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El Rafah egipcio se queda sin pan

EFE

Los comercios de la localidad egipcia de Rafah, donde desde hace cuatro días cientos de miles de palestinos huidos de la franja de Gaza se abastecen de todo tipo de mercancías, se han quedado sin pan.

De hecho, el único pan que los transeúntes que ocupan las calles del Rafah egipcio pueden llevarse a la boca es palestino.

"Ya no se puede encontrar pan en Rafah o es muy caro", aseguran varios palestinos que regentan improvisados puestos ambulantes de bocadillos en este pueblo fronterizo.

La escasez afecta más a los palestinos que han pasado a Egipto que a los nativos, porque muchos de ellos elaboran el pan en sus casas.

Lo mismo ha ocurrido con el arroz, el té o el agua embotellada.

"Ayer tuve que viajar hasta Al Arish (45 kilómetros al oeste de Rafah) para comprar agua con la que preparar té", asegura el egipcio Mohamed Samir Faris, que regenta una pequeña tetería cerca del paso fronterizo que separa Gaza de Egipto.

Faris, que se refirió en varias ocasiones a los palestinos como "clientes", se quejó también de que todos los productos han doblado su precio.

Además, algunos productos no tan básicos, como dulces, batidos, zumos o patatas fritas de bolsa, sólo se pueden comprar por cajas.

Faris también comentó con ironía que "ahora hay que entrar a la franja de Gaza para comprar algunos productos que se han agotado".

De este encarecimiento de precios tampoco ha escapado la gasolina, uno de los productos que más escasean en Gaza debido al bloqueo israelí.

El oro negro, que también cuesta dos veces su precio, se ha agotado en muchas gasolineras y en otras es necesario soportar esperas de hasta cuatro horas, como aseguran varios conductores.

Esta situación ha obligado a la mayoría de los habitantes del norte del Sinaí, donde se encuentra Rafah, a comprar el combustible en el mercado negro, donde se exponen a numerosos timos, como se queja Wael, un egipcio que explicó que ayer le habían vendido gasolina mezclada con agua.

La demanda supera con creces a la oferta.

Kamal Mohamed, un palestino que vivió los quince primeros años de su vida en Egipto, compara la aglomeración de personas que hay en Rafah con la ciudad saudí de la Meca durante el mes de la peregrinación, cuando millones de musulmanes se dirigen a este lugar para cumplir con uno de los pilares de su religión.

Pero no sólo la desbordante cantidad de gente ha afectado al encarecimiento de precios, sino también la considerable disminución de productos por las medidas de seguridad que se han empezado a imponer en todas las entradas de Rafah, donde los palestinos tienen cada vez más difícil salir en dirección a otras localidades egipcias.

Muchos palestinos intentan abastecerse en previsión de lo que pueda pasar, otros almacenan productos para revenderlos al doble de su precio una vez que vuelva a cerrar la frontera y otros compran lo que se ha vuelto prohibitivo en la franja debido al bloqueo israelí o simplemente de lo que ya no quedan existencias.

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