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Cientos de jóvenes acampan contra Putin en el centro de Moscú

EFE

Cientos de jóvenes opositores han acampado de manera indefinida en el centro de Moscú para protestar contra Vladímir Putin, que asumió esta semana la presidencia de Rusia.

"Estamos aquí para exigir nuevas elecciones, parlamentarias y presidenciales. Estaremos aquí hasta entonces y no nos iremos", aseguró hoy a Efe Pavel Lobánov, descontento con la política que ha impuesto al país durante los últimos doce años Putin, que ha alternado Presidencia y Jefatura de Gobierno desde entonces.

La acampada se ha presentado ante las autoridades como la celebración indefinida del Día de la Victoria sobre la Alemania nazi, que los rusos celebraron el 9 de mayo, para así evitar ser disueltos por la policía.

Lobánov no cree que la policía le eche a él y a sus compañeros del bulevar donde están: "Si no, nos marcharemos a otra plaza".

En medio del bulevar capitalino de Chístii Prudí, a los pies del monumento al poeta kazajo Abai Kunanbáyev, acampan y se reúnen los "indignados con Putin" para organizar charlas y asambleas.

A pocos metros del monumento, rodeados de cientos de simpatizantes que se acercan hasta aquí todas las tardes, han desplegado un punto de información y organización.

"Estamos aquí para organizar un espacio autónomo. No tenemos líderes. Todo se organiza desde la iniciativa de los acampados", asegura Stanislav, uno de los concentrados que no quiere revelar su apellido.

La protesta tiene lugar, curiosamente, cuando el resto de Europa recuerda el nacimiento hace un año del Movimiento 15-M en el centro de Madrid, impulsado también por jóvenes descontentos.

Al igual que hicieran hace un año los "indignados" en Madrid, cuentan con un punto de recogida de comida al que los voluntarios llevan alimentos.

"La gente nos trae el dinero para comprar comida. Nos traen agua caliente y también comida", cuenta Yelizaveta Blinkova, que entrega hasta cigarrillos a todos los que se acercan al punto de reparto.

A sus espaldas, una docena de jóvenes están tumbados sobre el césped de la zona ajardinada del bulevar, donde sus casetas, ahora recogidas para no provocar a la policía, serán montadas cuando caiga la noche.

"Pasamos la noche aquí. Hay gente que nos ofrece incluso un sitio para ducharnos. Una mujer ha repartido tarjetas para darnos un lugar para ducharnos. Tenemos mantas para no pasar frío y nos abrigamos bien", explica Blinkova.

La mayoría ni ha oído hablar de Madrid o de otras concentraciones de los "indignados" y sus motivos ni se parecen a los de aquellos, pero el ambiente que se respira en un espléndido día de primavera huele a la madrileña Puerta del Sol.

Chicos y chicas con guitarras, sentados sobre las aceras y el césped, y cientos de círculos que hacen que la Rusia de Putin no parezca un país autoritario, como creen muchos de los aquí presentes.

Al igual que hicieran hace un año los madrileños en la Puerta del Sol, muchos acampados se marchan por la noche para dormir en sus casas y acudir a sus puestos de trabajo por el día, para volver por la tarde a Chistii Prudí y participar en la "celebración indefinida".

El puente del Día de la Victoria no pasó desapercibido para los moscovitas: decenas de miles de personas se concentraron en el centro de la ciudad y más de 400 opositores fueron detenidos tras enfrentamientos con la policía, un día antes de que Putin fuera investido presidente del país.

El 8 de mayo, el día en el que el ya expresidente Dmitri Medvédev era votado nuevo primer ministro en la Duma (cámara baja del Parlamento ruso), varios jóvenes se instalaban con sus tiendas de campaña en el bulevar de Chistii Prudí.

Las fuerzas no parlamentarias no han tardado en abanderar la acampada aparentemente espontánea de los jóvenes e insisten en que las concentraciones y piquetes continuarán.

"Pueden encarcelar a Navalni y a Udaltsov (líderes informales de la oposición), pero esta gente seguirá contando con un líder y coordinador -el Twitter- al que es imposible encarcelar", dijo hoy a la agencia Interfax Iliá Yashin, una de las caras conocidas del movimiento opositor Solidaridad.

Por Arturo Escarda

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