Este artículo se publicó hace 16 años.
El Gobierno de EEUU se prepara para los cambios con Obama
Por Andrew Quinn
Tras obtener una histórica victoria en las elecciones presidenciales del martes, Barack Obama entra ahora en uno de los terrenos más resbaladizos de la política estadounidense: la transición al poder y la designación de legiones de altos cargos que le acompañaran en el Gobierno.
Los analistas políticos coinciden en que Obama debe actuar rápido. Su llegada a la Casa Blanca ocurre en momentos en que tropas estadounidenses combaten dos guerras, la economía se hunde en su peor crisis desde la Gran Depresión y los responsables instan a mantener alta la guardia ante a la amenaza de un ataque terrorista.
Clay Johnson, que dirigió en 2001 el equipo de transición para el presidente George W. Bush, cree que Estados Unidos no se puede permitir el promedio de 90 días que el Congreso tardó en aprobar a los altos cargos designados por Bush.
"Necesita ser mucho más rápido, particularmente en tiempos de guerra", dijo Johnson durante un seminario sobre el proceso de transición, añadiendo que tanto la Casa Blanca como las campañas empezaron este año a trabajar anticipadamente para asegurar una veloz transferencia del poder.
El presidente electo demócrata tiene mucho en juego. Los mercados globales esperan noticias sobre quién será el próximo Secretario del Tesoro, una pregunta que muchos esperan que Obama responda para el 15 de noviembre, cuando está programada en Washington una conferencia internacional sobre la crisis de crédito.
Las personas que Obama nomine para carteras como Defensa o Asuntos Internacionales indicarán cómo pretende la nueva administración llevar a la práctica sus promesas electorales.
Obama, hablando antes de la elección del martes, dijo que considera que es importante tener a republicanos en su gabinete, pero dio pocas pistas sobre a quién podría elegir. "No tengo ni idea de quienes podrían ser los candidatos", dijo.
LIMBO POLÍTICO
El período entre la elección del 4 de noviembre y la toma de posesión del 20 de enero próximo podría transformarse en un limbo político para el Gobierno de Estados Unidos, pues las líneas del gobierno nacional se vuelven difusas entre el presidente saliente y el entrante.
Mientras tanto, muchos altos cargos comenzaron su propia transición, un cambio de guardia que podría implicar que muchos de los 7.000 designados políticos pierdan sus empleos, llevándose consigo la experiencia acumulada.
"En la mayoría de las oficinas públicas, la memoria se va con la administración saliente. Queda muy poco", dijo Martha Kumar, una analista política de la Towson University y cofundadora del Proyecto para la Transición en la Casa Blanca, una coalición de académicos e instituciones políticas que busca ayudar en estos procesos.
Kumar recuerda, por ejemplo, a un funcionario de la recién electa administración Clinton que llegó el primer día a su oficina y encontró seis teléfonos sonando al mismo tiempo.
El empleado pensó: "Si contesto, ¿Qué voy a decir?".
Por supuesto, la mayoría de los funcionarios federales de carrera permanecen en sus cargos y el Gobierno y las fuerzas armadas continúan funcionando.
Pero para muchos importantes empleados públicos, las oficinas del equipo de transición se transforma en un anticipo de la Casa Blanca, cuyos movimientos son escrutados como señales de quién irá a dónde en la próxima administración.
"Y una de las lecciones de la administración Clinton es que uno no empieza por el gabinete, sino por el personal de la Casa Blanca. Eso ayuda a montar un mecanismo para tomar decisiones", dijo Kumar.
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