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Las claves de los acuerdos de la cumbre de Bruselas

La sacralización de los límites al déficit

DANIEL BASTEIRO

¿Qué han pactado los líderes europeos?

Se le conoce de muchas maneras: 'pacto fiscal', una 'arquitectura reforzada para la unión monetaria', o un 'pacto presupuestario'. Todos se refieren a lo mismo. Los socios de la UE, salvo el Reino Unido, aceptaron las tesis defendidas desde hace un año por Angela Merkel, quien desde el inicio de la crisis de deuda ha reclamado austeridad presupuestaria y duros castigos para el que se desvíe de ella. Ya figuran en el conocido como el Pacto del Euro, aprobado en marzo, y están en la base de cada exigencia de recorte del déficit a países como Grecia, Irlanda, Italia, Portugal o España. Ahora, además, cuentan con un tratado preciso y vinculante que pretende garantizar su cumplimiento.

¿Cuáles son las medidas concretas?

Se resumen en la sacralización de los límites de déficit y deuda, que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento limita en un 3% y en un 60% del PIB, respectivamente. Todo desvío será castigado y prevenido, según las nuevas normas, que son un endurecimiento de las que la Unión Europea ha reforzado ya desde el inicio de la crisis y que entran en vigor la semana que viene. El paso adicional pactado en la madrugada de ayer implica sanciones automáticas (salvo que se reviertan con una mayoría cualificada muy difícil de conseguir) que pueden llegar a convertirse en multas del 0,2% del PIB del país en cuestión. Además, los firmantes del pacto se comprometen a incluir un tope al déficit en la Constitución, que será revisado por el Tribunal de Justicia de la UE. La medida, que ya consta en la Constitución de Alemania y España, limitará al 0,5% el déficit estructural (el que existe aún cuando la economía rinde a pleno potencial). La justicia comunitaria revisará que los Estados la adoptan y que tienen leyes secundarias que la desarrollan. Además, se dará más poder a las instituciones europeas para que intervengan en un país que esté negociando un presupuesto que pueda desviarse de los objetivos. Todos los países se comprometen a iniciar un proceso de convergencia económica en materias como la laboral o la fiscal.

¿Sólo hay austeridad? ¿Y solidaridad?

Es la parte más importante, porque ata las manos de los Gobiernos y limita sus competencias en cuanto al gasto público. Además, los líderes revisaron sus reglas sobre los rescates, articulados a través de una compleja maraña de instrumentos. Por una parte, adelantaron la entrada en vigor del nuevo mecanismo desde 2013 a 2012. Contará con 500.000 millones de euros y convivirá con el actual, al que le quedan aproximadamente 250.000 millones. El actual seguirá prestando a Irlanda y Portugal hasta completar sus rescates. El primer rescate de Grecia, pactado antes de crear el fondo, se articula a través de préstamos bilaterales. El segundo, acordado en julio, correrá previsiblemente a cargo del nuevo fondo. Además, los bancos centrales de los países de la eurozona y varios socios que de fuera de la moneda única prestarán al FMI 200.000 millones de euros para que la institución con sede en Washington los utilice en caso de que sean necesarios más rescates. Se bordea así la prohibición legal de los tratados comunitarios de rescatar directamente a un país a través del BCE.

¿Los bancos seguirán participando en los rescates?

No. La participación del sector privado quedará limitada al caso 'excepcional' de Grecia. El año pasado, Merkel forzó la inclusión de los bancos en los rescates haciendo que no recibieran parte de lo invertido en caso de que un país tuviese que ser rescatado. Se decidió en una cumbre francoalemana y se impuso al resto de socios, aún con la feroz oposición de Jean-Claude Trichet, ex presidente del BCE, o de países como España. Marcó el inicio del contagio, por la idea de que la eurozona no pagaba sus deudas. En la madrugada de ayer, los líderes decidieron quitarlo.

¿Se da finalmente más poder al BCE para que participe en los rescates?

Tampoco. El presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, propuso tras consultar a los 27 que el nuevo fondo de rescate se convirtiese jurídicamente en un banco. La metamorfósis le permitiría acudir, como cualquier banco privado, a las subastas de liquidez del BCE y conseguir su respaldo. De esa manera, podría endeudarse para multiplicar su capacidad y tener recursos suficientes en caso de que fuese necesario auxiliar a pesos pesados de la eurozona, como Italia o España, en la diana de la especulación especialmente desde este verano. Alemania se oponía con la complicidad del BCE, como también rechazaba ampliar la capacidad del nuevo fondo (de 500.000 millones de euros). La presión de Francia no consiguió convencer a la canciller.

¿Pero el BCE actuará, no?

Es la gran incógnita. Fuentes de la institución aseguraron ayer que el BCE no tiene intención de incrementar sus compras de deuda en los mercados secundarios, es decir, a los bancos. La medida, muy reclamada por los países más acosados y por una multitud de economistas, relajaría el tipo de interés (o diferencial, o prima de riesgo) de la deuda en la compraventa entre bancos. Ese índice es un reflejo de lo que los inversores exigen a los Estados cuando subastan bonos de deuda pública para refinanciar su economía. El presidente del BCE, Mario Draghi, se mostró ayer muy contento con el pacto, lo que podría preconizar compras de deuda a gran escala que el banco ha negado oficialmente.

¿Va a haber eurobonos?

Quizás en un futuro, pero no por el momento. Los eurobonos son una manera de gestionar la deuda conjuntamente, algo a lo que se opone desde siempre Alemania. Supondría que países como España o Italia vieran rebajado el interés que pagan por refinanciarse, pero a costa del alemán, que aumentaría, por ejemplo. Se compartirían riesgos, ya que todos los socios del euro responderían por las deudas de todos. La Comisión presentó el mes pasado sus propuestas, y aunque en la cumbre se debatió 'bastante', según reveló José Luis Rodríguez Zapatero, en las conclusiones ni se incluyó una mención.

¿Por qué es importante el cambio del tratado?

En realidad, la relevancia es más simbólica y práctica que política. El eje francoalemán ha conseguido plasmar sus exigencias en cuanto a la austeridad en un tratado internacional nuevo. Su estatus legal es similar al del Protocolo de Kioto, sobre el clima, o el que regula el uso de minas antipersonales. Pero es un texto legal que solemniza el acuerdo y los compromisos de la eurozona y al menos seis países más. Francia y Alemania, pero sobre todo la segunda, querían incluir el salto adelante en una reforma de los tratados actuales, lo que haría la participación de las instituciones europeas automática. En el nuevo tratado, la manera en la que participa la Comisión o el Tribunal de Justicia quedan por definir.

¿Queda aislado el Reino Unido?

Sin duda. El Reino Unido utilizó su poder para vetar una reforma del Tratado de Lisboa, que exige que cualquier modificación tenga el respaldo unánime de los 27 socios de la UE. Las nuevas normas de austeridad no tenían que ver con el Reino Unido, pues estaban pensadas para aplicarse inicialmente sólo a la eurozona, pero David Cameron vio la oportunidad perfecta para pedir poder de veto en cualquier decisión en materia financiera que le afecte. Desde el estallido de la crisis, la UE ha aprobado gracias a sus reglas ordinarias de funcionamiento varias reformas legales que han limitado el poder de la City londinense, uno de los centros mundiales de la especulación. El veto de Cameron, visto como un chantaje, tendrá repercusiones políticas en el futuro.

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