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La otra cara de los caballos 'turísticos' en el centro de Sevilla

El tradicional paseo en carruaje por la ciudad de Sevilla ha sido documentado por un equipo de voluntarios de Pacma para alertar de las condiciones en las que trabajan estos caballos. Pueden llegar a las doce horas de turno con posibles episodios de deshidratación y una sola revisión médica obligada al año por el Ayuntamiento de la ciudad.

Caballos exhaustos en el centro de la ciudad de Sevilla.

MARÍA SERRANO

SEVILLA.- ¿Cómo vamos a maltratar al animal que nos da de comer?” Milagros López, presidenta de la asociación de cocheros de carruajes de Sevilla, lo tiene claro. Este colectivo, que engalana las calles de la ciudad con los históricos paseos para los turistas, no concibe por qué ahora los animalistas son su principal amenaza. “A esta ciudad no le puede faltar el paseo de caballos porque es lo más típico que tiene por excelencia”, destaca López, en nombre de los 97 propietarios de carruajes que engloban esta agrupación.

Así de rotundo también se postula el consistorio que sobrepone la tradición histórica a las condiciones de vida que sufren este tipo de animales, con diez y doce horas de turno al día. Este servicio, regulado por ordenanza municipal, no trata en ningún parámetro el estado de salud de los caballos. Tampoco “un horario específico para la prestación del servicio” al turismo. Una revisión médica anual es la que realiza el Ayuntamiento con veterinarios que pueden ser municipales o del ámbito privado.

Deshidratados, famélicos y con golpes de calor

“Anteponen el dinero y las tarifas que pueden obtener en esta época del año a la propia salud del caballo"

El reciente informe que Pacma ha realizado en el centro de Sevilla documenta otro tipo de prácticas. Javier Sanabria, coordinador del Partido Animalista en la ciudad, relata que los equinos hacen 10 kilómetros de ida y vuelta a las caballerizas, situadas en un complejo conocido como Torrecuellar en la carretera de la Esclusa. “Tienen que hacer una larga caminata, ya a las afueras, más un recorrido diario al turista que estima por servicio 4250 metros en cada paseo”. La estampa del caballo famélico, deshidratado y rodeado de moscas por su estado de salud no ha sido una escena aislada para los voluntarios que han seguido la práctica de los cocheros durante días completos en su circuito habitual.

“Anteponen el dinero y las tarifas que pueden obtener en esta época del año a la propia salud del caballo no descansando en muchas ocasiones en las zonas de sombra ni el tiempo establecido”. Ocho horas, diez e incluso doce han sido los turnos aleatorios investigados por los animalistas que ven como la falta de regulación por parte de la administración local hace que este colectivo campe a sus anchas. “La Policía Local no sabe sus horarios y un mismo propietario puede hacer lo que le venga en gana con el animal teniéndolo expuesto al turismo todas las horas que le haga falta si sale bien el día”.

Siete meses para la respuesta del Ayuntamiento

El Ayuntamiento socialista sevillano tardó casi siete meses en emitir las respuestas a las preguntas realizadas por parte de coordinador de Pacma. “No quieren poner en entredicho una actividad importante de turismo y por eso ha tardado tanto tiempo”. En el documento, la Delegación de Seguridad, Movilidad y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla recalca que “no es competencia de la Dirección General de Movilidad la identificación de los equinos”. La única normativa regulada se centra en las paradas, las tarifas y el circuito existente desde hace más de un siglo en la ciudad. Sanabria apunta que “la falta de seguimiento a la salud de estos animales es una evidencia de la aleatoriedad a la que están sometidos”.

Una tradición inamovible

Caída de un caballo en el centro de Sevilla.

Desde el colectivo de cocheros, Milagros narra su experiencia en el sector desde el año 1991. “Tengo mi propio carruaje y tres caballos como todos para cambiarlos a diario y que no salgan todos los días”. Los animalistas han documentado, en su informe, salidas del mismo caballo cinco días seguidos a la semana. Su énfasis en la actividad económica que le genera el propio animal alarma sobre las posibles condiciones en las épocas de boom turísticos. “Este oficio es así. Te matas en otoño, primavera y verano y el resto del año a guardar”. No niega que los animales sufran golpes de calor y una cierta deshidratación. “Eso nos pasa a todos con la calor que hace aquí”, afirma con tranquilidad.

El desplome de un caballo en la Plaza del Triunfo

Sin embargo, la noticia de la pasada semana en los medios sobre un caballo que caía desplomado y “exhausto por las horas de trabajo” en plena Plaza del Triunfo, puso de nuevo el debate sobre la mesa. Sanabria destaca que “ninguno de los cuerpos de seguridad, policía ni bomberos, quisieron llamar a un veterinario que certificara el estado de salud del caballo”. Recogido con una grúa, fue de nuevo trasladado a las caballerizas ante la mirada atónita de los turistas. Milagros señala, en la versión oficial, “que el animal se había resbalado y le daba miedo ponerse en pie”. El equipo de Pacma se encontraba de ronda para su investigación también durante aquella mañana. “Todos veíamos al animal y no era eso lo que estaba pasando. Nadie puede decir qué pasó realmente porque no se quiso demostrar. Sólo quitaron al animal rápido de en medio y a los tres días estaba de nuevo en el circuito”, apunta Sanabria.

La “imposible” sustitución por carruajes eléctricos

El Ayuntamiento perpetúa esta atracción turística en todas las épocas del año, sin pensar en otra alternativa por el momento. “Nosotros le propusimos al Delegado de Movilidad la puesta en marcha de carruajes eléctricos que ya hay en muchas ciudades de Alemania”. Sanabria destaca que el personal público del Ayuntamiento se echó las manos a la cabeza. “Casi se toma como algo inconcebible porque viven en el pasado y, en cuanto a los derechos de los animales, estamos en el Tercer Mundo”.

El negocio de los carruajes sigue llenando de “vida” el centro de Sevilla pero también “genera cada vez más conciencia”, alerta el coordinador animalista. “Los turistas europeos no lo ven tan atractivo y nos les gusta tanto la estampa del caballo tirando como puede de un grupo de personas para hacerse la fotito en medio del paseo”. La tradición sigue su curso y Pacma espera sacar pronto a la luz su relevador informe sobre estos animales que cumplen a diario un servicio público, como pueden y sin descanso, a pesar de las altas temperaturas.

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