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La inflación se dispara en China y alimenta su burbuja económica

Los precios crecen un 5,4%, cuando el objetivo era del 4%, y el PIB, se incrementa un 9,7%

DAVID BRUNAT

China confirmó este viernes el temor de los mercados globales tras anunciar que su inflación en el primer trimestre de 2011 alcanzó el 5,4%, muy por encima del objetivo del 4% marcado por Pekín para este año. Es el pico más alto en los últimos 32 meses, lo que añade aún más presión sobre el Gobierno del país para poner freno a la escalada de precios y enfriar una economía que vive al rojo vivo. Eso, sin contar el creciente riesgo de inestabilidad social y política que entraña esta situación.

Al mismo tiempo, Pekín anunció que su PIB creció un 9,7% interanual en este primer trimestre, también una cifra por encima de lo previsto (la media de las previsiones de los expertos recogidas por Bloomberg estimaba un crecimiento del 9,4%) y que alimenta las tesis de algunos expertos, como el financiero George Soros, de que la economía china 'está de alguna manera fuera de control'. Su PIB creció un 10,3% en 2010, y el Gobierno chino se ha fijado un objetivo de crecimiento del PIB del 8% para todo 2011.

'Su economía está de alguna manera fuera de control', dice George Soros

'La inflación no disminuirá en el corto plazo y se espera que los precios de consumo se mantengan altos en el segundo trimestre', confirmó Sun Miaoling, economista del CICC, el mayor banco de inversión chino. 'Combatir la inflación será la prioridad del Gobierno en los próximos meses, lo que podría llevar al banco central a endurecer sus políticas monetarias', añadió. La principal medida, de aplicación inmediata, será aumentar una vez más el ratio de reservas bancarias, con lo que se intenta reducir la concesión de créditos.

El anuncio confirma que China, se encuentra ante una encrucijada. La inflación (plasmada en un incremento drástico de los precios y expansión de la burbuja inmobiliaria) es uno de los escasos motivos que podrían provocar hoy un estallido social en China. Pero para enfrentarse a las tensiones inflacionistas, una de las claves sería apreciar la moneda local, el yuan, una medida que solucionaría el lastre del exceso de liquidez y contendría la inflación, pero que al mismo tiempo perjudicaría a su inmenso sector exportador, el principal pilar de su economía. En definitiva, China sabe que necesita un cambio estructural para hacer frente a sus nuevos problemas, pero ya ha dicho en varias ocasiones que lo hará a su ritmo y no al que le exige Estados Unidos.

El callejón en el que se encuentra China es un aviso para el resto de economías emergentes, que empiezan a ver cómo sus esfuerzos por mantener sus divisas depreciadas (India, Brasil, Turquía) están disparando su inflación interna y alimentando el malestar social entre su población.

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