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Brancusi y Serra, un paseo por la escultura de un siglo

EFE

Desde la delicada "Cabeza de niño dormido", obra de Constantin Brancusi fechada en 1906, hasta la serie de obras sobre papel "Pesos alzados" de Richard Serra, la segunda planta del museo Guggenheim de Bilbao recorre en una exposición más de un siglo de escultura a través de dos de sus máximos representantes.

Los espacios del edificio de Frank Gehry parecen especialmente diseñados para mostrar las piezas de estos dos pioneros de la escultura en las que se establece, a la vez, un diálogo y una confrontación, en una muestra organizada en colaboración con la Fundación Beyeler de Basilea y compuesta por más de cincuenta obras.

La exposición, la primera que se organiza en España sobre Brancusi, cuenta con un montaje muy cuidado por el comisario Oliver Wick que ha planteado un diálogo "especialmente abierto".

En su opinión, "se trata de un ejercicio de libertad que se va descubriendo al avanzar por las salas del museo, con momentos en que las esculturas se encuentran y establecen una relación directa, pero también con salas dedicadas únicamente a uno u otro artista".

La construcción de pedestales de varios componentes, la serialidad, el apilado o el corte como línea desde la perspectiva de una escultura más profunda y transcendental que una mera forma bella, son aspectos que sitúan a los dos artistas en el mismo camino, un camino en el que ambos dibujan el volumen "pero en el que también hay confrontaciones".

Cuando realizaba sus estudios en París, entre 1964 y 1965, Richard Serra pasó varios meses visitando a diario la reconstrucción del taller de Brancusi, que había fallecido siete años antes. Esa experiencia le marcó y encaminó su trayectoria hacia la escultura.

Nacido en Rumanía en 1876, Brancusi está considerado como una de las figuras fundamentales de la escultura moderna con una obra que ha influido poderosamente en los nuevos conceptos de la forma en escultura, pintura y diseño industrial.

Príncipe de Asturias de las Artes, Richard Serra nació en San Francisco (EEUU) en 1939. Su obra le ha situado como el más relevante escultor de vanguardia en activo a escala internacional, célebre por sus piezas minimalistas y sus esculturas de gran tamaño, creadas para lugares concretos, así como por el proceso que utiliza partiendo de materiales industriales como el plomo, el acero y el hormigón.

Aunque la selección de obras de Brancusi realizada por Oliver Wick tiene un enfoque más bien retrospectivo, "el orden cronológico cede terreno en favor de agrupaciones temáticas cerradas", ya que este artista volvió una y otra vez sobre los mismos planteamientos "quizá para acercarse un poco más a la anhelada verdad", dice el comisario.

A esta elección retrospectiva en torno a los temas "niños dormidos", "musas dormidas", "torsos", "pájaros en el espacio" y las versiones de "Princesa X" o "El beso" se contrapone una selección de trabajos representativos de Serra, entre los que se encuentran creaciones tempranas como las "piezas de caucho" y "los puntales de plomo" seguidas de sus primeras obras en acero.

Algunas de las piezas de Serra tratan, en opinión del comisario, de su interés por las formas, "un interés que se ha mantenido intacto hasta la actualidad". Por el contrario , otras, como "La consecuencia de la consecuencia", abordan el tema de la creación de un campo de fuerzas espacial.

Ya en su inicio, la exposición impacta en el visitante. "El beso", escultura de piedra que creó Brancusi en 1907 y con la que logró el equilibrio perfecto entre fondo y forma, mira desde un pedestal a la gran obra de Serra "La materia del tiempo", creada especialmente para el Guggenheim de Bilbao.

La atmósfera especial que se crea en este espacio esta presente a lo largo de todo el recorrido que permite contemplar con claridad la evolución de ambos artistas, con paradas especiales en obras como "Negra blanca", "Negra rubia" o "Retrato de George", de Brancusi, así como en "1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8.", solo expuesta en una ocasión, o "Castillo de naipes", de Serra.

Para finalizar, Oliver Wick ha creado un espacio especial en la sala 203 en la que ha abierto el lucernario para que "los pájaros" de Brancusi reciban la luz natural. "Maiastras" y pájaros se han situado en altas columnas de diferentes tamaños desde las que se elevan hacia el cielo.

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