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La muerte súbita y el deportista

IGNACIO ROMO

La información es conocimiento. Éste es precisamente uno de los lemas de este diario. En el caso de la cardiología deportiva, que vive días difíciles, es fundamental que se reúna la máxima información acerca de las alteraciones que mostraba el organismo de Antonio Puerta en su trágico fallecimiento.

Las muertes súbitas en el deporte no alcanzan una frecuencia extraordinaria pero tampoco son hechos que sucedan cada diez años.

El pasado domingo, sin ir más lejos, fallecía un corredor de 17 años en la Media Maratón de Puertollano. La lista de fallecidos en los últimos años cuenta con nombres como el corredor Diego García, los futbolistas Feher y Foé, el baloncestista Jumikis o el ciclista Sermon.

Esos son los de deportistas de alto nivel, pero existen muchos fallecimientos más, por desgracia.

El análisis de la mayoría de las muertes súbitas de los deportistas apunta a dos posibles causas, en función de la edad.

Se ha detectado un curioso punto de corte a los 35 años. Por encima de esta edad, las muertes son fundamentalmente de origen coronario (infarto de miocardio). Por debajo de los 35 años, las muertes están más relacionadas con la estructura del miocardio o con alteraciones en el ritmo de los latidos y en ello se basó el primer diagnóstico de presunción emitido para el sevillista.

Es vital que el informe de la autopsia de Puerta sea conocido para que la cardiología del deporte avance. En el caso de Diego García el diagnóstico de la necropsia fue de miocardiopatía arritmogénica. Cuando falleció el centrocamopista camerunés Marc Vivien Foé se hizo público que la autopsia mostraba una miocardiopatía diferente, hipertrófica.

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