Este artículo se publicó hace 13 años.
Harakiri
El viernes 6 de mayo, se cumplen dos años desde que Elena Salgado pronunciara, tras apenas jurar en el cargo un mes antes, aquella célebre frase: "La situación económica está teniendo algunos brotes verdes y hay que esperar a que crezcan". Esos brotes, identificados con una nueva primavera de crecimiento, no sólo no han crecido en estos dos años sino que como ha confirmado la EPA del primer trimestre, la destrucción ha continuado en la raíz. Es decir, en el empleo.
Lo más relevante de la amplia Encuesta de Población Activa de los primeros tres meses del año no es la subida deldesempleo en 213.000 parados, y superar los 4,9 millones o el 21,3%, sino la destrucción de empleo. Ya habíamos apuntado en esta columna que el aumento del paro sería del orden de las 190.000 o 200.000 personas.
La gente, ya descorazonada, ha dejado de salir a buscar empleo
Sin embargo, lo significativo es que un año exacto después de iniciada la recuperación puramente simbólica de la economía, que la EPA presente una caída de la ocupación de 256.500 personas es toda una revelación. Esa cifra incluso es despiadada en su simbolismo: supera la de 2010, cuando la caída resultó ser de 251.800 personas. Y si se quiere ir un poco más lejos y detectar la tendencia, depurando los efectos estacionales ¡la pérdida de ocupados de 256.500 se queda en 150.000! Es decir, no hay por dónde cogerlo.
Cuando la semana próxima el Banco de España anticipe el dato de crecimiento en los primeros tres meses de 2011 se podrá ver la correlación: la economía habría crecido un 0,2%. Es decir, estamos reptando en el fondo de una fase prolongada de estancamiento. Si el paro no se ha disparado hacia los 5 millones de parados ha sido por la caída de la población activa, es decir, la gente que, ya descorazonada, ha dejado de salir a buscar empleo. Con todo, si hiciéramos aquí como en Estados Unidos, donde existen seis medidas del desempleo que culminan con la llamada U 6 (unemployment, desempleo), que incluye a los subempleados involuntarios, estaríamos bastante por encima de esa cifra.
Hasta ahora, si se hace caso de la encuesta, el paro ha golpeado casi a un 50% más a la población inmigrante (31,99%) que a la española (19,33%), pero no es menos cierto que en estos tres primeros meses de 2011 el paro se diseminado desde la construcción hasta la industria. Y ello a pesar de la buena marcha de las exportaciones. Pero aquí pasa lo mismo que con la productividad española en general. Se gana competitividad en el sector exterior a golpes de destrucción sistemática de empleo.
Este es, pues, el precio que estamos obligados a pagar, porque el Gobierno y el principal partido de oposición creen, uno ejecutándolo y el otro sin decirlo, que es lo mejor, lo único, que se puede hacer. Es lo que ha afirmado, en lo que será su testamento, Axel Weber, desde ayer expresidente del Bundesbank, en un discurso ante la Reserva Federal de St. Louis: "El problema real es que un número de países han incumplido con las obligaciones y requerimientos de la unión monetaria. Los problemas persistentes de países al refinanciar su deuda son sólo síntomas de problemas, no problemas como tales. La crisis financiera ha revelado problemas insostenibles en algunos países, problemas que ya existían antes de la crisis: demasiado gasto público, uso improductivo de los flujos de capital, pérdidas de competitividad". ¿Cómo salir? "Procesos dolorosos de ajuste, incluyendo reformas estructurales y consolidación fiscal son esenciales para restablecer la capacidad de los países preocupados en satisfacer las demandas de una política monetaria única". Es la receta que Gobierno y oposición comparten.
Después de esta negra EPA, el Gobierno intentará sacar partido del dato de paro registrado, del próximo martes, que, con la Semana Santa incluida, dará una bajada del paro del orden de las 30.000 personas y una subida importante de las afiliaciones. Pero la política del harakiri sigue en marcha.
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