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Carlos Chauderlot, el único pintor de los secretos de la Ciudad Prohibida

EFE

El pintor franco-español Carlos Chauderlot, con una técnica artística propia que mezcla materiales y tradición de la pintura china con la perspectiva europea, tiene el orgullo de ser el único extranjero que fue autorizado a pintar los lugares más secretos de la Ciudad Prohibida.

"Las autoridades chinas me invitaron a pintar en lugares cerrados de la Ciudad Prohibida (Pekín), ese 70 por ciento que no visita la gente, y que no conocen siquiera los chinos ni los propios guardias que trabajan en ella", explicó en una entrevista con Efe, tras pasar por Shanghai para promocionar su pintura.

El artista, que nació en Madrid en 1952, vivió en Pekín desde 1996 y acaba de trasladarse a Macao (sur), todavía recuerda los dos años que pasó en los rincones del inmenso complejo palaciego imperial como "el mejor reconocimiento de China hacia mi obra".

"Al principio se burlaban de mí, porque algunos chinos pretenden, más o menos, que son los únicos que saben utilizar un pincel chino y la tinta china", explicó el autor, que se hizo famoso retratando paisajes urbanos de Pekín y otras ciudades, pues "es una manera de tratar la vida de la gente, que es lo que me interesa".

Poco a poco aprendió el uso de los distintos tipos de pinceles chinos, y empezó a combinar en sus aguadas los vacíos, en blanco, y la tinta negra, propios de la pintura china, con la perspectiva europea y el papel francés.

Cuando su obra empezó a llamar la atención de los medios del país, Pekín acabó concediéndole un inédito pase especial, "número 001", recuerda Chauderlot, para acceder a los lugares menos conocidos de la Ciudad Prohibida y poder pintarlos, "por un período que iba a ser de tres meses y se alargó dos años".

De octubre 2002 a noviembre 2004, el artista madrileño pudo recorrer y pintar rincones desconocidos incluso para la propia policía que guarda el conjunto monumental dentro de la amplia zona cerrada al público y que no puede salir de ella.

"Descubrí cosas extrañas", cuenta el pintor, sorprendido de hallar allí diferentes bibliotecas, escenarios de ópera y teatro, templos budistas, taoístas y de otras religiones más antiguas, e incluso de ver en pie algunas caballerizas de la guardia imperial Qing (última dinastía china 1644-1911).

"Hoy, las guías turísticas apenas ofrecen lo necesario para entender lo que es la Ciudad Prohibida", asegura, donde "no se ven sólo palacios", sino una verdadera "jaula de oro" que aislaba del mundo al emperador y a su familia.

"A veces tenía la impresión de estar en una cárcel. Iba por calles que no eran calles, aunque en los planos antiguos las llaman así, pero son calles de nueve o diez metros de ancho, con paredes de seis y ocho metros de alto por cada lado, y así vas andando metros y metros, doblando esquinas", asegura.

"Cada palacio estaba rodeado por estos muros muy altos", recuerda, por lo que acabó comprendiendo que "en realidad el emperador tenía miedo siempre de que le dieran un golpe de Estado dentro de su propia familia, así que la encerraba cerca de él".

Chauderlot, cuyo nombre chino, Qiao Delong, le gusta no sólo porque fonéticamente se parece a su apellido, sino por la idea de ser un "puente" ("qiao") entre la cultura europea y la asiática, recuerda cuando pintaba en el frío invierno pequinés, que los guardias le daban agua caliente para descongelar los botes de tinta.

De aquella experiencia salió un libro, "Ciudad Prohibida, el interior desvelado", publicado en francés y chino y donde recoge 81 aguadas del centenar que pintó durante esos dos años, "cifra de los clavos dorados de sus puertas, el símbolo del poder del emperador".

"Para mí, ser el primer y hasta ahora el único pintor, extranjero o chino, en haberse quedado en esas zonas prohibidas durante tanto tiempo, supone haber reunido en vida un poder bastante importante", concluyó.

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