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Nuria Espert dice no ser ni "elegante ni enigmática", simplemente "discreta"

EFE

Nuria Espert infunde respeto en el mundo desde que siendo una cría recitaba en un teatro para ganarse la vida. Ahora, con 74 años y la rendida pleitesía de crítica y público, minimiza la reverencia y dice que ella no es "ninguna gran dama" porque no es "ni elegante ni enigmática", sólo "discreta".

En una entrevista con EFE con motivo de la concesión de la Medalla del Círculo de Bellas Artes de Madrid, que le entregarán mañana, Espert afirma que ha tenido la suerte de cumplir muchos sueños y que aunque ha dirigido, teatro y ópera con éxito no lo volverá a hacer porque no le da "el placer" que le da el teatro.

Ha dejado de "luchar" contra el título de "gran dama" o "gran señora" de la escena pero cuando lo oye le parece que se refieren a "una persona muy elegante, enigmática, que sabe poner la mesa, cuyas cenas son legendarias y llevan collares de perlas. Mis mujeres son a veces enigmáticas, yo simplemente soy discreta".

Y recuerda que cuando hacía con Amparo Rivelles "La brisa de la vida" -en 2003- le preguntó que si no le molestaba que dijeran de ellas "las dos grandes damas del teatro" y que ésta le respondió: "lo prefiero a vetusta", y se carcajea.

Entre los 13 y los 16 años, Espert recorría en su Barcelona natal una gran distancia caminando hasta el Teatro Romea para recitar los textos y poemas que le hacían aprenderse, de "Pandereta", de Pedro Mata, a su "plato fuerte", un "drama horroroso" de un niñita que moría y con el que ponía a llorar a todo el respetable.

Dice que entonces no era "ni bonita ni sociable", pero que sí tenía la misma memoria prodigiosa que, presume, le permite ahora, con sólo media de hora de repaso de un texto, interpretar una función de hace 40 años. "Es un disco duro muy potente", ríe.

Su primer sueldo fue de "¡51 pesetas!", "importantísimo" entonces por la cuantía que no por cómo lo había ganado: "si me hubieran metido en una fábrica me habría dado igual".

Del Romea la sacó su "gran maestro" Esteban Pons y se la llevó al Orfeón Gracia, en el que los actores eran aficionados pero ella, sólo con 17 años, ya era una profesional, que se aprendía para cada domingo una función distinta.

Y se cortó las trenzas, y empezó a cambiar todo "por dentro y por fuera": desterró complejos, hizo amigos y, sobre todo, se dio cuenta de que quería ser actriz y de las buenas. "Fue muy fuerte", resume.

Luego vinieron las "medeas", "bernardas", "toscas", "rositas" y "yermas"... unos papeles de "carga de profundidad" que le han reportado más de 170 premios y que no le "pesan" sino que más bien la "apuntalan".

Desde que quiso ser actriz, su gran ambición, su pasión y locura, fue "el gran repertorio nacional e internacional", es decir, O'Neill, Shakespeare, Lorca, Lope, Brecht, Calderón, Valle Inclán o Sartre.

"Son tesoros y cuando Armando -Moreno, su marido desde que ella tenía 19 años hasta que él murió, hace 14- creó nuestra compañía, mi locura era poder llevar alguno de esos títulos a escena".

Ese era su sueño, que se ha realizado plenamente, aunque le queden por hacer "miles de obras" y aunque no sabe "cuánto tiempo" le quedará para hacerlo le gustaría trabajar de nuevo con Patrice Chereau o Rober Lepage, con los que haría "lo que ellos dijeran".

Acaba de "erizar los vellos del alma" al público con su papel en "Bernarda Alba" al lado de Rosa María Sarda, dirigidas por Lluis Pasqual, un director "paraguas", bromea, en alusión a que es de acero por dentro y seda por fuera.

"Me gusta trabajar en la calma y el bienestar y estoy felicísima de haber estado presente en este exitazo que acaba de tener Lluis. Con Rosa nunca había trabajado pero ha sido maravilloso" y al decirlo se le empañan los ojos porque explica que le ha ayudado "a encontrar cosas que estaban escondidas en el texto".

Espert quita importancia a las cosas que "regala" la Naturaleza, como su irrepetible voz. "Se nace así y luego tardas toda una vida en desarrollar lo que te han dado. Te apoyas en eso pero todo lo demás es trabajo", y esto y esto, y se señala su "potente disco duro" y el corazón.

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