Público
Público

Paco de Lucía llena de vida el Mar Muerto

El guitarrista Paco de Lucía durante el concierto que dio anoche en el Mar Muerto israelí. EFE

Agencia EFE

Las paredes calcáreas del Mar Muerto acogieron los acordes de la guitarra de Paco de Lucía que, tras una espera de 20 años, volvió a encontrarse con el público israelí ávido de su maestría con las seis cuerdas.

"El entorno ha sido muy bonito, extraño y raro, parecía un escenario en la luna, en medio del desierto", declaró De Lucía a Efe en una entrevista tras su presentación de anoche.

Al frente de una compañía de cante "jondo", De Lucía se desenvolvió con soltura ante un público formado por unas 2.000 personas y que no perdió detalle de cada nota, cada compás y cada guiño que el maestro hacía a sus contertulios musicales.

El guitarrista Niño Josele, el bajo Alain Pérez y el flautista Domingo Patricio, endulzados por las voces y palmas de las cantaoras Chonchi Heredia y Montse Cortés, siguieron a pies juntillas las indicaciones y respondieron a los retos musicales del maestro.

Las sinuosas curvas calizas de un cañón formado por la cuenca de un río seco fueron el sencillo entorno del escenario donde el artista ejecutó con maestría su obra.

Allí, las bambalinas fueron unas carpas blancas beduinas, mientras pequeños taburetes de madera y mimbre se hicieron primos lejanos de las sillas de los tablaos flamencos.

El concierto puso el broche de oro al Festival Tamar, que se llevó a cabo en Nahal Zohar -un área ubicada en el extremo sur del Mar Muerto- y que coincidió con la festividad hebrea de Sucot o de los Tabernáculos, con que se recuerda el Éxodo de Egipto.

Casi con igual entusiasmo que en Japón o EEUU, un cada vez mayor número de israelíes sigue, estudia y entiende el flamenco en un país donde todo lo latino triunfa, y las raíces españolas están muy presentes en la cultura local.

"Esto es fácil de entender porque la música flamenca tiene relación con la música sefardita que cantaban los judíos en España en los siglos XII y XIII", explicó el virtuoso de la guitarra, que incidió en que los países ribereños "tienen una manera muy parecida de sentir la música", ya sea flamenca, árabe o mediterránea.

En ese sentido, la cantaora Chonchi Heredia comentó: "Se ve que (a los israelíes) les gusta mucho el flamenco, pero es normal con el pedazo monstruo que es 'el Lucía' (...) Hemos tenido una sensación buenísima, de paz y tranquilidad" al interpretar en Israel.

En la primera parte del concierto, la bailaora israelí Sharón marchó al compás de los acordes andaluces y el cantautor también israelí David Broza interpretó cuatro canciones con el maestro, en la búsqueda de la fusión con la que el gaditano busca siempre innovar.

"En el sitio más bajo del mundo escuchamos a este gran maestro, que toca de la forma más pura y monstruosa", manifestó Broza, quien en los ochenta acercó a Serrat y Manzanita al público hebreo.

Apostilló que la obra universal del guitarrista, de 59 años, no encuentra límites: "En este público encuentras a palestinos, israelíes y cristianos, todos quieren a Paco".

Perlas como "Ziriab", la soleá "Antonia" o, como no podía ser de otra forma, para el bis "Entre dos aguas", jalonaron el concierto, que sólo fue interrumpido momentáneamente por el aleteo de una mosca.

En este peculiar "intermezzo", el músico hizo gala de su sentido del humor y advirtió de que estaba "harto del insecto" y tras darse varios manotazos en el aire junto a su cabeza, simuló arrojarlo al suelo y pisarlo con su botín flamenco, lo que desató las carcajadas y aplausos del público.

Ariel Scherbacovsky, también músico y uno de los asistentes al concierto, lo definió como uno de los mejores que han tenido lugar en Israel en el último tiempo.

"Se trata de una música folclórica, muy profunda e interesante y tiene gran calado en Israel, a pesar de que si no formas parte de la cultura flamenca lleva su tiempo estudiarla y aprender a sentirla", dijo.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias