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Adiós, politono. Buenos días, canto de los pájaros

Navarra ofrece unas excelentes condiciones para la observación de aves.

PEDRO PALOP

Navarra resulta ideal. También para el birdwatching. Su gran diversidad paisajística y su situación geográfica, coincidente con alguna de las más importantes rutas migratorias europeas, nos brindan la posiblidad de observar aves de muy diverso carácter -esteparias, rapaces, forestales, acuáticas...- sin necesidad de realizar grandes desplazamientos. Casi todo está a un paso.

Porque a pesar de su pequeña extensión, Navarra es muy diversa, siendo como un puzzle en el que encajan perfectamente tres grandes influencias geoclimáticas, la atlántica desde el norte, la mediterránea desde el sur y la alpina desde los Pirineos, al este. Podemos, así, encontrar una gran variedad de aves, en los bosques frondosos y en las áridas estepas, pasando por las altas y escarpadas montañas.

Son doce los lugares más recomendables, y realizar un periplo por ellos es, tal vez, la mejor manera de recorrer y descubrir el reino de Navarra. Reúnen todos un buen número de especies, ofrecen buenas condiciones de observación y unos accesos fáciles. Además, son de una gran belleza paisajística. Abandonar la ciudad, olvidarse del móvil y perderse en cualquiera de estos parajes, es una tentación a la que no es fácil sustraerse.

El Parque Natural del Señorío de Bértiz, en el valle atlántico de Baztán, ofrece refugio en sus bosques de hayas y robles a especies de marcado carácter eurosiberiano. Especies que también anidan en los amplios valles formados por los ríos Ultzama, Arkil y Basaburuaro, y que conforman un amplio espacio de robledales rodeados por la campiña atlántica.

Las grandes sierras occidentales culminan en el paisaje inconfundible del Parque Natural Sierra de Urbasa-Andía, con profundos valles, amplios ríos y bosques de hayas, pastizales de montaña y roquedos. Su avifauna es diversa, con aves forestales, de campiña y numerosas rapaces.

En el extremo occidental de los Pirineos, los collados de Ibañeta y Lindux se sitúan al fondo del valle de Valcarlos. Las aves migratorias enfilan el valle de norte a sur, convirtiéndolo en uno de los mejores puntos para la observación de aves en migración activa de toda Europa occidental. Estamos ya en pleno Pirineo. Las montañas de Irati-Abodi, pletóricas de hayas y abetos, son un refugio perfecto para las aves forestales y de montaña. Como también lo es, el valle de Belagua, profundo y bastante ancho, con una interesante campiña ganadera, aunque también con una amplia zona montañosa, casi alpina, con bosques de pino albar, hayedos y pino negro.

Dos profundas foces, con cortados de hasta 300 metros de altura y talladas por los ríos Salazar e Irati en las estribaciones de la Sierra de Leire, conforman las Reservas Naturales de las Foces de Lumbier y Arbayún. Estos grandes cañones rocosos atesoran una rica avifauna, en la que destacan las rapaces y las aves rupícolas.

El valle fluvial y las laderas de montañas bajas de la comarca de Sangüesa, en la zona media, es residencia habitual de rapaces y aves de carácter mediterráneo.

Y ya en la zona de la Ribera, en la que alternan las zonas agrícolas con los sotos de los ríos, destacan la Reserva Natural del Embalse de las Cañas, con sus lagunas de aguas abiertas y vegetación palustre; los sotos fluviales y los cortados del río Arga a su paso por Falces y Peralta; la Reserva Natural de la Laguna de Pitillas, enclavada entre cultivos de secano, y con una extensa masa de vegetación palustre; para terminar este periplo en las llanuras casi esteparias con cortados terrosos del Parque Natural de las Bardenas Reales. Sus característicos paisajes intensamente erosionados, formando espectaculares barrancos, conforman una espléndida escenografía.


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