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El Baradei termina su mandato al frente del OIEA sin el ansiado acuerdo iraní

EFE

Mohamed El Baradei cierra el lunes su gestión como director general del OIEA, colmada de éxitos como el Premio Nobel de la Paz, aunque no pudo impedir la guerra de Irak ni alcanzar una solución a la disputa nuclear con Irán.

El jurista egipcio fue elegido en 1997, por primera vez, como director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para suceder al sueco Hans Blix, quien había liderado esta agencia técnica de la ONU durante veinte años.

El 30 de noviembre termina oficialmente su mandato y al día siguiente será sucedido en el cargo por el japonés Yukiya Amano.

Su primer mandato estuvo marcado por la rutina técnica del cargo y sólo las inspecciones nucleares en Corea del Norte e Irak dejaban entrever una dimensión geopolítica de su trabajo, aunque los atentados islamistas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos cambiaron todo.

La obsesión del entonces presidente estadounidense George W. Bush de que Irak disponía de bombas atómicas hizo que las inspecciones del OIEA y las declaraciones de su responsable dominaran de repente los titulares de la prensa internacional.

"El Baradei vivió una época única, con la amenaza de las armas de destrucción masiva convirtiéndose de repente en una realidad", explica el analista estadounidense Michael Adler.

Este investigador del centro "Wodrow Wilson", un laboratorio de ideas en Washington cercano a los demócratas, se refiere no sólo a Irak sino también a Irán, país que se encuentra bajo investigación nuclear desde 2003.

Según Adler, cualquier director general del OIEA hubiese cobrado fama en esos momentos, aunque El Baradei logró "darle un toque personal a su gestión".

Y es que su condición de árabe y musulmán le permitió enfrentarse a los problemas de la proliferación nuclear, sobre todo en Oriente Medio, desde una postura de más credibilidad.

Uno de sus grandes logros fue el desmantelamiento completo del programa nuclear de Libia en el 2004, cuando el líder Muamar el Gadafi accedió a destruir y retirar del país, bajo la supervisión del OIEA, toda su infraestructura atómica adquirida clandestinamente en Pakistán.

Pero la gran frustración de El Baradei es no haber podido terminar las inspecciones del OIEA en Irak para demostrar que ese país no disponía de un programa nuclear clandestino y evitar así la guerra que costó la vida a cientos de miles de personas.

Por eso, desde el surgimiento de la crisis iraní en 2003 el director general del organismo hizo todo lo posible para evitar un desenlace similar al de Irak.

En octubre de 2005, El Baradei recibió un espaldarazo a sus esfuerzos al obtener -junto al OIEA- el Premio Nobel de la Paz por el "reconocimiento a sus esfuerzos por impedir la proliferación de armas nucleares".

Algunos vieron entonces ese galardón como un golpe implícito contra Washington por la invasión de Irak y por haber intentado echar por tierra las aspiraciones de El Baradei para un tercer mandato al frente del organismo.

"El Premio Nobel le dio un mandato para trabajar más abiertamente como estadista por la paz", asegura Adler, que está trabajando en un libro sobre el conflicto nuclear con Irán.

Eso sí, el Premio Nobel no le sirvió a El Baradei para evitar el rotundo fracaso de la conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación de armas nucleares (TNP) en 2005.

Esa revisión fracasó por las diferencias insuperables entre EEUU, que quería centrar el TNP en la no proliferación -debido a la amenaza iraní-, y otros países que exigían más énfasis en el desarme de las potencias nucleares declaradas.

Durante años, sus críticos, sobre todo la administración Bush, acusaron a El Baradei de ser demasiado "permisivo y suave" con Irán, un país que ocultó durante años sus trabajos nucleares más delicados, como el enriquecimiento de uranio.

Pero con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y en víspera de su retirada del cargo, El Baradei se ha hecho con el elogio y el respaldo de todo el mundo.

Con ese apoyo sin precedentes, el director general saliente ha intensificado en las últimas semanas sus esfuerzos para llegar a un acuerdo con la República Islámica.

Su última propuesta fue enviar el uranio enriquecido iraní al exterior para su posterior conversión en combustible nuclear, algo que Teherán no ha rechazado ni aceptado todavía.

No obstante, todo indica que El Baradei seguirá luchando por un mundo sin armas nucleares, incluso después de abandonar su cargo.

"Su mandato de 'estadista por la paz' seguirá en cierto sentido también tras el final de su gestión en el OIEA. El Baradei seguirá hablando como una autoridad moral", vaticina Adler.

Jordi Kuhs

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