El biólogo Juan Freire es investigador en el grupo de Recursos Marinos y Pesquerías de la Universidad de A Coruña. No está en contra de los parques eólicos marinos, pero cree que su planificación debe estar “muy estudiada”.

¿Hay suficiente base científica para evaluar el impacto de estos parques?

Depende de qué tipo de impactos. Existen especulaciones sobre posibles campos electromagnéticos producidos por los molinos, algo parecido a lo que ocurre con las antenas de telefonía, pero se han hecho pocos estudios y no hay evidencias.

Por otro lado, se produce un impacto en el uso del espacio. Donde hay un parque eólico no puede haber otras actividades, como pesca o acuicultura. Los que defienden estas instalaciones, en cambio, dicen que a su alrededor se crea un efecto de reserva marina. Hay una combinación de efectos negativos y positivos.

¿Por qué se ha investigado tan poco?

Como no hay parques eólicos marinos, no hay investigación. Yo critico que la Administración no tenga un plan de evaluación estratégico sobre el impacto en los usos marinos.

Se piensa en los parques eólicos como se pensaba en los terrestres, pero en tierra el espacio que utilizan no tiene otros usos y, además, tiene dueño. Un parque eólico marino no se puede colocar en cualquier sitio. En Galicia, los mejores lugares para colocar molinos son, a su vez, los mejores caladeros de pesca.

¿Cómo se pueden gestionar los derechos de uso en el mar?

Ése es otro factor importante. Cuando se estudia la instalación de un parque eólico marino, no es obligatorio hablar con las cofradías. Se les puede consultar, pero no tienen poder de decisión, y eso que los pescadores serán los principales perjudicados.

¿Qué ocurre en otros países con parques marinos?

Creo que es difícil comparar el caso de España con el de otros países, como Dinamarca. Allí la actividad pesquera es prácticamente inexistente, así que no hay conflicto entre diferentes actividades.