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Cuando celebrar la Navidad no depende de un confinamiento sino de tu grado de precariedad

Muchas familias están muy pendientes de saber si podrán juntarse durante las fiestas, pero para otras muchas la preocupación radica en cómo asumir los gastos propios de estos días: poder preparar una cena, hacer algún regalo a  los más pequeños o simplemente cómo calentar la casa.

Varias personas esperan en la fila para recoger alimentos proporcionados por la Asociación de vecinos de Aluche. (RODRIGO JIMÉNEZ | EFE)
Varias personas esperan en la fila para recoger alimentos proporcionados por la Asociación de vecinos de Aluche. (RODRIGO JIMÉNEZ | EFE).

La preocupación por cómo será la Navidad de este año marcado por la pandemia de coronavirus no deja de ocupar titulares. Este martes, se daba a conocer el borrador del plan que el Gobierno prepara para la Navidad, que incluye la limitación de reuniones a un máximo de seis personas y un toque de queda hasta la una de la madrugada los días 24 y 31 de diciembre.

Como ha ocurrido con prácticamente todas las medidas tomadas por el Gobierno de Sánchez, la Comunidad de Madrid se ha desmarcado y ha propuesto que las reuniones sean de diez personas y que el toque de queda se alargue hasta la una y media de la madrugada.

Todas las medidas relacionadas con la Navidad han generado debate y muchas familias están muy atentas para saber si podrán juntarse o no los días de fiesta y si podrán moverse entre comunidades para visitar a sus familiares, pero para otras muchas la preocupación radica en cómo asumir los gastos propios de estas fiestas y, en los casos más extremos, con qué preparar la cena, cómo calentar la casa y de dónde sacar los regalos para los más pequeños.

Mayor precariedad y vulnerabilidad desde la llegada del coronavirus

Cuando hablamos de las olas del coronavirus también se habla de la precariedad en la que una parte de la sociedad se está sumiendo. Por cada ola, más empresas cierran, más personas se ven en el desempleo, más ERTE se producen y más ahorros se consumen. Algo que está llevando a que muchas de estas personas guarden sitio en las ya conocidas como las colas del hambre.

La pobreza en España está creciendo a un ritmo vertiginoso. La Cruz Roja ha atendido hasta la fecha a unos tres millones de personas, a través de su plan Responde, desde que comenzó la pandemia. Es decir, sólo por esta organización ha pasado el 6,5% de la población española desde el mes de marzo. 

"El 75% de las personas que estamos atendiendo son nuevos usuarios que nunca habían pedido ayuda a la Cruz Roja y la ayuda básica –de alimentación– se ha multiplicado por tres desde que empezó la pandemia", explican desde la Cruz Roja.

Además, según los datos aportados por Cáritas, las personas sin techo han crecido en un 25% y los servicios sociales, oenegés y otros colectivos han alertado sobre la emergencia con la crisis de nuevos colectivos de exclusión entre los que destacan los trabajadores precarios expulsados de sectores como la hostelería y el comercio y quienes subsistían en actividades informales.

"El número de demandas de ayuda que han recibido las diferentes sedes de Cáritas se han incrementado un 77% desde que se inició la actual crisis. De hecho, la mitad de las Cáritas han visto cómo las solicitudes de ayuda se han duplicado en este periodo de tiempo", explican desde la organización.

Aseguran que lo que sí se muestra como una constante es la llegada de personas que nunca antes se habían acercado a Cáritas. De hecho, durante esta crisis derivada del coronavirus, una de cada tres personas (33%) es nueva o hacía más de un año que no acudía buscando ayuda. Y un 26% de quienes han acudido a Cáritas por esta crisis es la primera vez que lo hacían.

Como ya adelantamos en Público, más de 1,3 millones de familias necesitan ayuda pública para pagar la luz y las consecuencias económicas de la pandemia están disparando la demanda de los bonos sociales eléctricos a un ritmo de más de doscientas solicitudes diarias.

Con estos datos es evidente que muchas familias ni se plantean las restricciones anunciadas por Gobierno y comunidades ya que, en primer lugar, se encuentra el poder cubrir los servicios básicos.

Navidades "ajustadas", hijos volviendo a casa de sus padres para quedarse y ningún regalo

"Yo trabajaba como mozo de almacén y me despidieron por culpa de la pandemia. Me ha tocado volver a casa de mis padres y este año no va a haber navidades. Somos una familia humilde y la pandemia ha hecho mucho daño. No habrá regalos ni nada por el estilo", explica a Público Harim.

"Yo trabajaba como dependienta en una zapatería. Llevo en ERTE desde abril y mi prestación es de 460 euros al mes. Como comprenderás estoy muy apretada, he tenido que pedir dinero a mi hermana y eso que ella tampoco es que esté muy bien de dinero", explica a Público María del Carmen.

"Para mí no habrá prácticamente navidades. Iré a cenar en Nochebuena con mi hermana y así no gasto en comida. Lo hablamos y yo les expliqué que no podía comprar comida para cinco porque ese dinero es lo que me salva a mí más de una semana. Así que decidimos celebrar todas las fiestas en su casa y así ahorrar un poco. Me da mucha pena no poder comprarle nada a mis sobrinos, soy la hermana pequeña y cuando mi hermana tuvo a los críos podía hacerles regalos humildes porque todavía estaba estudiando, pero ahora ni eso. Es duro tener 43 años y no poder regalar ni un detallito a tus sobrinos, la verdad", finaliza.

"Mi familia está en una situación muy difícil. Mi madre no trabajaba antes de la pandemia y mi padre trabajaba en el sector de la hostelería, igual que yo. Ahora estamos los dos en ERTE, yo cobro mucho menos porque mi jornada era parcial. Estamos tirando de los abuelos porque la otra opción es ir a alguna asociación. Es muy triste porque yo estoy estudiando, pero como sigamos así no hay dinero. Tengo un amigo de clase que ha perdido dinero de la matrícula porque la estaba pagando a plazos y ha dejado de pagarla, por lo que me ha dicho este año no va a poder estudiar. Él también estaba trabajando y le despidieron hace tiempo", explica a Público Carmen, estudiante universitaria.

Estos datos demuestran que las navidades van a ser diferentes para muchas personas más allá que las restricciones que puedan imponer para salvaguardar la seguridad e intentar minimizar la tercera ola.

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