molina, técnico de Ciencia Ciudadana de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife). "Es importante entender que el cambio climático no modifica radicalmente el comportamiento migratorio, puede retrasarlo, pero los cambios en los patrones se van generando poco a poco y a lo largo de muchísimos años", añade.

Para los expertos, que se vean en octubre este tipo de rapaces en España será algo cada vez más común. Las temperaturas altas de finales de septiembre y comienzos de octubre y la situación de sequía puede distraer el instinto migratorio. No en vano, hay algunas parejas que ni siquiera llegan a cruzar el estrecho.

El técnico de SEO/BirdLife explica que ya se han identificado algunos casos de anidaciones en la zona sur y el levante español. "Todos los años vemos que algunas águilas calzadas se quedan en la costa mediterránea y en el delta del Ebro. En Málaga, en la ciudad, hay una pequeña población urbana que invernan y usan los parques para alimentarse de palomas", informa.

Madrid y su abundancia de presas

Las rapaces han encontrado en Madrid un coto de caza con alimentos abundantes. Habitualmente, las águilas calzadas se concentran en zonas forestales como Rascafría o la Sierra de Guadarrama, pero es habitual que se acerquen a zonas urbanas donde, en los últimos años, han proliferado las poblaciones de conejos, liebres y palomas. En total, los censos de Parques Regionales estiman que hay en torno a 250-300 parejas de este ave emblemática.

"Es un animal muy cazador, relativamente pequeño, pero un atleta. En relación a su tamaño, es una de las especies más efectivas en caza. Es normal, entre comillas, que se les pueda ver en el centro de Madrid porque es una ciudad con mucha paloma y, en las zonas del extrarradio, hay mucho conejo. Una pareja puede cazar una paloma y comérsela ella sola perfectamente", indica Lara.

El ruido y el traqueteo de los coches no parece un problema para este tipo de especies. De hecho, hace poco, la Comunidad de Madrid registró una pareja de águilas imperiales que habían anidado entre dos pistas de aterrizaje de Barajas. "Mientras no haya movimientos bruscos, no tiene por qué pasar nada. Ellas se acostumbran al sonido de los motores y pueden cazar en la zona perfectamente".

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias