La nueva "Estrategia de vigilancia y control frente a la covid tras la fase aguda de la pandemia", aprobada el pasado martes por la Comisión de Salud Pública, supuso el adiós definitivo a una serie protocolos y rutinas que han formado parte de nuestra cotidianidad desde que los peores augurios de la pandemia se fueron haciendo realidad. 

Se trata, tal y como deslizaba el informe presentado por el Ministerio de Sanidad, de "aceptar un cierto nivel de transmisión" entre la población vacunada, joven y sana para pasar a centrarse solo en las personas más frágiles. Una transición hacia un nuevo escenario que deja atrás un modus operandi que nos ha acompañado desde el inicio de la pandemia.

Así, desde este lunes se han acabado las pruebas y aislamientos de positivos generalizados. Ya se han ido reduciendo las pruebas y han acabado las cuarentenas de contactos. Todo ello repercutirá en los datos públicos, pues no se contarán muchos contagios, solo los graves o en residencias.

Decimos adiós a los informes diarios suministrados por el Ministerio, nos despedimos de ese enjambre de números que cada tarde descifrábamos con el fin de entender mejor los embates de la pandemia. Números que son vidas, planes frustrados y futuros en vilo. Números que nos permitieron acotar la tragedia, esbozar el desconcierto.

Escepticismo entre los facultativos

No todos están conformes con esta hoja de ruta. Médicos y expertos consideran que esta nueva estrategia de vigilancia y control implica volver a escenarios previos a la pandemia, en los que al paciente no le quedaba otra que acudir a la clínica con vistas a identificar la enfermedad. 

Una estrategia que, lamentan los médicos de familia, supone perder dos años de avances en materia de diagnóstico, dos años que han permitido establecer unos protocolos que han permitido salvar vidas y que, de desaparecer, haría que muchos contagios pasaran inadvertidos para los facultativos.

Pero no sólo eso. Las nuevas medidas, que en principio tienen entre sus objetivos aliviar la carga de trabajo que arrastra el personal sanitario, podrían tener el efecto contrario. Yendo al grano; se aligera a los centros de carga burocrática, pero la responsabilidad de la asistencia sigue recayendo en las mismas manos.

Unos partes que han marcado la pandemia

Dos años de información pública ininterrumpida. Dos años en los que la voz de Fernando Simón, al frente del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, se convirtió en omnipresente. 

A través de sus intervenciones, la pandemia adoptó su vertiente más analítica. La asepsia de los números se coló en lo cotidiano también de la mano de Salvador Illa, relevado en enero de 2021 por Carolina Darias, al frente del Ministerio de Sanidad.

La bajada de la tasa de incidencia y la evolución positiva de la pandemia llevaron a principios de este mes al Ministerio de Sanidad, con previo acuerdo con las comunidades autónomas, a cambiar la periodicidad de publicación tanto del informe de vacunación como el del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. El primero de ellos pasaría a publicarse una vez a la semana, mientras que el segundo, que contiene los datos de incidencia, contagios o fallecidos, se emitiría dos veces por semana.

Comenzaba la cuenta atrás para unos partes que han marcado la progresión de la pandemia. Una pandemia cuyo impacto, según una encuesta del Observatorio de Tendencias, el 85% de los españoles sigue sufriendo a nivel psicológico, dato que aumenta en el caso de las mujeres (89%) y los jóvenes (94%).