Este artículo se publicó hace 13 años.
Día 10: La venganza se sirve perfecta
Teodosic buscaba al tipo con barba ante quien, una tarde en Turquía, cascó un triple a falta de cuatro segundos para finalizar el partido. Miraba en la cancha, en el banquillo, en la grada... "¿Jorge?". Nada. Sólo encontraba a otro tipo con barba que le sonaba de haberle visto por la televisión en los dos últimos años. Se parecía a otro igual de alto que él que, curiosamente, también llevaba su apellido en la camiseta.
El bueno de Teodosic se desesperaba buscando a ese hombre que nunca llegó a estar en Lituania, mientras el resto de su equipo estaba en medio de otra búsqueda: la de cómo parar a ese otro barbudo que con el número 4 a la espalda les estaba haciendo un roto.
En nada se parecían a aquellos hombres a los que había vuelto locos hacía tan sólo un año en Turquía. Este equipo rebosaba mucha más confianza y el suyo, aquel conjunto que aspiraba a todo, se desinflaba en el parqué.
Entonces entendió lo que ocurría: "Estos tipos se están vengando por la que les hice". Y la venganza no la estaban sirviendo fría, sino perfecta, calculada, trazada con compás y cartabón. Más de veinte puntos de ventaja durante casi todo el partido, jugadas rápidas al contragolpe y grandes defensas sobre todos los jugadores serbios.
Y Teodosic, cabizbajo, volvió a pensar en Turquía, pero esta vez porque será su próximo rival y la llave para acceder a las eliminatorias mientras esos hombres con los que, como diría Serrat, ya tiene algo personal, se marchaban sonriendo sabedores de que el partido contra Francia del domingo servirá para dirimir quién es primero del grupo.
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