Este artículo se publicó hace 15 años.
El exilio se muestra dividido frente al concierto de Juanes en Cuba
El exilio cubano en Miami se mostró dividido ante el impacto del concierto del cantante colombiano Juanes en La Habana por considerar algunos que fue una "ventana abierta" para el pueblo de Cuba y otros un triunfo para el régimen castrista.
José "Pepe" Hernández, presidente de la influyente Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), dijo a Efe que fue muy positivo, en especial para la nueva generación de cubanos, porque escucharon música y mensajes de paz, amor y hasta de libertad en un lugar donde se han pronunciado "tantas mentiras".
"Definitivamente es una ventana abierta al mundo que tanto necesita el pueblo cubano", expresó el activista.
La segunda edición del concierto "Paz sin fronteras" se celebró el domingo en la Plaza de la Revolución de La Habana, donde Juanes deleitó, junto a otros 14 artistas, a centenares de miles de cubanos, en su mayoría jóvenes.
Antes de su celebración, el espectáculo fue repudiado por parte del exilio cubano con el argumento de que el interprete colombiano estaba prestándose para revalidar al régimen castrista, "una dictadura que tiene 50 años oprimiendo al pueblo cubano".
Hernández calificó como un mensaje correcto lo que transmitió el roquero colombiano y opinó que tanto el exilio como la comunidad internacional deberían esforzarse por imitarle.
"El pueblo cubano lo que necesita es esperanza, apoyo internacional y de sus propios hermanos en el exilio", dijo el presidente de la FNCA.
Agradeció al interprete de "A Dios le pido" y "La camisa negra" y a los demás artistas que le llevaron a los cubanos "un poco de esperanza, al menos por cuatro o cinco horas".
"Claro que no es posible esperar que un concierto vaya a resolver los problemas tan graves que vive el pueblo cubano, pero creo es el mensaje correcto", añadió.
Para Hernández, el gran ganador fue la juventud cubana, aunque no descartó la posibilidad de que el régimen castrista haya obtenido beneficio del evento.
Sin embargo, recomendó a sus compatriotas en el exilio dejar de medir sus actos en cuanto a si afecta o beneficia a los hermanos Castro.
"Tenemos que comenzar a medirlos por el beneficio que obtenga el pueblo cubano. Y los jóvenes, en este caso, se han beneficiado muchísimo más de lo que lo ha hecho el régimen castrista", agregó.
Ramón Saúl Sánchez, presidente del Movimiento Democracia, opinó que el concierto marcó un primer paso hacia una dirección positiva porque ayuda a tender puentes y a resarcir la autoestima del cubano.
Otro aspecto positivo es que los artistas expresaron mensajes subliminales que, en su opinión, tienen un efecto profundo en la isla caribeña porque se mencionó cambio, una Cuba libre, el no tener miedo y que los cubanos de acá y de allá son una sola familia.
Destacó que incluso el trovador cubano Silvio Rodríguez, "un seguidor del régimen", desempolvó la canción "Ojalá" que estuvo 20 años prohibida porque los cubanos pensaban que se refería al ex gobernante Fidel Castro.
"El que más ganó fue el pueblo cubano que escuchó un mensaje de aliento, de esperanza y que por un poco de tiempo pudo resarcir esa autoestima que el régimen le ha destruido mediante sus mecanismos tiránicos durante medio siglo", dijo a Efe.
Abogó también para que el Gobierno cubano realice eventos similares en el futuro.
Por otro lado, Ninoska Pérez, directiva del Consejo por la Libertad de Cuba (CLC), afirmó que el concierto fue una "gran farsa lamentablemente apoyada" por Juanes y la cantante puertorriqueña Olga Tañón para vender una imagen de la isla caribeña que "no existe".
"Es una mentira lo que dijo Olga Tañón de que este era un concierto sin exclusiones porque sabemos que no dejaron ir a los artistas del exilio y visitaron (los funcionarios cubanos) a los disidentes para advertirles que no podían ir", comentó.
Evidentemente -aseveró- el régimen castrista permitió el concierto para su propio beneficio y Juanes y los demás artistas se prestaron para ello.
"Ni esto hace al pueblo de Cuba libre, ni nada, siguieron siendo los mismos ciudadanos de quinta categoría en su propio país, sin poder ir a los hoteles, expresarse libremente, sin tener acceso a la Internet", señaló.
Una opinión que compartió Alejandro Ríos, el crítico de arte y director de la Serie de Cine Cubano del centro universitario Miami Dade.
Para Ríos el concierto no tuvo "trascendencia" ni "una significación social", más allá de la alegría de las personas que durante un tiempo se olvidaron de sus penas, pero luego tuvieron que regresar a "ser como eran, lamentablemente".
"Ese concierto no dejará un legado, como el de Woodstock (Nueva York, 1969)", comentó.
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