Este artículo se publicó hace 14 años.
Obama dice que el vertido es "un asalto a nuestras costas"
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su cuarta visita a la zona afectada por la marea negra procedente de un pozo submarino de BP dio un mensaje de ánimo a los lugareños y al mismo tiempo utilizó una retórica de tiempos de guerra.
"Esto es un asalto a nuestras costas, y vamos a responder con todo lo que tenemos", declaró en un discurso ante soldados de camuflaje en la base aérea de Pensacola, en Florida. "Y eso incluye movilizar los recursos del mayor Ejército del mundo".
Previamente, paseó por la playa con el gobernador del estado, Charlie Crist y se sentó en una mesa de picnic con otras autoridades para hablar sobre cómo responder a la crisis.
"Si podemos reducir esto todo lo posible, ayudar a las empresas esta temporada, limpiarlo, para cuando lleguemos a la temporada que viene no hay ninguna razón por la que esto detrás de nosotros no sea tan bonito como siempre", afirmó.
Los sondeos muestran que los estadounidenses creen que Obama ha sido demasiado débil en su gestión del derrame.
Sus objetivos son asegurarse de que BP pague las compensaciones económicas, que se recupere el petróleo y que se contenga la catástrofe ecológica. Pero además debe tratar de transmitir la imagen de que está al mando de la situación, a pesar de que la tubería submarina sigue lanzando miles de barriles de crudo en el golfo de México, lo que hace aumentar la frustración.
Florida, un estado que depende del turismo, probablemente será decisivo en las presidenciales de 2012.
CRITICAS A LAS PETROLERAS
Directivos de importantes empresas petroleras aseguraron en una audiencia legislativa que BP no había cumplido con los estándares de la industria al construir su pozo en aguas profundas.
La explosión y el posterior hundimiento de una plataforma contratada por BP provocó la muerte de 11 trabajadores y dañó el pozo que perforaba en el lecho marino, causando un enorme vertido que se ha convertido en el peor en la historia de Estados Unidos.
Pero los esfuerzos de las petroleras para distanciarse de BP no detuvieron las críticas de legisladores demócratas, que aseguraron que los planes de la industria para atender los desastres en aguas profundas eran "carentes de valor".
Obama podría anunciar una nueva política energética, lo que será seguido de cerca por la industria petrolera y por los inversores preocupados por el futuro de las perforaciones en aguas profundas en Estados Unidos, que enfrenta un eventual ajuste hacia regulaciones más estrictas que podrían crear nuevos costos financieros.
Los directivos de Exxon Mobil, Chevron, ConocoPhillips y Royal Dutch Shell prefirieron no responder a las preguntas de un legislador sobre si estaban de acuerdo en que BP cometió errores en la construcción de su pozo Macondo.
"Creo que una investigación independiente mostrará que esta tragedia era evitable", dijo el consejero delegado de Chevron, John Watson, en un testimonio escrito. Por su parte, el presidente de Exxon Mobil, Rex Tillerson, admitió que la industria no estaba bien equipada para manejar enormes vertidos mar adentro.
El legislador Edward Markey pidió al jefe de BP en Estados Unidos, Lamar McKay, que se disculpe por no poder calcular con exactitud la cantidad de crudo que se está derramando en el Golfo de México.
Millones de litros se han esparcido en el mar, afectando unos 190 kilómetros de línea costera y a la multimillonaria industria pesquera de la zona, además de matar aves, tortugas marinas y delfines.
"Pedimos disculpas por todo lo que está pasando en la Costa del Golfo, lo sentimos mucho por eso y por el derrame", dijo un demacrado McKay, quien agregó que la firma no tiene la tecnología para medir la cantidad de petróleo derramada.
Al exponer sobre los pasos que estaba dando la petrolera para contener el derrame, BP dijo que pronto tendría hasta seis buques en la zona para captar el petróleo que estaba siendo recolectado del pozo.
BP ha perdido cerca de la mitad de su valor de mercado desde mediados de abril, cuando se inició la crisis. El consejero delegado de BP, Tony Hayward, la cara visible de la respuesta de la firma ante el derrame, testificará por primera vez en una audiencia legislativa el jueves.
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