Público
Público

Europa y el FMI: 'Lost in translation'

La ausencia de DSK como árbitro está dificultando el entendimiento en la UE

BELÉN CARREÑO

Dos fuerzas opuestas han eclosionado en Europa en los últimos días. Aunque desde fuera las corbatas y los trajes azul oscuro casi negro puedan homogeneizar a políticos y directivos de bancos centrales, ambos colectivos pertenecen a dos castas distintas, que, en circunstancias normales, léase bonanza, sólo se relacionan si es estrictamente necesario.

El re-rescate de Grecia ha puesto sobre el tapete que el Banco Central Europeo (BCE) y Bruselas no hablan el mismo idioma, y no sólo es un problema de dominio del francés. La Comisión está rendida a la servidumbre política, sobre todo a la que le marcan los diferentes líderes nacionales, mientras que el BCE intenta practicar la pureza de la política monetaria, una suerte de reserva moral de la economía, muy lejana del sentir de los ciudadanos.

Grecia ha mostrado que el BCE y la UE no hablan el mismo idioma

Hasta ahora, un tercero, en este caso en concordia, había logrado limar las diferencias entre ambos universos. Se trataba de Dominique Strauss-Kahn, a ratos banquero (en su papel de principal prestamista mundial como director gerente del FMI) y a ratos político, lo que le había llevado al que puede ser su ultimo éxito internacional: aproximar las posturas de los políticos y los guardianes del euro para lograr rescatar, de forma más o menos coordinada, a tres países europeos.

Pero muerto el perro, en este caso, se desencadenó la rabia, y la pérdida de este factótum ha dejado al aire las miserias de los rescatadores europeos. El pasado viernes, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, insistía en que los inversores deben pagar parte del rescate de Grecia, con la famosa quita. El mensaje es claramente político, ya que sintoniza con una demanda ciudadana, pero es lo último que el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet quiere oír mencionar. Desde Fráncfort se ha invocado entonces al mayor anatema de la economía mundial: una reestructuración de la deuda sería ¡peor que Lehman Brothers!

Urge nombrar al sustituto de DSK para cohesionar de nuevo Europa A este caos, aderezado con opiniones de políticos de cualquier país del euro, refutadas casi al instante por miembros del BCE, se ha unido la posibilidad de que el FMI no renueve el último tramo del préstamo heleno, una lectura muy ortodoxa de sus normas internas que de nuevo adolece de la interpretación pragmática que había impuesto en su mandato Strauss-Kahn. Urge, por lo tanto, nombrar un sucesor que sea capaz de ejercer de nuevo el rol de traductor y cohesionador de los intereses europeos. Lo que lleva a una nueva cuestión: ¿Puede un no-europeo ejercer este papel de bisagra? Veremos.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias