Este artículo se publicó hace 11 años.
Los perros corgis de Isabel II comen solomillo de ternera
Un chef cocina para ellos y les sirve la comida un camarero. Pero las mascotas no comen nada hasta que la reina añade la salsa
Los perros corgis de la reina Isabel II de Inglaterra comen solomillo de ternera y pechuga de pollo cocinados por un chef y servidos por un camarero real, según un libro sobre las mascotas de la familia real británica.
El libro, titulado "Pets by Royal Appointment (Mascotas por designación real), ha sido escrito por Brian Hoey, biógrafo de la monarquía, y saldrá publicado esta semana, informa hoy el "Sunday Times".
La pasión de la reina por los corgis es ampliamente conocida, como quedó reflejado el año pasado en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres, en la que se emitió una filmación en la que aparecía la soberana acompañada por sus perros y el actor Daniel Craig en el papel del agente James Bond.
Pero este nuevo libro publica detalles hasta ahora desconocidos sobre la rutina diaria de los corgis en el palacio de Buckingham, residencia oficial de la familia real. Según Hoey, una vez que el camarero real entrega el plato, los corgis no comen hasta que la reina le añade salsa a la comida. "Entonces ella, y solamente ella, da la orden real para que empiecen a comer. Es tan preciso como eso", afirma Hoey.
Isabel II se preocupa tanto por sus mascotas que lleva un imán para levantar cualquier aguja que haya caído en la sala del palacio cuando le están probando ropa, de acuerdo con el libro.
El interés de Isabel II por los corgis empezó cuando su padre, el rey Jorge VI, llevó algunos a casa en los años treinta, y después la entonces princesa recibió su corgi, Susan, al cumplir 18 años. La actual reina quería tanto a su perro que se lo llevó de luna de miel cuando se casó con el duque de Edimburgo en 1947, añade Hoey.
De acuerdo con el libro, Isabel II no es la única soberana apasionada por los perros, pues la reina Victoria tenía nada menos que 88, que vivían en el castillo de Windsor, a las afueras de Londres, y en la residencia Osborne House, en la isla de Wight, sur de Inglaterra.
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