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Taladros, sí; violines, no

Una ordenanza que amenaza con prohibir la música en las calles de Madrid levanta las protestas de los artistas

JESÚS MIGUEL MARCOS

E sta escena podría hacerse realidad en Madrid a partir de marzo: un policía se acerca a un músico que toca el violín en la calle, le requisa su instrumento y le pone una multa de 750 euros. No le multa por maleante, le multa por violinista. El Ayuntamiento de la capital tiene intención de prohibir la música al aire libre por medio de una ordenanza de protección contra la contaminación acústica que se votará el próximo 25 de febrero.

'Me parece una barbaridad, una manifestación más de la política intolerante y contraria a la actividad cultural. Es destruir riqueza', declaró ayer a Público Nacho Mastretta, un músico que ha trabajado con Julieta Venegas, Josele Santiago, Los Planetas o Peret, pero que no quiere renunciar a la experiencia inmediata e imprevisible de tocar para cualquiera en una esquina del parque del Retiro.

Mastretta: 'Me parece una barbaridad, es destruir riqueza'

La amenaza del consistorio madrileño ha provocado las primeras movilizaciones ciudadanas, como la creación de la Asociación de Músicos de Madrid (AMM), que ya ha recogido cientos de firmas en la Red contra la ordenanza. Una de sus portavoces, la instrumentista Pía Tedesco, explica que 'puede haber casos en los que haya una molestia, pero no por eso hay que hacer una prohibición en bloque. Si debajo de tu ventana se pone un chaval con un amplificador a todo volumen, es normal que haya quejas, pero eso ya está prohibido'.

La normativa actual en Madrid, según la AMM, establece que se puede tocar en la calle siempre que el instrumento no esté amplificado, no se haga en grupos de más de tres personas y no se utilicen instrumentos de percusión (cuyo sonido se propaga con más facilidad). Esta normativa se sigue con rigidez. 'Yo toqué una vez con un bailarín de claqué y nos hicieron parar, porque consideraron que el claqué era percusión', recuerda Pía Tedesco.

La Asociación de Músicos de Madrid ha recogido cientos de firmas en la red

Ciudades como Barcelona han desarrollado normativas minuciosas sobre las actuaciones callejeras. Desde 2006, los músicos tienen que acreditarse e inscribirse en el Ayuntamiento, que dispone de un sistema de horarios y localizaciones para esta actividad, informa Toni Polo. El nivel de meticulosidad es sorprendente: se puede interpretar cualquier tipo de música que no supere los 70 decibelios de 11 a 21 horas, pero en el Barrio Gótico sólo se permitirá la música clásica y melódica de hasta 65 decibelios con un horario mucho más restringido (de 12 a 14 y de 17 a 19 horas).

La medida, sin embargo, ha sido fuertemente criticada por artistas que se curtieron en las calles de la Ciudad Condal, como Muchachito Bombo Infierno, Che Sudaka o La Troba Kung-fu. 'Han dado 50 permisos con lo que han matado a la cantera. No quieren espectáculos gratis en esta Barcelona tan progre', declaró Che Sudaka.

En Londres, aunque son ilegales, las actuaciones en la calle son habituales, informa Íñigo Sáenz de Ugarte. Sólo están permitidas en la zona de Covent Garden un área con una larga tradición en actuaciones callejeras, donde una asociación de comerciantes paga una tasa al Ayuntamiento.

En Barcelona, los músicos tienen que inscribirse para tocar al aire libre

El violinista Ara Malikian, que también comenzó tocando al aire libre 'en viajes por Italia cuando tenía 16 años', tampoco cree que la ordenanza madrileña sea positiva, aunque sí está a favor de una regulación: 'En Madrid existe el problema de las mafias, que toman la calle y no te dejan tocar. Hacen un negocio contratando músicos y se hace un mal uso del espacio público'.

Mastretta, que cree que estas medidas atentan contra la dignidad del oficio de músico, también apunta que hay que saber diferenciar entre unas experiencias musicales y otras: 'Al regular una actividad, se necesita equilibrio, no es una cuestión de blanco o negro. Habría que hacer una criba que permita las cosas positivas e intente evitar las molestas. También es contaminante la música grabada que sale de algunos comercios, por ejemplo'.

El violinista Ara Malikian alerta sobre el peligro de las mafias

Esta norma sumará una dificultad más para la escena musical de la ciudad. 'Cada vez hay menos lugares para hacer música en Madrid. El 90% de las salas no pagan a los músicos y tienes que cobrar por un porcentaje de la taquilla. Yo he tocado una vez al mes durante dos años en Galileo y había veces que perdía dinero con la sala llena', se queja Mastretta. La protesta seguirá: la AMM ha abierto un perfil en Facebook para reunir apoyos y prepara una manifestación para el mes de febrero.

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