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Una ocasión para la vida íntima

Axel Honneth, filósofo y director de la Escuela de Frankfurt, apuesta por refrescar las ideas socialistas

LÍDIA PENELO

Ante cualquier pregunta, aunque sólo se trate de responder a la invitación de tomar un café, Axel Honneth (Alemania, 1949), se toma unos segundos antes de hablar. Filósofo y sociólogo, el actual director de la Escuela de Frankfurt es un hombre prudente. Su campo es el de la filosofía social y práctica, y para él, la crisis mundial ayudará a redefinir el modelo de las sociedades democráticas. 'La desregularización de los mercados capitalistas ha ido demasiado lejos y sería necesario refrescar las ideas socialistas. Deberíamos redefinir la forma en que las sociedades liberales entienden la libertad desde el sentido normativo. Seguramente, hace falta una revalorización de esferas, que en los últimos 30 años han sido marginadas, como la de la vida íntima y la del trabajo satisfactorio', argumenta.

Consumismo bajo control

Honneth está convencido de que el marxismo continúa teniendo elementos fructíferos: 'Tenemos que volver a tomar en serio el marxismo. Viendo ciertas crisis ecológicas, deberíamos establecer límites a nuestras necesidades consumistas'. Sin embargo, el sucesor de Adorno no confía en que haya alternativas a una economía de mercado capitalista. 'Yo creo que el futuro de las sociedades democráticas liberales acabará ubicándose en una regularización mucho más intensa y en un control de mercado. En un núcleo económico el marxismo no tiene futuro, pero sí lo tiene en determinadas patologías producidas por el capitalismo. Aunque eso no significa que constituya una alternativa sólida en la economía planificada de mercado', sostiene.

Autor de varios estudios sobre la teoría del reconocimiento, -Reificación, es el más extendido- , Honneth está convencido de que las personas no saben relacionarse. 'Todavía no hemos aprendido. El fracaso de las relaciones tiene que ver con la independencia de actitudes cognitivas fundamentadas sobre el éxito y el dominio instrumental de nuestro entorno, de modo que nosotros ya no somos capaces de percibirnos desde el punto de vista del reconocimiento, y eso implica una expansión de visiones instrumentalistas'.

La carrera académica de este filosófo deja pasmado a cualquiera, pero no sólo de teoría vive el hombre: cuando Axel Honneth cuenta a un desconocido a qué dedica su tiempo, empieza diciendo que tiene dos hijos. 'La mayor satisfacción, además de estar con mi mujer y mis hijos, surge del auténtico trabajo, y ese constituye el leitmotif de mi vida. Trabajo para elaborar y desarrollar ideas especulativas e innovadoras sobre ideas formuladas anteriormente', remata claro.

Sentado en su escritorio, dedica cuatro horas al día a las ideas. En ese espacio no permite ninguna interrupción ni compañía, sólo la de las fotografías de la familia y de sus tres héroes: Hegel, Rousseau y Freud.

Renovación del mobiliario

Sucesor de Adorno y Habermas, lleva la dirección de la Escuela de Frankfurt con miedo. La posibilidad de ser sobrevalorado le intimida. 'Cuando me convertí en el sucesor de Habermas, cambié totalmente el mobiliario de la habitación. Cuando tomé la oficina de Adorno tiré todos sus muebles. Durante mucho tiempo ni siquiera quise jugar con la idea de prolongar esa tradición. La presión exterior es intensa, cada vez es más difícil no vincularse a esa corriente de pensamiento. Preferiría ser una figura independiente', admite. Axel Honneth no quiere que lo cosifiquen, ni siquiera como el pensador empeñado en hacer posibles los sueños de la Escuela de Frankfurt.

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